Capítulo 5
Addison
Me paso los siguientes días limpiando y organizando los muebles de la casa como quiero. Mi tía era una excelente persona, pero tenía un sentido de la decoración bastante malo. Sugar, Marie y Georgia se pasan por aquí el domingo por la tarde para tomarse un café y Sugar aprovecha para darme algunos tips que pueden serme de ayuda con Anya.
Aunque, luego de haber conocido a la niña, no creo que ningún tip pueda serme útil, así que voy a dejarme llevar por la corriente. A lo que sí le presto atención es a sus consejos sobre comidas y cosas que le gusta hacer a la niña. Ella es muy animada y es necesario que gaste energía para que, por la noche, se vaya a dormir sin chistar.
Sugar también aprovecha para contarme las cosas que no debo hacer con Lucas. Es un hombre bastante gruñón cuando se lo propone, y no tiene que jurarlo para creerle. Lucas tiene toda la pinta de ser un amargado de manual.
Pero estoy segura de que puedo con él, me sé manejar con hombres amargados. Mi ex jefe es un ejemplo de ello.
Luego Marie intenta convencerme de que salga con su nieto, y aunque Logan es un hombre atractivo, no estoy en el momento más idóneo para salir con alguien cuando es tan reciente mi ruptura. Sin embargo, a Marie le doy una respuesta vaga que no parece dejarla tranquila, pero deja el tema en paz cuando Georgia le dice que no sea tan molesta.
Es una reunión, que aunque no fue planeada, fue fructífera. No sabía que podía llevarme tan bien con tres mujeres mayores.
El lunes por la mañana, voy a desayunar a la cafetería más conocida del pueblo con la intención de hacer amigos. No puedo pasarme la vida encerrada en mi casa. Si voy a quedarme aquí por un tiempo y a reconstruir mi vida luego de lo catastrófico que resultó ser todo en la ciudad, será mejor que consiga amigos y personas con las qué pasar el rato cuando no esté ocupada.
Al entrar al lugar, la campanilla suena y pone la atención de todos los presentes sobre mí. Sonrío incómoda a cada persona que me devuelve la mirada hasta que llego a la barra y una mujer que no tiene pinta de ser mayor que yo me devuelve la sonrisa.
—¡Hola! Sabía que en algún momento vendrías por aquí —dice muy animada—. ¿Quieres algo para desayunar, un café, ambas cosas?
Bueno, eso es más efusivo de lo que pensé que sería. La mujer se nota demasiado alegre para estar trabajando en una cafetería.
Ella tiene cierto parecido con Tinkerbell, la hada Disney. Con su cabello rubio corto que le llega al cuello, ojos verdes, pómulos altos y sonrosados, y una sonrisa perfecta, con dientes alineados y blancos. Adicionado a eso tenemos su vestido de flores que no parece ser muy largo que le da el toque final a todo su parecido a una hada.
—Hola —le devuelvo el saludo y la sonrisa, aunque la mía no es tan perfecta como la suya, por supuesto—. Me gustaría ver el menú y tomar un café solo.
Ella hace una mueca.
—Oh, no, eres demasiado bonita como para pedir un café solo. —Suena triste y no puedo creer que ella esté hablando en serio—. Tienes el aspecto de una chica que pediría un macchiato, con leche de soya o deslactosada, un chorrito de vainilla o caramelo, y crema batida encima.
Tuerzo el gesto. Dios, odio esos cafés tan adornados. Para poder ser feliz durante el día necesito un café normal, muy cargado de cafeína y azúcar. Nada más.
—Qué dices, chica. —Sacudo la cabeza, dejando ver mi indignación—. ¿Cómo puedes acusarme de una aberración tan grande? Cuando mucho, puedo aceptar leche en mi café. Y no es algo de todos los días.
Ella frunce el ceño, intentando lucir severa, pero no le permito intimidarme. En su lugar, le devuelvo el gesto, labios crispados y todo. Ella acaba soltando un suspiro.
—Bien, tendrás tu café normal. —Vuelve a sonreír—. Estaba bromeando, espero que lo sepas.
Suelto una carcajada. Es una chica peculiar y me gusta mucho, incluso si parece que la hayan escupido de un cuento de hadas.
—Lo sé.
Me tiende el menú y yo lo tomo, dándole un vistazo. Ella me sirve el café y lo pone frente a mí con dos sobres de azúcar.
—Escuché por ahí que vas a ser la nueva niñera de Anya.
Vaya que sí corren los chismes rápido.
—Sí, empiezo hoy.
Ella pone cara de pena.
—Lo siento mucho, la niña es un amor, pero es difícil llevarle el ritmo.
Río sin poder evitarlo. Anya parece tener una reputación bastante mala en el pueblo y me pregunto cuánta de esa reputación se ha ganado por culpa de Sugar, que es quien debe contar todas las travesuras que Anya hace.
—Sí, tuve un encuentro con ella y fue muy intenso, sobre todo con eso de que quiere que sea su nueva madre.
La chica suelta una carcajada y hasta eso suena como deberían reír las hadas.
¿Puede ser menos perfecta?
—Está empeñada en conseguir una madre y su padre no está muy feliz con eso. —Se aleja para servir otro café y vuelve conmigo un minuto después—. Al menos tendrás la mejor vista del pueblo. —Se abanica con la mano, haciendo rodar sus ojos con dramatismo—. Esos chicos trabajan en el rancho de Lucas son muy guapos.
—Bueno, solo he visto a dos hasta ahora. Al mismísimo Lucas y a Logan.
Al escucharme nombrar a este último, hace una mueca de desprecio.
—Logan, ese tonto —masculla—. No te acerques mucho a él a menos que quieras que te use y luego te deseche porque eres “demasiado mojigata” para él.
Ah, ahí hay un cuento que debe ser muy bueno, pero del cual no voy a preguntar ahora porque no me parece que sea el momento de hacerlo.
—No estoy interesada en salir con nadie, de todos modos.
Ella vuelve a sonreír. Pasa de triste a enojada y a feliz en muy poco tiempo. Es muy difícil seguirle el ritmo, y eso que soy naturalmente inquieta y extrovertida.
—¡Oh, podemos ser amigas y disfrutar de nuestra soltería y salir por ahí y…!
—Danielle.