—La verdad es... —pronuncié captando la atención de Carlos y él me observó atentamente sentado en la mesa pasando la mano por su barvilla con curiosidad—que quiero volver con Cris, pasé cinco años en coma lejos de él—exclamé y luego comencé a reirme. —Venganza es lo único que quiero.
—Uf ya te había creído, con esas cosas no se juegan—agregó bastante serio. —a ti sí te lo creo. Ten—se puso de pie y me entregó una tableta electrónica y un fae lleno de papeles. —Aquí tienes la información que debes dominar para mañana—me quedé mirándolo fijamente como si se tratara de una broma, esperando que se riera pero no, estaba serio como siempre.
—¿Es una broma verdad?
—No sé si tú estés jugando pero yo no lo hago—agregó bastante serio—si tienes tiempo para hacer broma imagino que tengas tiempo para aprenderte y dominar el funcionamiento base de la empresa. Mañana nos reuniremos para aclarar dudas y explicarte de que tratan nuestras nuevas ofertas de inversiones—me quedé helada era mucha información, demasiados problemas.
—También quiero pasar tiempo con los niños.
—¿Ya te quieren? ¿Tan rápido se cansaron de Aurora? —negué con la cabeza—ese es tu problema Melisa y lo que más detesto de ti. Que andas ahí intentando que todo el mundo te quiera sea como sea. —agregó alejándose y dejándome con la palabra en la boca. No lo niego sabía que decía la verdad no obstante sus palabras me lastimaban. A veces incluso pensaba que tenía algo contra mí. El chico callado y tímido que conocí hace años se había vuelto un hombre frío, amargado y no tenía idea de por qué. Las horas se me pasaron allí entre papeles e información que me constaba trabajo comprender y cuando menos lo esperé alguien tocó a mi puerta.
—Llevo diez minutos esperándote para tu cita en el salón—exclamó.
—Lo siento lo había olvidado—respondí.
—Está bien—suspiró. Me levanté y bajamos juntos en el elevador. Cuando llegamos al auto su reloj comenzó a sonar.
—Diablos! —refunfuñó enojado. Debo ir a la oficina olvidé algo—dijo alejándose de allí.
—¿Vas a algún lado? ¿Quieres que te lleve? —preguntó Cristhofer llegando a dónde yo estaba.
—No gracias—respondí, él enarcó ambas cejas.
—Seguro vas a casa a ver a los niños, te llevaré—pronunció—mi auto está por acá—agregó.
—No voy a casa y ya voy con alguien—respondí.
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Mientras tanto Carlos sacó una llave de su bolsillo y abrió la puerta de su oficina, cerró con llavé al entrar, abrió una gaveta en la parte inferior de su escritorio usando una de las llaves se quitó el traje con rapidez y desabrochó la parte baja de su camisa tomando una jeringuilla de la gaveta y de un pequeño frasco que no tenía etiqueta se inyectó en el abdomen. Se recostó un segundo en su silla y suspiró, luego se puso de pie cerró la gabeta con llaves y abotonó su camisa y abandonó la oficina, en cuestión de segundos como si todo aquello formara parte de su rutina.
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—No te creo que vayas con alguien o tienes chófer. Vamos deja que te lleve. —exclamó Cristhofer insistente. Yo volteé los ojos .
—Va conmigo —la voz de Carlos nos interrumpió.
—¿Es mentira verdad? —exclamò mientras Carlos abría la puerta del auto.
—¿A dónde vas con Carlos? —preguntó enojado.
—Una cita —se adelantó su hermano a responder y Cristhofer se mostró bastante enojado ni siquiera trataba de disimularlo.
—Melissa te prohibo terminantemente que vayas a ningún lugar con este. Solo lo hace para molestarme—agregó y por primera vez vi que Carlos sonrió burlándose de su hermano.
—Aurora debe de estarte esperando, en un rato te devolveré a Melissa sana y salva—dijo Carlos con sarcasmo y el rostro de su hermano se enrojecía cada vez más, yo solo entré en el auto y Carlos también cuando arrancó lo pude ver reírse solo.
—Creo que hay una sola cosa que te hace feliz—dije y él me miró a los ojos por un momento sentí un gran aprecio por él.—molestar a tu hermano. —no dijo nada—eso me gusta, creo que podríamos ser buenos amigos.
—No lo creo—su respuesta me sorprendió, solo enarqué ambas cejas. —no somos amigos Melissa, no somos amigos y ni siquiera quiero caerte bien.
—Entonces por qué me ayudas.
—No te ayudo, solo que llevo años viendo la patética forma de actuar de mi hermano, como su corazón se ha endurecido y quisiera darle una lección antes... —se detuvo en seco mirando la carretera dejando sin terminar la frase.
—¿Antes? —cuestioné
—Antes de que lo perdones y regreses a ser la misma sumisa de siempre—agregó acelerando. —olvidaba decirte algo: lo único que me agrada más que molestar a Cris es el silencio—agregó y esas fueron las últimas palabras que cruzamos antes de llegar a mi cita. Que tipo tan odioso y ególatra, descortés, molesto de tratar, parece que se esforzaba en caerme mal, sin embargo aún así me ayudaba fuera por las razones que fuera. Sus ojos estaban llenos de misterio, de restricción, inconformidad e incluso dolor. Había algo que había cambiado en él en estos últimos años, era absolutamente distinto a como lo recordaba y no dejaba de preguntarme que podía haberlo hecho cambiar tanto.
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Editado: 22.07.2025