La Obsesión del Monstruo 2

Capítulo#24 T2

 

Mantener los ojos abiertos a tanta altura, no le estaba costando trabajo como antes, todo lo contrario, ¡estaba emocionada! La vista era espectacular, la ciudad era hermosa con las luces artificiales que alumbraban la naciente noche. El viento frío chocaba contra su rostro y sentía la punta de la nariz muy entumecida.

—Estás muy callada, rockera.

—Miro el panorama, me está gustando.

No dijo nada más, aunque Owen esperó unos segundos en silencio a que lo hiciera.

—¿Qué te está gustando? —indagó, deseoso de conocer como se sentía su amada, escucharlo de su propia boca.

—Volar.

Layla estaba siendo muy parca, pero su única palabra, su tono de voz y su expresión, eran suficientes para comprender sus emociones.

—Es un alivio, quiero llevarte así a tantos lugares, pero siempre me cohibo.

Lo había deseado tantas veces, pero se había contenido por ella, considerando su temor.

—No lo hagas más. Yo quiero ir, quiero poder compartir más cosas contigo.

Ambos deseaban lo mismo.

—¿Segura?

—Completamente.

Owen sonrió complacido. Tenía muchos lugares en su cabeza para visitar con ella. Fueron directo a la habitación del bebé y estuvieron algunas horas con él. El teléfono de Layla sonó, interrumpiendo su risa por causa de Owen y su hijo, porque lo acababa de vomitar. Miró la pantalla del celular para saber quién la llamaba y contestó.

—¿Dime, mamá? —le estaba resultado más fácil llamarla mamá, en lugar de madre.

—Hija, ¿dónde estás?

—Estoy aquí, en la mansión.

—Pero, ¿dónde? Estoy frente a tu habitación, llamé varías veces pero no me respondes.

—Estoy en el tercer piso.

—¡En el tercer piso? —se asombró, no era de extrañar su reacción, ya que esa plata y la última, siempre fueron un lugar prohibido—. ¿Con mi nieto?

—Sí

—Quiero verlo, ¿puedo?—pidió.

Layla miró a Owen y el asintió en silencio, con un momento de cabeza.

—Sí, te iré a buscar.

Se pusieron de acuerdo y luego colgó.

—Voy contigo —habló Owen, mientras se terminaba de limpiar el torso desnudo, con un paño blanco; el niño estaba en los brazos de William. Layla no se percató del momento en el que cambió de cuidador, por estar sumida en la conversación telefónica. Aceptó enseguida, aunque no fue una petición precisamente, porque no conocía bien esa parte de su propiedad. Llegaron hasta la puerta principal de esa planta y Owen se detuvo.

—Las espero aquí.

Layla comprendió al instante, que él no podía caminar como Nefilim por el resto de la casa, podría encontrarse con alguien del personal. Decidió que nadie se quedaría en su hogar después de caer la noche. Quería que su amado tuviera libertad total, de caminar por dónde quisiera. Salió y bajó las escaleras. Owen la observaba con mirada tierna de enamorado. No demoraron mucho en subir ambas mujeres. Natalie, al ver a Nefilim se quedó paralizada.

—Señora Natalie, no tema, soy Owen.

Ella lo sabía, pero su apariencia tan extraña era demasiado impresionante. Se había estado preparando mentalmente para este momento, pero imaginarlo no es lo mismo que la realidad.

—Owen, ¿cómo estás? —tartamudeó, luego de un incómodo silencio.

Owen sonrió comprensivo, entendía cómo se estaba sintiendo la señora.

—Estoy bien, feliz de que conozca lo que soy —su peculiar voz, sombría y gruesa, estremeció a Natalie. Recordaba la vez que lo vio por primera vez, en la noche del parto de su hija; pero en aquella ocasión no logró verlo a plenitud, cómo lo estaba observando en este momento. Su figura era magnífica y si no fuera por el temor que le inspiraba, admitiría que era hermoso.

—Imaginé a los angeles algo diferente.

En realidad no era algo sino completamente diferente, pero no quería parecer descortés.

—¿Angel...? —Owen miró a Layla confundido.

—Yo le dige a mi madre lo que eres... —se apresuró a decir ella, nerviosa; lanzándole una mirada significativa. Enseguida captó el mensaje. Layla le había dicho una media verdad a su progenitora, por miedo a causarle una impresión más grande. Es más fácil aceptar a un ángel que a un demonio.

—De acuerdo; pero vamos, no perdamos más tiempo, nuestro hijo pronto se dormirá.

Fueron juntos hasta la recamara del “pequeño”. Natalie lo observaba todo con indiscreción y admiración, esta parte de la mansión era muy diferente a las inferiores, pero la arquitectura era muy impresionante. Habían estatuas y pinturas antiguas de diferentes épocas. Owen las seguía detrás, para tener más libertad de movimiento por sus grandes alas, para nada angelicales.

El encuentro directo con lo sobrenatural de su yerno y su nieto fue de nervios para la impresionanble Natalie; pero lo superó poco a poco. No era una familia normal, pero era su familia y sentía un cariño muy especial por su nieto peculiar. Se imaginaba lo difícil que sería su vida por su condición y sentía más empatía; así que se propuso estar a su lado, mientras que la vida se lo permitiera.

A la mañana siguiente:

Al despertar se quedó observando a Layla, para Owen no existía mujer más hermosa que ella. Layla comenzó a removerse inquieta y a estirar su cuerpo como una gatica tierna. Abrió los ojos de repente, encontrándose con la mirada amorosa de su pareja. Él se sintió como si lo hubieran atrapado in fraganti. Ella era la única persona en el mundo, capaz de hacerlo sentir como un humano normal. Exclusivamente ella podía hacer surgir sus sentimientos y emociones, normalmente dormidas o apagadas.

—Buenos días, rockera.

—Buenos días, demonio de mi vida.

Owen sonrió. Si existía el paraíso, para él esto lo era. No podía ser más dichoso.

Tocaron a la puerta.

—Seguramente es William  —supuso ella, porque era lo habitual.

—Es tú mamá —aseguró Owen.

—¿Cómo lo sabes?

—Tengo mis medios.

Layla sonrió, sabía que él era muy diferente y tenía muchas más habilidades de las que ella podía imaginar. Lo besó fugazmente en los labios y se levantó para abrir la puerta. Efectivamente, era Natalie.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.