Capítulo 15 Eres mi novia.
Llegué a su nivel con timidez, Nefilim parecía estar petrificado, sus alas descansaban en su espalda dobladas hacia abajo; pero siempre sobresalían. Coloqué mis manos en su pecho sólido, tuve que alzarlas para hacerlo; él era demasiado alto y yo muy pequeña. Las deslicé curiosa por cada uno de sus músculos marcados, estaba bien bueno mi hombre demonio. Dicen que las mujeres no deben tomar la iniciativa; pero no estoy de acuerdo. Hay que hacer lo que sientes sin detenerte a pensar demasiado. «Soy partidaria de la igualdad de géneros; aunque en este momento, tocando este monumento, creo que el sexo masculino es superior en todo.» Mi mente estaba divagando por la excitación.
—Te deseo, si continúas explorando no podré contenerme —habló ronco y gutural.
—No lo hagas —lo incité atrevida. Igual lo deseaba, todo mí interior se derretía de ganas por él.
—¿Segura...? —preguntó considerado. Todavía dudaba, lo más probable es que creyera que lo seguiría culpando por su desliz..., no lo haría; aunque era como una espinita inconosa clavada en mi pecho; pero era algo que hacía que se sintiera un poco parejo por haber tenido una relación paralela con Owen: me sentía menos culpable. Estábamos mano a mano, por decirlo de alguna manera popular. Nefilim había sido más valiente, se atrevió a confesarlo a riesgo de perderme, su honestidad era algo que valoraba.
—Completamente... —aseguré, lo deseaba a morir.
No esperó a que agregara más, invadió mi boca posesivo. Me impresionó. Me besó con apasionada intensidad. Exploró mi boca como un espeleólogo busca en las profundidades de una cueva, su lengua aumentó de tamaño hasta ocupar mi garganta; sin dudas podría satisfacer mis deseos más profundos con solo ese órgano gustativo. Me hizo arder de deseo, era algo antinatural estar con él en la intimidad, lo admito; pero me fascinaba. Me cargó y lo abracé con mis piernas posesiva, le devolví el beso con la misma necesidad, me apreté a él lo más que pude y colé mis dedos en su sedoso cabello, tiré de él con fuerza y gruñó gutural de excitación.
—Me vuelves loco, Layla; tanto que tengo miedo de lastimarte —gruñó excitado, con sus extraños ojos de un azul profundo más intenso que nunca, tan misteriosos y desconocidos como una galaxia.
—Ámame como quieras, soy capaz de soportar cualquier cosa...
Lo decía porque confiaba en él, sabía que tenía la capacidad de curarme.
—Estás loca...
—Loca de amor por ti —respondí extasiada.
—Pero el amor no incluye maltrato físico...—protestó.
—Entonces soy masoquista —no lo era, porque si estuviera con un humano jamás lo permitiría; pero con Nefilim todo era diferente. Con él me podría permitir cosas extremas, no era humano y tenía poderes sobrenaturales. Soy una miedosa para el dolor físico, no obstante con él lo aguanto todo, hasta lo que hay debajo de su pantalón, que es descomunal...
—Has perdido la razón —su voz gutural y profunda interrumpió el hilo de mis pensamientos. Me tomó por la barbilla con dos dedos, uno de cada lado, y asaltó mi boca con fuerza. Creo que él también la había perdido (me refiero a la razón). Gemí de placer y clavé mis uñas en sus hombros desnudos. Quería arañar su espalda, pero sus alas me lo impidieron; aunque no me importaba, cuerpo era lo que se le sobraba: Uno muy grande, definido y musculoso.
—Te amo —me salió del alma. Lo amaba profundamente, eso era más que evidente. Se estremeció y me miró directamente a los ojos. Sentí que taladró hasta lo más profundo de mi alma, su mirada era demasiado intensa y estaba cargada de puros sentimientos; me dejó aturdida.
—Siempre te he amado, Layla; sin embargo esta versión de ti me tiene loco. ¡Eres única!, no soportaré perderte —expresó esas palabras con ardor y una nota de dolor. Seguramente pensaba en que un día moriría y era lo lógico, era una mortal. En medio de mi excitación sentí pena por él; pero este no era momento para entrar en depresión.
—Me tienes aquí ahora, vivamos el presente, te deseo —expresé ardiente.
Caminó hasta mi cama y me depositó sobre ella; después me hizo el amor...
Horas después:
—Es hora de que me vaya.
—No quiero —protesté, surgiendo mi lado infantil.
—Mi niña malcriada, pórtate bien, sé razonable.
—Te quiero a mi lado en todo momento.
—Sabes que eso sería imposible, aunque fuera un humano normal.
Era verdad porque tendría que trabajar; pero por hoy no quería separarme de él.
—Quédate solo por hoy —insistí caprichosa.
—No puedo, es muy arriesgado... No insistas, no me gusta tener que negarte algo.
Tampoco quería incomodarlo, reflexioné.
—Ven más temprano en la noche.
—De acuerdo —aceptó.
Besó mis labios de forma fugaz y luego se marchó. Miré la hora en mi teléfono, me sorprendí, eran las 5 a.m.; en verdad era tarde o más bien demasiado temprano, no habíamos dormido en toda la noche: hicimos el amor, conversamos, luego volvimos a amarnos y así sucesivamente. Fue una noche de puro fuego, pero Nefilim fue muy gentil a la hora de la penetración... Me cuidó la mayor parte del tiempo, aunque en el primero perdía el control de vez en cuando; la verdad fue que yo estuve más allá de la cordura en todo momento. Me sentía la cara ardiendo con solo recordar.
Al día siguiente comencé con mi vieja rutina, la cual descontinué para ocultar mi embarazo, fui a la escuela por la mañana y en la tarde al trabajo. Quería comenzar para distraer mi mente. Subí al ascensor, me fijé en mi reloj de pulsera, faltaban dos minutos para la una de la tarde. La mañana en la escuela fue bastante bien, mejor de lo que esperaba. Todos mis compañeros de clases me recibieron con entusiasmo y no me atormentaron con preguntas indiscretas, creí que eso harían; pero por suerte me equivoqué.
No soy buena mintiendo y tampoco me gusta, sin embargo eso es lo que me toca desde que conocí a Nefilim; aunque, a pesar de los inconvenientes, no me arrepiento de nada.
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Editado: 02.07.2022