La octava luna

Claveles

Recuerdo que llore, en medio de la calle mientras él me daba la espalda, pasaron semanas y yo seguía deprimida. Al final mis padres me dejaron asistir a la universidad de arte, y el verano siguiente inicie mi año escolar, pasaron los días, meses y luego años. Ahora que tengo veintisiete y cada vez que miro al pasado soy feliz de haberlo podido amar.

Me estaba mudando a una nueva ciudad y debía empacar, comencé a sacar cosas de mi closet cuando de lo alto una caja de madera cayo y se rompió. Cuando la mire un vuelco me dio el corazón “claveles” dije en voz alta, cunado levante la caja mire una hoja en el suelo; ¡la caja tenía una parte hueca! y dentro se guardo ese mensaje. Al abrirla mis lágrimas cayeron fluidamente.

“lo lamento, yo solo quería que fueras feliz. Te amo”

Todo era mentira, él nunca me odio, el solo quería lo mejor para mí. Aun si el pensaba que no era lo mejor quería preguntarle tantas cosas “¿Cómo te sentiste al decirme lo que me dijiste? ¿Por qué no me lo dijiste? lo siento, debí darme cuenta” no tenía idea de por lo que él habría estado pasando. Conduje mi auto hasta la ciudad y busque por los alrededores de la antigua casa de mi madre un taller de carpintería. El lugar se miraba bien cuidado y tenía bastante clientela, mire a un hombre en la parte de atrás cargando algunas cajas y decidí preguntar.

- Disculpe, podría decirme si se encuentra disponible el señor Manuel, creo es el dueño de este lugar – el hombre se giró.

- Lo siento señorita pero el ya no es apto para trabajar, ¿Qué es lo que necesita? – alto, cabello rubio castaño, su piel ya no estaba bronceada como antes, pero seguía teniendo la misma mirada cálida.

- Javier… –  simplemente no podía creerlo, él estaba frente a mí. De pronto una pequeña niña salió corriendo de la casa, gritando “papi”.

- ¿Qué sucede Alejandra? ¿está todo bien? – cargaba a la niña en brazos usaba mi nombre en ella.

- Papi ¿Quién es ella? – estaba nerviosa por su respuesta, pero me tranquilizo que al verme sonrió.

- Ella es la chica especial de la que te hable ¿recuerdas? – la niña sonrió

- Ella es quien pinto a papi de pequeño y la que hace todos esos retratos bonitos –sentí vergüenza, el bajo a la niña y le dijo que volviera adentro.

- Eres muy popular por aquí.- dijo con su voz profunda.

- Tu niña es muy linda.- me sentia nerviosa y apenada.

- Si, definitivamente no lo saco de mí ¿Qué te trae por aquí?-

- Encontré esto, y quería saber el ¿Por qué? – le mostré la carta, el pidió sentarme y prosiguió a contarme la historia.

- Al principio la pase mal, pero ahora aunque no estoy muy orgulloso estoy feliz de haberlo hecho. Por qué entonces no tuviera frente a mí a la mejor artista de cuadros hiperrealistas. – me sentía de nuevo como aquella niña de diecisiete años cayendo ante sus encantos.

- Tú tampoco lo hiciste mal, heredaste el taller y ahora eres todo un profesional y al ver a tanta gente creo que muy popular, me alegra a ver venido, muchas gracias por decirme la verdad – me quería marchar pero él me detuvo.

- ¿No quieres quedarte? Podemos tomar algo dentro – me dolía el corazón.

- No creo que sea buena idea, tu esposa podría molestarse – el sonrió.

- No estoy casado – me sorprendí

-¿Y la niña? ¿no es tu hija? –

- Lo es, su madre la dejo a mi cargo antes de irse con su ahora esposo, tengo la custodia completa – no sabía cómo reaccionar.

-No sé qué decir - seguro estaba ruborizada.

-Yo si –me tomo de la cintura y me dio un beso para después decirme.

 

“te amo”




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