La Obsesión del Monstruo 2

Capítulo#23 T2

 

—Layla, te estaba esperando, quiero hablar contigo.

Layla se tensó, Carla estaba muy seria. Si le hacía la guerra por Owen otra vez, no lo soportaría. La apreciaba mucho y lo que menos deseaba era perder su amistad.

—De acuerdo —aceptó temerosa. Carla la agarró de la mano y la llevó para un lugar apartado, al detenerse la miró sin decir palabras y eso la inquietó aún más. «Por favor dios mío, que no suceda lo que estoy imaginando», rogó en sus adentros. Sinceramente apreciaba a Carla, la había llegado a querer como si fuera una hermana menor. Aunque Carla era mayor que Layla en edad, Layla se sentía la mayor, quizás por tantas cosas que habían pasado a lo largo de su corta vida y en especial, desde que se mudó a la mansión.


—¿Sucede algo malo? —preguntó nerviosa.

—Sé que hay algo entre Owen y tú...—comenzó a decir Carla y Layla imaginó lo peor—Sé que en el pasado me porté muy mal contigo y fuí muy inmadura; pero quiero decirte que no seré un obstáculo para ustedes, me considero tú amiga de verdad y no quiero perder tu amistad.

Layla dejó escapar todo el aire que de forma inconsciente, había estado reteniendo. Imaginó lo peor, pero no fue así, por suerte. Estaba muy aliviada, tanto que si no fuera porque estaban los sentimientos de Carla en medio, reiría como loca de alegría, pero no podía, no sería justo para su amiga. Sabía que la estaba entendiendo, pero sus sentimientos por Owen no habían desaparecido y era lógico, lo entendía. Nadie se arranca del pecho lo que siente solo porque así lo quiera, todo sería tan fácil si fuera cosa de poner o quitar cuando quisieras y a voluntad, pero los sentimientos no son así de fácil o de simples. El interior de cada persona es demasiado complejo.

—Yo te aprecio mucho —Layla sacó la voz con dificultad, afectada por las emociones que estaba sintiendo—, de verdad que te quiero y tampoco quiero perder tú amistad, es verdad que Owen y yo tenemos una relación—le confirmó con angustia, miró fijamente a Carla y solo vio comprensión en sus bellos ojos azules, eso la animó a continuar—.  No fue mi intención, pero sucedió. Jamás quise herirte, lo juro. Al principio, cuando tú me revelaste tus sentimientos por Owen yo no estaba consciente de los míos, creí que lo detestaba; pero no sé en qué momento me enamoré...

—Lo sé, no te guardo rencor, sé que no lo hiciste por molestarme, además él te eligió a tí, lo sabía desde siempre aunque no quise admitirlo por terquedad, desde que llegaste, Owen solo tuvo ojos para ti. La verdad es que nunca los tuvo para nadie más, ni antes, ni ahora. Me sentí diferente porque ese hombre inexpresivo, autoriario y arrogante, me miraba a mí con algo de afecto; pero cuando tú me contaste que me parecía a su fallecida madre, comprendí todo.

Carla, cómo cualquier ser humano, no tenía ni la más remota idea, de que había tenido otras vidas y mucho menos, de que en una de ellas, había sido la madre biologica de Owen. Él fue producto de un gran amor compartido con Lucifer, con un final trágico... Quedaron como amigas, esas chicas que en otra vida fueron hermanas. Hijas de un matrimonio que se amó hasta la muerte. Esa madre de aquel pasado, era la madre de Layla en este momento, la abuela materna que Owen no llegó a conocer, porque murió mucho antes de su nacimiento.

—Rockera —la voz varonil de Owen sobresaltó a las dos chicas, ambas movieron sus lindas cabezas y posaron sus miradas sobre el recién llegado, con los ojos muy abiertos, como si hubieran sido sorprendidas haciendo algo indebido—, imaginé que estabas aquí—. En realidad la sintió, pero no podía decirlo—. Hola Carla, espero que se lleven bien, no me gustaría presenciar otra pelea. No te perdonaría que lastimara a mi mujer.

Dejó claro su relación con Layla. Veía en Carla a la mujer que le dio la vida y la apreciaba por ese motivo; pero Layla era más importante, también había sido una madre para él y era la mujer que amaba.

—No te preocupes, justamente aclaramos ese asunto, Layla es mi mejor amiga y la tienes que cuidar o te la verás conmigo, te voy a dar una golpiza como si fuera tu madre si la lastimas.

Carla lo miró como lo haría una madre que advierte a su hijo de no cometer un error. A Owen le resultó divertida su actitud; pero también le gustó, sintió como un calor extraño dentro de él. Imaginó que así mismo le habría hablado su madre si hubiera sobrevivido al parto. Pero Ariete fue muy desafortunada, no tuvo al lado al hombre que amaba, al único que hubiera podido salvar su vida, así como hizo con su mujer. Ese rencor lo tenía muy clavado en el alma, como una espina incómoda, pero lo había perdonado algo, cuando arriesgó su propia inmortalidad para salvar a Layla.

—Lo tendré en cuetas —río alegre y era la primera vez que Carla lo veía reír. Supo que era feliz y que su felicidad estaba justo a su lado.

—Los dejo, hacen una hermosa pareja, les doy mi bendición.

El gran amor que sentía por él seguía en su pecho, pero decidió que sería de familia, era muy joven para sentirse como madre pero intentaría que fuera más fraternal. Se marchó con una sonrisa en sus labios, no creía que fuera posible, pero se sentía feliz por ellos, tenía una amiga y un hermano, así lo sentía.

—Rockera, ¿por qué viniste para acá en vez de irte para la casa?— No puedo evitar regañarla.

—Quería verte.

—Mentirosa, si no vengo tras de tí no me buscas.

—No quiero estar encerrada en la mansión.

—Está bien, te entiendo, ven.

Owen colocó su mano izquierda sobre su pecho, colándola dentro de su blusa y con la derecha la aguantó.

—¿Qué hacer?, ¡estamos en público!—protestó.

—Quédate quieta.

—Pervertido.

—Mal pensada.

—Yo no pienso mal, mira lo que estás haciendo, habla por sí solo.

Owen acercó su boca a su oído.

—¿Quieres que te haga el amor? —preguntó con voz sensual.

—Lo vez, sucio.

Layla estaba roja como una fresa.




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