La Obsesión del Monstruo 2

Capitulo#17 T2

Capítulo 17 Ahora puedo recordar.


—Es hora de irse, nuestro hijo nos espera.

Sin esperar respuesta me tomó en sus brazos y salió volando. Esta era una faceta a la que nunca me acostumbraría, le había perdido el pánico a las alturas; pero volar no era lo mío definitivamente. El corazón se me quería salir del pecho, Nefilim era muy veloz y me provocaba vértigos. Tendría que hablar sobre esto con él, no podía seguir haciéndolo sin mi consentimiento y definitivamente tenía que reducir la velocidad, cuando fuera su pasajero. Llegamos a mi balcón y me bajó, justo en el momento en que mis pies tocaron el piso, escuché un toque en la puerta de entrada. Fui con piernas temblorosas y abrí, era William con nuestro hijo. Ver a mi bebé me hizo sonreír automáticamente. Nefilim se colocó a mi lado y noté cómo se miraron cómplices, el recién llegado y mi pareja. Me sentí incómoda, no me gustaba estar por fuera de algo, creo que a todos nos molesta sentirse excluido y más aún cuando está involucrada la persona que más te importa. Hice una mueca de desagrado.

—Puedes llamarme por mi nombre, William; Layla lo sabe todo, no más secretos para ella —las palabras de Owen me reconfortaron.

—Me alegro mucho por ustedes. Lo siento por todo el daño que te causé, Layla; no fue mi intención. Prometí guardar el secreto de Owen hasta la tumba.

Podía entender su lealtad, lo odié por todo lo que sufrí y por el montón de cosas malas que imaginé; pero ahora sabía la verdad y podía entender su posición. Yo también tenía que actuar parecido frente a mis amigos, e incluso, frente a mi progenitora. Era hora de decirle adiós a todos los rencores y empezar desde cero.

—Lo entiendo, comencemos de nuevo —sonreí amable después de mis palabras y William suspiró aliviado. Era un hombre alto y corpulento, bastante atractivo y muy inteligente; no entendía por qué razón seguía soltero a sus 36 años. El bebé se removió inquieto en sus brazos y comenzó a llorar, su llanto era igual al de cualquier recién nacido, no había ninguna diferencia en el sonido. Tenía hambre, noté, y me partió el corazón. No sabía qué le darían de comer en todo el día y cómo lo tratarían. Sentía mis senos duros desde hacía un buen rato, estaban repletos de leche. Owen tomó a nuestro hijo en sus brazos y lo tranquilizó.

—Siéntate para que lo amamantes —sugirió, lo hice enseguida y lo puso sobre mi regazo.

—Me voy para que estén más cómodos —informó William.

—No es necesario que lo hagas —dije—, necesito que me hables sobre mi hijo, ¿cómo pasa el día?, ¿cuántas veces lo alimentan?, ¿qué le dan?, ¿quién lo cuida?...—quería saberlo todo, me lo debían, ¡yo era su madre!

William se sentó en el sofá frente a mí y desvió la mirada cuando saqué mi pecho izquierdo para alimentar a mi criatura. Me contó que lo cuidaban los tres, Owen, él y la enfermera, la misma mujer que estuvo en mi parto. La conocía bien, vino con regularidad a la mansión durante mi período de aislamiento. Me explicó que le daban leche de fórmula para bebés; pero también comía carne, huevos y fibras. Eso me sorprendió. Miré a Owen extrañada. Aunque su tamaño era el triple de lo normal, no dejaba de ser un recién nacido.

—Tiene que alimentarse bien para que no dañe a sus cuidadores humanos; recuerda que no es un bebé normal y su cuerpo necesita muchas calorías. También estoy pendiente y paso tiempo con él. No muchos humanos conocen mi secreto, por eso no puedo dejarlo con nadie más. El bebé, cuando tenga hambre, puede morder a un humano al intentar comérselo, o algo peor.

«¡Algo peor?, ¿qué podría ser peor que intentar comerse a una persona?» Estaba traumada. «¡Mi pequeño podría comerse mis pechos en cualquier momento!» Tenía temor a pesar de que no quería. Mi piel estaba completamente erizada.

Si eso pasaba entonces sí que iba a parecer una tabla..., recordé sus palabras de cuando no nos llevábamos bien y su pasatiempo preferido era burlarse de mí. De repente me parecieron tan lejanos aquellos tiempos. Todavía me parecía increíble que Owen fuera Nefilim.

—Puede alimentarse de la energía vital de los seres vivos —Owen terminó por decirme lo peor que podría pasar. Le costó trabajo hacerlo, por su actitud deduje que seguramente tuvo una experiencia desagradable por causa de esa forma tan extraña de alimentación.

—¡Oh! —fue lo único que salió de mi boca por el asombro. Sabía que debía buscar la manera de restarle importancia a sus palabras, sin embargo no supe cómo actuar. No quería que de ninguna manera se sintiera mal y menos que me notara preocupada o afectada. Desde un inicio supe que era diferente y lo había aceptado con sus pros y sus contras.

—Pero no te preocupes, no dejaré que lastime a nadie —aseguró, confiaba plenamente en él.

—Vino muy hambriento —reclamé mirando a William con reproche. Y secretamente fue la forma que se me ocurrió para disminuir la tensión de Owen.

—Es porque lo dejé 3 horas sin comer nada para que disfrutara mejor de la leche materna —se apresuró a responder.

—¿Cuántas veces come?

—En el día toma leche de fórmula a las 5 a.m.; desayuno a las 7a.m.; merienda 9a.m, con leche y otras cosas. La fórmula a las 11a.m.; almuerzo 12 y media; merienda igual de variada a las 2 p.m.; la fórmula a las 4p.m.; comida a las 6p.m.; toma la leche que le das todas las noches y después merienda a las 10p.m. Toma fórmula de leche a medio noche y luego a las 5a.m., como un reloj, se despierta y comienza el ciclo.

¡Increíble!, que control llevaba de su alimentación y se veía bastante difícil y complicado.

—Ustedes 3 están muy ocupados, lo siento —estaba avergonzada, tanto que lo odié y lo critiqué sin saber lo que estaba pasando. Me estaban quitando una gran responsabilidad de encima y no era que me pesara criar a mi hijo; pero estaba consciente de que sola no podría. El tiempo que pasaba conmigo era suficiente para dejarme doliendo la espalda.




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