—Meli recuerdas cuando fui a pedir tu mano—dijo Cris mientras bebíamos una copa al lado de la piscina. Yo lo miré y sonreí, sabía con quien hablaba, él intentaba hacerme ver los recuerdos que teníamos como algo mágico para hacerme ver como tonta nuevamente.
—Tenía tanta pena de tu padre que casi me desmayo y él simplemente se echó a reir. Tu padre siempre confió en mí. Le prometí antes de morir que cuidaría de ti...
—¿En qué momento te convertiste en esto Cristhofer? ¿En qué momento que no lo vi? —nuestras miradas se cruzaron un momento.
—Ho linda. Te juro por lo más sagrado que nunca tomé en serio a Aurora, nunca la amé. Un día borracho se metió en mi cama y luego...
—Y luego la metiste en mi casa, le diste a mis hijos, he visto fotos de ella con mis prendas, con mi ropa —exclamé indignada. Él se levantó de su silla y se arrodilló frente a mí:
—Perdóneme, perdóname Melissa volvamos a ser como antes. Eres la única mujer que he amado realmente. No amo a Aurora, nunca lo he hecho, ella en su intento desmedido de ser tú y yo la dejé, la dejé porque temía perderte de todo. Pero esa mujer baja y mentirosa nunca será como tú.
—Puedes hacernos otro cuento mamá—exclamó Mía y Aurora cerró el libro con desesperación.
—Hay por Dios ya duérmanse, miren la hora que es. Además que son niños grandes es para que se durmieran solos—exclamó enojada y se levantó y apagó la luz. .
—Pero mamá me da miedo la oscuridad—agregó la niña.
—¡Ya basta Mía! —encendió la luz—te duermea ya o tendré que castigarte—exclamó saliendo de allí y cerrando la puerta al salir mientras buscabs desesperada por todos lados a Cris. Miró por el balcón e hirvió de rabia al verlo arrodillado frente a mí, tomando mis manos. Entonces fue a la habitación y comenzó a destruir todo a su paso. A lanzar todo al suelo con rabia y enojo. Cris llegó a la habitación y vio todo destruído.
—¿Qué pasó aquí? —preguntó tranquilo mientras Aurora lloraba, llena de rabia , de odio
—Te vi, dí que es mentira, te vi con Melissa, tomándole las manos—le reprochó ella.
—¿Y por eso armaste todo este alboroto. Aurora tú lo sabías desde siempre. De hecho lo sabías desde el día que te me ofreciste estando ebrio yo estaba casado y sigo casado. Te lo dejé claro desde el primer momento. Podíamos tener una relación pero yo no iba a dejar a Melissa, ella es mi esposa, tenemos dos hijos en común, una empresa...
—¿Qué dientres hablas Cristhofer? Llevamos cinco años, cinco años en los que hemos vivido juntos, en los que te he ayudado a criar a tus hijos. Acaso eso no ha valido nada para ti—le gritó ella.
—Creí que Melissa no iba a despertar nunca más. De hecho el doctor me dejó claro que las posibilidades de que Melissa despertaran eran muy bajas pero ella sigue siendo mi esposa ante la ley, ante Dios—respondió Cristhofer mientras Aurora se cubrió los ojos llorando.
—Te dije que no vinieras aquí, estás estropeando todos mis planes. Melissa se iba a ocupar de los niños mientras yo atendía la empresa pero arruinaste todo ahora ella quiere estar en la empresa todo el día y eso no puede ser. Podíamos haber seguido juntos como antes pero me desobedeciste y eso no me gusta—exclamó
—¿Dónde vas? ¿Me estás terminando?
—Si no haces todo exactamente como yo digo no volveremos a estar juntos nunca más—exclamó Cristhofer —no me estás obedeciendo. Por cierto dormiré en otra habitación, no quiero que Meli piense que seguimos juntos—agregó saliendo de allí y Aurora se quedó llorando en medio de su desastre.
—Melissa, Melissa, siempre Melissa, te odio—gritó lanzando un búcaro contra la pared. Ojalá te hubieras muerte en ese accidente—murmuró apretando su puño y limpió sus lágrimas con fuerza y se miró al espejo pensativa mientras de un momento a otro comenzó a reir como si estuviese loca.
**************************************
Llegué temprano a la empresa. Esa mañana ni siquiera esperé que los niños se levantaran, después de todos ellos me odiaban. Y también tenía planeado algo para esta tarde, iba a darle a los niños algo que ellos no tenían. La primera persona que me encontré fue a Carlos, subí al elevador y allí él estaba.
—Buenos días—dije sonriendo.
—Buenos días—respondió con la mirada seria que le caracterizaba. Ambos nos cruzamos una que otra mirada en el camino sin decir absolutamente nada más. Sin embargo me di cuenta que su vista recorrió todo mi cuerpo y eso me hizo sentir algo molesta. Al fin el elevador se detuvo y ambos bajamos. Caminó a mi lado hacia la oficina y al abrir ambos entramos.
—¿Hay algo mal en mí? —pregunté cuando entramos.
—Esa ropa que traes ¿era de tu madre verdad? —preguntó y me reí como si fuera broma, sin embargo su rostro seguía inmaculadamente serio, es más enarcó las cejas algo enojado al verme reír.
—¿Te molesta mi ropa?.
—Es horrible—exclamó. Yo suspiré ante su sinceridad y luego me sentí ofendida—Melissa esa ropa ya no se usa. Es de hace años atrás. Si quieres que nuestros inversores confíen em que esos cinco años no dejaron tu mente en el pasado debes primero que nada verte como una mujer moderna. Buscar ropa nueva y agradable a la vista. La primera opinión de alguien nos la creamos por como se ve—exclamó cruzándose de brazos y luego continuó observándome.
—También necesitas arreglarte el cabello y las uñas...
—Creí que me darías consejos empresariales.
—Es lo que estoy haciendo—respondió con sequedad. ¿Por qué crees que las empresas usan comerciales? Para atraer a sus clientes. Tu imagen vale mucho, aunque suene cruel decirlo. De tu imagen depende como te vean y como te traten. Ser una buena persona si te has dado cuenta pir ru experiencia personal Melissa no sirve de nada. —yo tragué en seco al escucharlo y él sin más tomó su teléfono y realizó una llamada.
—Buenos días. Quiero agendar una cita para hoy en la tarde—pronunció.—sí a las dos está perfecto—contestó —arreglo completo—dijo antes de colgar.
#138 en Novela romántica
#61 en Chick lit
amor y odio, venganza dolor millonario sufrimiemto, hijos reencuentros inesperados
Editado: 16.08.2025