La Orden de las Dianas

Capítulo 3

Sage

- Este puré esta exquisito.- saboreó Takom, gimiendo de placer.

- Ni lo intentes, ya te he servido tres veces.- Miró de reojo Kayak conociendo sus obvias intensiones.

- ¡Oh! ¡Vamos!

- Mínimamente termina de tragar lo que te has metido a la boca.- un hombre joven de cabello colorado y pecas se sentó al lado mío, no lo había visto antes.

- Eres el menos indicado para criticarme, tienes el plato a rebosar.- mi nueva amiga terminó de tragar y tomo un sorbo de agua.

- Lo merezco por haber estado todo el día a la intemperie trabajando en la ampliación de las caballerizas.- sonrió como todo un ganador, con el problema que sus dientes no eran del todo blancos y tenía el colmillo chueco a simple vista. Así mismo parecía simpático.

- Nosotras también quedamos exhaustas, la diferencia es que eres el favorito de Kayak.- bufó en voz baja. Pero se le escucho clarito. – ¿verdad Sage?

- Eh, mmmm… ¿sí?- la verdad es que yo no estaba cansada, no tanto como creí que lo estaría.

- ¿Tú quién eres?- fue recién entonces cuando el colorado se percató de mi existencia, giró levemente su torso para verme el rostro, el calor se me subió a las mejillas.

- Sage…

- La recién llegada, mi nueva compañera- me interrumpió Takom, era atolondrada.

- A ti no te pregunté, cierra la boca un rato.- espetó el sujeto de mala forma. Ella estuvo por responder pero hizo un puchero y se puso colorada de la bronca. – Así que Sage… un placer… soy Nikator, pero puedes decirme Nika.

- También es un placer.- respondí seria ante su galantería. Sentí el ruido de un tenedor contra la mesa y me sobresalté.

- ¡Takom! ¿Qué son esos modales?- exclamó Kayak haciendo que las otras quince personas que comían en la mesa nos prestaran atención.

- “Siy Nikitir, piri piidis dicirmi Niki”- repitió imitandoló, mi amiga, totalmente enfurecida. Y yo no estaba entendiendo nada. - ¡A mí me permitiste llamarte por tu apodo solo después de tres meses de trabajar juntos!

- ¿Celosa?- sonrió socarrón Nika. Y por si pensaba que Takom no podía ponerse peor, estaba equivocada. Su nívea piel pasó de rojo a bordó, hasta se le había inflamado la vena de la frente y parecía a punto de reventar.

- ¡Eres un cretino! ¡Te odio!- se levantó, tiró la silla para atrás y se fue dando unos pasos que si el suelo fuera hueco y de madera habría resonado por toda Ajandría.

- Ay, Nika, ¿era tan necesario? ¿de verdad?- miró Kayak apesadumbrada al joven que cambió de expresión a una de enfado.

- ¡Ella es la histérica! ¡no aguanta una maldita broma!- se levantó también de su asiento y estaba dándose la vuelta cuando Kayak lo detuvo.

- No has terminado de comer.

- Ya no tengo apetito… - se fue por la misma puerta, camino a los dormitorios.

- ¿Estás bien?- me tomó de la mano la cocinera y preguntó con una voz más suave.

- Debo pedirle disculpas a Takom, de verdad no fue mi intensión.

- ¿Por qué le pedirás disculpas?

- Porque ella se enojó por mi culpa.

- Sage…- suspiró- ellos pelean así desde que se conocieron. ¿Ves alguno aquí exaltado?

- No.- respondí luego de echar un vistazo y ver a todos comer como si nada hubiera ocurrido.

- Estamos acostumbrados a sus histeriquitos.

- ¿Cómo?- pregunté haciendo que Kayak abriera mucho los ojos sorprendida por mi falta de entendimiento y comenzó a reír con la boca abierta.

- Mi vida… - se cubrió la boca con la servilleta y me miró dulce.- es bueno saber que aún existe la inocencia.- tomo un respiro profundo y continuó- ¿Quieres hacer algo por Takom?

- Sí.

- Ven conmigo.- se levantó y me hizo seguirla a la cocina. Tomó dos porciones de tarta las envolvió y me las dio diciendo- son de pera, simplemente cómanlas, una para cada una. Dile que aunque no lo digo seguido, entre Nika y ella, siempre la elegiré a ella. Y que él, tarde o temprano, se dará cuenta de lo que se pierde.

- ¿Qué se pierde él?- ella volvió a sonreír amable y apoyo su mano derecha en mi hombro izquierdo.

- Tu solo dile, que yo digo eso. Ella entenderá a que me refiero.- la cocinera se puso a acomodar el resto de la tarta, yo iba de salida hacia los dormitorios evitando pasar por el comedor cuando me detuvo su voz.- Por cierto Sage, se nota que serás una excelente amiga para Takom, tienes buen corazón. Pero recuerda, hay cosas que no son tu culpa.

 

Caminé por el pasillo hasta llegar a la habitación que compartía con mi compañera, a la que encontré llorando sobre la almohada. Me senté sobre su cama, a sus espaldas y acaricié su cabello. Ella me miró con sus ojos embotados con una mirada angustiada. Me pidió perdón por su exabrupto, me aclaró que yo no había hecho nada malo cuando quise pedirle perdón. Le dije todo lo que Kayak me pidió que le dijera, le mostré la tarta de pera y ella mostró una sonrisa que seguía siendo triste. Mientras la comíamos rompí el silencio.

- Takom, ¿te puedo hacer una pregunta?

- Si es sobre el idiota de Nika, no. Hoy no.

- ¿Por qué te preguntaría de ese chico? Qué por cierto me pareció de lo más grosero. 

- Jajajaja, mejor.- sonrió- dime, que quieres saber.

- ¿Por qué nos tratan tan bien?

- ¿A que te refieres?

- Sí, digo… Mi concepto de esclavitud, por lo que vi y escuché en la Tierra no es esto. Trabajamos hoy con máquinas al limpiar las alfombras. Nos alimentan bien y las instalaciones están en buen estado. Es verdad que no podemos pasearnos por todo el recinto, lo cual me parece extraño, pero no malo.

- Al contrario, esa norma es para cuidar a los siervos del Amo. 

- ¿Ves? No entiendo ¿Por qué?

- Es porque el amo tiene una Diana- me lo dijo como lo más lógico del mundo. Hice silencio para que continuara con la explicación porque definitivamente no sabía que significaba eso.




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