La nueva niñera de Anya

Capítulo 2: Lucas

Capítulo 2

Lucas

Dejo caer el último fardo de paja en el granero y me limpio el sudor de la frente con la manga de la camisa. Hemos acabado el día, pero tenía que mover los fardos que no se iban a usar. Eran un montón y tuve que hacerlo solo porque los chicos ya se habían ido. Habría podido llamar a Logan, pero me dijo que iba a hacer un encargo de su tía y no quería interrumpirlo.

Pongo el candado en la puerta del granero y me dirijo a casa. Es temprano, algo inusual, pero he decidido volver más temprano de lo normal hasta que encuentre una buena niñera para Anya y que así Sugar pueda regresar temprano a casa. La mujer no me lo pidió, ella está esperando pacientemente a que le encuentre un reemplazo, pero es lo mejor. Sé que está cansada y que debo ayudarla más de lo que lo hacía antes.

Tal vez ese fue mi error, que no hice más por ella y ahora quiere irse.

Esto es un desastre, y aunque haya puesto un anuncio en el periódico nadie se ha presentado. Mi padre me ha dicho que tal vez deba usar otro método para llamar la atención de las mujeres jóvenes del pueblo, como poner un anuncio en alguna red social, pero no tengo una.

La granja tiene una y la maneja uno de los chicos. No soy bueno con la tecnología, lamentablemente.

Llego a casa justo cuando Sugar le está dando la cena a Anya y mi hija corre en mi dirección para saludarme.

—Hola, papi —dice contra mi pierna, alzando la cabeza para verme a la cara—. Sugar hizo macarrones para cenar.

Me toma de la mano y tira de mí hacia la mesa, donde está Sugar, observando la escena.

—Has vuelto temprano hoy.

Me quito el sombrero y lo pongo en el centro de la mesa antes de sentarme junto a Anya.

—Quiero aliviarte el trabajo lo más que pueda.

Sus facciones se enternecen y su mirada se suaviza.

—No hace falta que lo hagas, puedo quedarme hasta que acabes de trabajar.

Suelto un suspiro, mirando de reojo a Anya, que está comiendo distraídamente.

—No teníamos nada más qué hacer y envié a los chicos a casa. —Esa no es una mentira, hoy acabamos temprano y no tenía sentido quedarse más tiempo en el trabajo—. ¿Quieres que te lleve a casa cuando acabes de comer?

Ella agita una mano, negando.

—No hace falta, Marie pasará por mí.

La tía de Logan da un poco de miedo, la mujer es dura y le gusta imponerse. Es de ese tipo de personas a las que no se les puede decir que no. Me gusta tenerla lo más alejada posible porque está empeñada en buscarme una esposa.

Lo bueno es que su foco de atención es Logan.

—Papi, Sugar me dijo que se irá —comenta Anya de pronto, tomándome por sorpresa—. Dice que vendrá otra persona a cuidar de mí.

Le doy una mirada a Sugar y ella se encoge de hombros.

—Es mejor decirle ahora que llegarle con la sorpresa.

Es cierto, Anya no lleva bien los cambios desde que su madre se fue sin decirnos nada, tan solo dejando una nota que no permití que Anya leyera.

Su madre estaba, en sus palabras, estancada en este rancho conmigo y con Anya, y creía que tenía potencial para algo más que vivir en un pueblo pequeño y criar a una niña con un hombre tan volcado en su trabajo. Al principio me sentí culpable, no porque me lamentara de que esa mujer se haya ido, sino porque Anya se había quedado sin su madre. Después entendí que estábamos mejor sin ella.

Sigo lamentando que Anya no tenga una figura materna al crecer, sin embargo, su madre no era esa figura que necesitaba.

Estamos mejor sin ella.

—Sí, Sugar necesita un descanso y por ello vamos a buscar a otra persona que te cuide.

Contrario a lo que pensaba, la mirada de Anya se ilumina. Sé que Sugar quiere un descanso y cometía muchos errores, pero no pensé que Anya se alegraría con su ida.

—¿Vas a buscarme una mami?

Ay, por Dios. Tenía que suponer que iba a ir por ese camino. La chica está empeñada en que necesita una mamá y que tengo que casarme, y para tener siete años es muy insistente con el tema. Uno creería que lo dejaría ir con facilidad, los niños se distraen con poco, pero ella no lo ha olvidado y no me permite olvidarlo a mí.

—Voy a buscarte una niñera, Anya.

Su cara pasa de emocionada a enojada en segundos.

—No quiero otra niñera, quiero una mamá.

Santos cielos, esto va a ser difícil.

—Ya hemos hablado de esto —le recuerdo, usando un tono conciliador—. No voy a casarme de nuevo pronto, te he explicado que el matrimonio es algo importante y no puedo simplemente casarme con cualquiera y decirle que sea tu madre.

Se cruza de brazos, haciendo gala de su obstinación.

Un claxon nos alerta de la llegada de alguien y Sugar corre a buscar sus cosas.

—Marie ha venido a buscarme —anuncia, recogiendo sus cosas a la carrera—. ¡Nos vemos mañana!

Está huyendo como una cobarde. Ha alborotado el avispero y ahora corre en dirección contraria.




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