La odisea del soldado Sosa

Capítulo 9

15 de junio de 2011

Si no escribí durante todo este tiempo, es porque no encontré las palabras ni el tiempo. La verdad es que no tenía mucho que contarles salvo las revelaciones que hice. Además, me centré tanto en mi recuperación como en el aprendizaje del idioma local, lo cual me ha servido bastante, pues ya soy capaz de mantener conversaciones con los lugareños.

No recuerdo si les había comentado que estoy aprendiendo el suajili con una señora que Matu me presentó. Es una mujer refinada y educada que fue adoptada por una pareja inglesa de la alta sociedad, pero que, a pesar de haberlo tenido todo en Inglaterra, prefirió emanciparse cuando cumplió trece años.

Bueno, eso es lo que ella dice, pero tengo la sospecha de que en realidad escapó del lugar en el que la acogieron; habrá tenido sus razones.

Por otra parte, y pasando a un tema que considero relevante…

Ya estoy caminando con mayor eficacia, aunque cada cierto tiempo debo tomar un descanso; mi pierna derecha no se recupera del todo.

Lo bueno es que poco a poco empiezo a recuperar mi musculatura, así que tengo la certeza de que, en agosto, podré buscar trabajo.

Los amo.

Alexander.

22 de junio de 2011

No sé si esto será gracioso o preocupante, tampoco sé cómo contárselo a Matu, pero debido a que hoy salí a dar un paseo solo (hace días que lo hago), no me esperé que al volver escucharía unos gemidos provenientes de la habitación de Kiwi, a quien encontré abierta de piernas y ensartada por un muchacho.

¡Oh dulce juventud que nos lleva a cometer errores! Imaginen que ironizo con drama shakesperiano.

Esa escena me hizo recordar la vez en que por poco los padres de Mary Ann nos descubren cuando teníamos tan solo quince años.

Por cierto, ¿cómo ha estado Mary Ann? No he pensado mucho en ella, pero la extraño a pesar de que acordamos terminar nuestra relación cuando empezaron a asignarme misiones riesgosas fuera del país.

Bueno, eso no viene del todo al caso, y es que al verme, la pobre Kiwi se avergonzó tanto que empezó a regañar al muchacho, que apenas salió con la ropa interior que logró ponerse; bien dotado el chico, por cierto. Estoy riendo y a la vez me acomplejo también.

Bueno, después de que Kiwi se vistiese, empezó a llorar sobre mi pecho y me pidió que no le dijese nada a su padre, ya que teme que la echen de casa, aunque dudo que Matu sea capaz de algo así.

Ha sido un día peculiar. Tal escena fue algo que me distrajo mucho y espero que a ustedes también al leer esta carta.

Los amo.

Alexander.

27 de junio de 2011

Matu creyó que era buena idea ir a un dispensario, más que todo porque había una jornada médica especial en la que me pudieron examinar y además hacerme una radiografía.

Debo decir que fue un día largo, ¡muy largo! Ya que fuimos a las cinco de la mañana y llegamos a las ocho de la noche.

Lo bueno fue que, al obtener los resultados, supimos que estoy mejorando. Eso quiere decir que más temprano que tarde, estaré en casa. No se imagina lo feliz que me siento.

En vista de mi buen estado de salud, Matu comentó que, a mediados de agosto, cuando presente un mejor andar y no me agote tan rápido, podremos partir a la costa.

Hoy me enteré de que su primo conoce al dueño de un hotel y podrían darnos empleo en ese lugar. Supongo que reuniendo el salario de tres meses, podré comprar el pasaje de un barco hasta Sudáfrica y luego pagar un vuelo directo a Estados Unidos.

No me gusta sacar conclusiones de manera precipitada, pero estoy emocionado. Quiero terminar con esto cuanto antes y tomar un buen descanso.

Los amo.

Alexander.

30 de junio de 2011

A fin de cuentas, le conté a Matu que descubrí a su hija teniendo relaciones sexuales con un muchacho.

El pobre se mostró decepcionado y frustrado, como supongo que cualquier padre estaría, pero solo le impuso un par de castigos y la obligó a distanciarse de ese muchacho; resulta que era su novio.

Me sentí un poco mal por Kiwi, que me dejó de hablar y ya no me trata con amabilidad, aunque supongo que se le pasará rápido; su comportamiento es el típico de una adolescente.

Por otra parte, la señora Thompson, quien me enseña suajili, dijo que dejará de darme clases.

No aclaró la razón, tan solo me informó de ello con la severidad que la caracteriza. Estoy cien por ciento seguro de que quiere dinero y no tiene la valentía de cobrarme.

Por ende, a partir de ahora, tendré que defenderme con lo que he aprendido hasta el momento, que podía considerarse un nivel intermedio.

Ya con el dominio de tres idiomas, creo que sería sencillo encontrar un buen empleo cuando lleguemos a ese lugar que Matu mencionó.

Los amo.

Alexander.

1 de julio de 2011

Un ataque nos tomó por sorpresa y no pude hacer nada para evitarlo; me vi obligado a esconderme como lo he venido haciendo cada vez que el ejército estadounidense visita esta zona.

Matu iba saliendo al aljibe cuando regresó asustado y ordenándome que me escondiese. Dijo que justo antes de salir del pueblo, vio que dos camionetas blindadas se acercaban a toda velocidad.

Al principio no me asusté porque normalmente el ejército solo hace breve inspecciones de la zona, pero hoy, más allá de un ataque, raptaron a varias personas que supongo llevaron a la base para sacarles información; tengo la certeza de que a alguien se le fue la lengua por aquí.

Ante este gran imprevisto, Matu y yo acordamos partir mañana mismo a la costa.

Él fue a negociar con un conocido para que nos lleve, pues es quien cuenta con un vehículo en condiciones decentes.

Me duele que como único método de pago, Matu haya ofrecido su casa. Todo esto es mi culpa y no sé cómo podría retribuirle tanto apoyo.

Los amo.

Alexander.

2 de julio de 2011




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