Esta vez yo no tuve que mencionar el nombre de Javier, mis amigas me preguntaron por él y el cómo me había en mi cita. Les aclare que no era una cita y que solo habíamos estado pasando el rato jugando y escuchando música. También les comente que la próxima vez iría a cenar a casa conmigo y mi madre.
- cenar con la suegra, interesante. -
- No es así como son las cosas Estela – ella no dejaba de hacerme burlas.
- Pero cuéntanos más, ¿Cómo es? ¿Dónde estudia? ¿En que trabajan sus padres? – me quede pensando en ello, a pesar de que habíamos hablado durante mucho tiempo y conocíamos muchas cosas sobre nosotros, realmente no sabía nada de su vida.
- ¿Tienes una foto? ¿Es guapo? ¿Tiene dinero? – Martha siempre hacia las preguntas más directas del mundo.
- Eso no es importante Martha, pero si nos tomamos una foto – saque mi celular para mostrar la foto y este me fue arrebatado de las manos.
- No está mal, no es muy atractivo pero pasa – Martha podía ser muy superficial.
- Parece un chico muy dulce – Estela por otro lado era más comprensiva.
- Lo es, realmente me agrada estar con él.-
Ese día antes de irme a mi clase de arte Imprimí la foto que nos tomamos juntos, pero la que más me gustaba era la foto que le había tomado en la puesta del sol. Guarde nuestra foto en mi bolsa y me fui a mi clase, esta vez el profesor nos dio un gran anuncio, una universidad prestigiosa de arte abrió una convocatoria para un concurso de pintura y el primer premio era una beca de un año y el segundo era una beca por seis meses.
Me puse feliz, quería esa beca pero no sabría si mis padres me dejarían concursar, siendo hija de un abogado y una doctora, convertirme en algo como una artista no estaba en mi futuro, además ¿Qué podía pintar? ¿Un paisaje? ¿Un retrato? ¿Algo abstracto? no lo sabía, pero contaba con seis meses para pensarlo. Seguí mis rutinas diarias habituales, escuela, clases extra y cuidar de Eros.
Las semanas habían transcurrido, estaba empacando mis cosas para irme de nuevo con mi madre, guarde una copia de nuestra foto, mi libro con bocetos para el concurso y un botiquín de bolsillo (desde nuestra plática de aquel día siempre llevaba uno conmigo). Eros me acompaño esta vez y parecía muy emocionado por el viaje, no dejaba de dar vueltas antes de subir al auto. Cuando por fin llegamos lo primero que hizo fue entrar a la casa y recorrió todo el lugar hasta subirse al sofá para quedarse dormido.
Espere ansiosa a que llegara la tarde, Javier solo podía verme después de las cuatro así que lo citamos en casa a las cinco. Cuando la hora se acercó mi madre y yo preparamos juntas la comida; arroz frito con pollo, la comida favorita de Javier.
Pasaban más de las cinco y Javier no llegaba, me sentía triste ¿hice algo que no le agradaba? ¿Le abra pasado algo? No podía dejar de preocuparme. El timbre sonó y fui corriendo a abrir la puerta, un ramo de claveles fue lo primero que mire y después su cara. Tenía puesto lo mismo de la última vez que lo vi con la diferencia de que tenía su cabello peinado hacia atrás, estaba extremadamente fajado y usaba una corbata, lo cual lo hacía ver un poco extraño.
Lo jale de su mano y lo obligue a entrar a la casa, lo despeine un poco, le pedí se quitara la cortaba y de un solo jalón desfaje su camisa. El parecía un poco aturdido pero tenía mejor apariencia así a como estaba antes. Mi madre llego con nosotros y lo saludo, él estaba muy nervioso pero hablo correctamente, nos sentamos todos juntos a la mesa y comimos en silencio, no sé por qué pero el ambiente estaba muy tenso.
- ¿Te gusta la comida? – mi madre por fin rompió el silencio.
- Si, esta deliciosa señora – tenia arroz en la cara.
- Por favor llámame Miriam.-
- Está bien, señora Miriam – quería reírme, el de verdad no había entendido lo que mi madre le estaba insinuando.
- ¿Estudias Javier? ¿Qué te gustaría ser de mayor? – ahí estaba, directo al punto.
- Estoy estudiando en una escuela cerca de casa y todavía no sé lo que quiero para mi futuro pero me gusta mucho la carpintería y en donde trabajo me han dicho que tengo mucho talento – eso me sorprendió, él nunca me había comentado que trabajaba y mucho menos en una carpintería.
- Eso es interesante, ¿Qué piensan tus padres de eso? ¿en que trabajan? – a veces ella no tenía tacto.
- Mi madre falleció cuando tenía ocho años y mi padre…trabaja en un bar – no tenía ni idea, si hubiese sabido sobre ello le hubiese pedido a mi madre que no lo comentara.