La obscuridad de mi pasado

Capítulo 6

El día que eligió Paul no era el mejor, había llovido durante tres horas seguidas, que las calles estaban vacías, nadie querrá salir con este clima menos hoy que me entristece, lo hice por él. Él me convenció hasta el final, en cuanto supo que me gusta caminar, no lo dudo y nos fuimos de la casa caminando para solamente llegar a las plazas de Dallas. Sin embargo está cuidad no es tan desagradable como lo pensé, tiene su toque clásico y llamativo que atrae algunos turista visitantes, a excepción de otros.

Mis ojos se posaron en los pies de Paul, él caminaba como si nada, llevábamos dos horas caminando, sentía que mis pies no podían hasta cuando llegamos, lo primero que hice fue sentarme, aparte que me duelen los pies y la cadera. No estoy para los chistes de Paul, es un hablador como todos aquellos que se acercan a mi para conocerme mejor, y de alguna forma lo están haciendo para saber más sobre mi y mi pasado. Aquellas chicas y chicos que me hablaron hace unos días era para sacarme información de las que quieren obtener. Ni siquiera saben de mi, y me hablan de tal manera no saben porqué los trato tan frío y cortante.

En cambio con Paul, no es chismoso y tampoco es el típico chico popular que te habla para que te vuelvas su conquista o su próxima competencia. En lo absoluto, pero debo de seguir conociéndolo, no te puedes confiar en palabras se cree con actos. 

—Paul, ¿podemos ir a comer? —tuerzo los labios con digusto. —Me muero del hambre, no creó que pueda seguir.

Él asintió y nos levantamos de la sillas. Dirigiéndonos a un famoso sitió que conozco por mi madre que venía por las tardes a tomar su café, mientras que yo le hacía compañía para que no estuviera sola en casa. Simplemente mi madre trabajaba escribiendo un blog y la abuela no pasaba las tardes en casa, si no en casas de sus amigas. 

Estar aquí, me hace recordar millones de cosas que me sucedían. Como la vez pasada que por accidente moví la mano y bruscamente regué vainilla latte en su ordenador, aquél día me hace revivir el momento que me pellizco mi mamá. Su rostro reflejaba enfado y muchas ganas de pegarme, pero no lo hizo ya que me ama y no se atrevería a ponerme un dedo encima, siempre fue su modo de acostumbrarme. Quizás se equivocó o tal vez no pero lo que si sé es que no sigue cualquier método de internet sin aprobación de ella misma.

Al fin y al cabo cuando regresas a los lugares que estuviste con la persona más feliz del mundo, y volver sólo te hace sentir un gran vacío en el corazón, sabiendo que no la volverás a ver en persona nunca más. Ya que cumplió su misión, y era brindarme amor y paz sobre la tierra. 

Sonreí de lado y tome asiento junto a la ventana. 

—Bienvenidos a Starbucks, ¿qué le puedo ofrecer? —dijo la mesera con la vista perdida en la pequeña libreta que sostenía. No soy psíquica pero está chica la he visto en una parte, su cabello teñido de rosado con corte de Selena Gómez y sus perforaciones, me hacen pensar que ella puede ser la hija de la directora. 

—Gracias, joven, nos puedes traer un café mocha, croissant de mantequilla y para mi amiga... 

Intervine justamente en el momento que hablaría Paul. 

—No, yo quiero un vainilla latte y muffin de choco chip. Por favor y gracias —sonrió y dejo la pancarta sobre la mesa.

Él se sorprendió que abrió los ojos y elevo una ceja. Me sonrió y lo miré sin temor que me mirará de esa típica forma que hacen los chicos para coquetear.

Me he dado de cuenta que todos los chicos tienen esa manera de mirarnos. No es la primera, ni la segunda que alguien lo hace, es más frecuente, ver un chico que elevé las cejas. Hay algunas chicas que elevan las cejas, no sé si lo hagan para coquetear o por duda que no hayan entendido algo, no halló el significado a través de esa expresión física.

—Rachele, ¿por qué tan callada y seria? —Me pregunta de la nada.

Siempre lo estoy. Es otro motivo del cuál no te has dado cuenta, tienes que ser más observador para de cifrarme con los ojos de acosante que cargas encima mío.

Él vive acosandome y yo vivo respirando sin estar molestando a nadie como él lo hace, hay tantas por conocer y explorar. ¿Por qué quiere ayudarme? Soy una chica triste sin remedio que no olvida un recuerdo deprimente que la atormenta adónde habita.

Le seré directa. No me quedaré con las dudas, me huele a buenas intenciones.

Y eso no me gusta.

—Paul, ¿te gusta alguien? —Quiero saber que es lo que realmente quiere.

«Creó que no fue tan directo como lo practique», pensé frunciendo el ceño.

—Y esas preguntas, Rachele, ¿a qué se debe? —Se acercó, poniendo sus manos sobre la mesa.

Solté un bufido desesperante. Ya que yo le pregunte primero, y él ahora me pregunta a mi y no me responde lo que hace rato quise saber. No lo voy averiguar por bocas de otras personas, está vez saldrá de su boca no la de los demás.

Es hora de ponerlo a prueba con mis siguientes preguntas. Serán válidas en definirlas con sus propias palabras, según mi teoría debería de versé pensativo y no calmado. Esto tiene que llegar a el extremo de modificación con las preguntas, deben de ser más interesantes y extrovertidas.



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En el texto hay: novela juvenil, secreto, aventuras

Editado: 15.02.2019

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