La nueva niñera de Anya

Capítulo 4: Lucas

Capítulo 4

Lucas

Ella no ha dicho eso.

Anya no ha dicho esa tontería y no me está haciendo pasar una vergüenza en este momento. Ahora Addison va a huir y tendré que buscar a otra persona, cosa que se está volviendo difícil, porque nadie más ha presentado la solicitud.

Le doy una mirada severa a mi hija antes de volverme hacia Addison, preparando una disculpa. Sin embargo, la sorpresa inicial ha pasado y ahora ella tiene una expresión de simpatía.

Dios, no. No puedo soportar la lástima y la simpatía en la gente cuando se habla de la madre de Anya cuando estamos mejor desde que se fue. Puede hacer falta una figura femenina maternal en la casa, pero esa mujer era todo menos maternal.

—Oh, lo siento, no voy a ser tu madre, una verdadera lástima ahora que te conozco, pero tu padre solo necesita una niñera. —Se inclina hacia adelante, poniendo una mano al costado de su boca con aire de secretismo—. Si soy sincera, creo que el trabajo de madre me va a salir muy mal.

La cara de Anya es de tristeza y confusión.

—¿Por qué harías mal el trabajo de una mamá?

—Porque no soy una madre, y solo las madres saben hacer ese trabajo bien. —Addison se endereza y me mira—. Y tu padre no necesita una madre para ti, él lo está haciendo bien solo.

Bueno, eso sí que me hace sentir incómodo. La chica me está dando un cumplido, le está explicando a Anya por qué no necesita una madre y se está ganando su cariño, todo con una pequeña conversación.

—Sí, papi es bueno —concuerda Anya, dándome una sonrisa que me derrite—. Pero sigo creyendo que serías una buena madre para mí, aunque no tengas otros hijos. —Descubre algo en su frase que la hace abrir los ojos y la boca de forma desmesurada—. ¡Es mejor! Así no tengo que compartirte con nadie.

Por todo lo sagrado, aquí vamos de nuevo.

Addison frunce el ceño, apoyando su mandíbula en su mano y mirando a Anya con atención.

—¿No quieres hermanos?

Anya niega con vehemencia, cosa que no me sorprende. La chica nunca ha llevado bien lo de compartirme, o compartir a Sugar, si al caso vamos. Es un poco egoísta con las personas, no le gusta competir por la atención de la gente con otros niños, lo que ha ocasionado algunos problemas en la escuela debido a que cree que la maestra es solo suya.

Un rasgo en el que debemos trabajar.

—¿Y no crees que, si tu padre se casa conmigo y me convierto en tu nueva madre, yo también quiera tener otros hijos?

Eso le gana una mala mirada de Anya, que no le gusta como suena eso.

—¿Me vas a seguir queriendo cuando tengas otro hijo? —pregunta con vulnerabilidad y eso hace que Addison se ablande.

—Sí, claro. El amor no tiene que compartirse entre uno y otro, puedo quererlos a ambos de la misma manera.

Eso emociona a Anya y no estoy seguro de qué parte fue la que le gustó si Addison admitió que su amor por otro hijo sería igual que el que iba a tenerle a ella.

—Entonces puedes ser mi mami.

Addison se queda pasmada, dándose cuenta de que ha caído en la trampa de Anya. Siendo sincero, yo también caí. Estaba tan centrado en la explicación de Addison que no noté hacia dónde estaba llevando Anya la conversación.

—N-no, no has entendido, linda —balbucea Addison, pero ya Anya se ha girado hacia Sugar con una sonrisa inmensa en la cara.

—¡Addison va a ser mi nueva mami!

Sugar aprieta los labios, evitando reír. Ella sí que intuyó hacia dónde estaban yendo las cosas y ha dejado que la conversación fluyera. Quien me diga que esa mujer es amable y buena, le contaré esta anécdota en particular para que entienda que es todo lo contrario.

—Vamos, es hora de tu baño —indica Sugar, señalando las escaleras. De inmediato, la alegría de Anya se esfuma—. Apestas como Ariel, cariño. Lo siento, pero debes darte un baño.

Refunfuñando, Anya se gira hacia las escaleras.

—Adiós, Addison.

—Nos vemos luego, linda.

—Vas a tener las manos llenas con ella —le dice Sugar a Addison con una sonrisa divertida—. Pero me da gusto verte, cariño.

—El gusto es mío, Sugar.

Cuando las dos desaparecen, miro a Addison con culpa.

—Lo siento, ella es demasiado inteligente y tergiversa las cosas para darle el sentido que ella quiere.

Ella asiente, todavía confundida por lo que acaba de pasar.

—Es muy inteligente, va a tomarme el pelo frecuentemente. —Hace una mueca compungida—. Si es que todavía quieres ofrecerme el trabajo.

—Es tuyo si lo quieres.

Eso la toma por sorpresa.

—¿Me vas a dar el trabajo aunque tu hija crea que estoy aquí para ser su madre?

Río sin poder evitarlo. Addison no tiene ni idea de cómo va a ser su vida de aquí en adelante con Anya presente. Mi hija es un ángel, pero puede ser un poco manipuladora cuando quiere algo, y ha manipulado a Addison en una pequeña conversación. Pero esa no es su culpa, lo hizo también conmigo y eso que soy su padre.




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