La Orden de las Dianas

Capítulo 4

Taramis

Llevábamos una semana en la nave, solo habíamos parado tres veces por combustible para la nave. El reactor era económico, consumía poca energía, ayudaba que la nave no fuera de gran tamaño. Aunque por fuera pareciera una carcacha sacada de un basural, dentro tenía la misma maquinaria que se usaba para las imperiales, eran los beneficios de ser espías de la corona. Aunque habíamos logrado salir del sector F25 con vida, no me podía relajar, ya deben haber descubierto que nos infiltramos en el sistema y robamos información a los rebeldes de La Banda Azul, sobre las armas que están creando. Después de que Iker la decodificara, no solo teníamos en nuestras manos los planos de las armas, sino también los proveedores de la materia prima y libros contables. Nos faltaba descubrir donde estaban las fábricas y las rutas de tráfico. Hasta hacía dos años sospechábamos que la base de control estaba en el sector F02, se hizo un golpe de allanamiento con las tropas pero solo se encontraron restos de lo que era un campo de entrenamiento de fuerzas, pero nada q indicara trabajo de inteligencia. También era un misterio quien los comandaba, se comportaba como un fantasma, no dejaba pistas en ninguno de los atentados terroristas que causaban.

Si tengo que ser honesto, hasta cierto punto los entiendo. El mandato de mi abuelo y luego el de mi padre, no han sido ejemplares. Se dejaron presionar por el parlamento en la toma de decisiones, por un grupo de oligarcas que solo velan por ellos mismos y sus fortunas personales. Las leyes sancionadas sobre tributos y esclavitud son opresivas. Pero la violencia no es la solución. Sobre todo cuando se atacan hospitales, escuelas y centros culturales.

Mi confianza está en que mi hermano haga un despliegue magnánimo de su poder cuando tenga la corona en su cabeza. Poco a poco ese adolecente tímido y tartamudo se ha convertido en un hombre joven firme y leal a sus convicciones. Aunque soy un año mayor, Onix es hijo de la Emperatriz, el heredero legítimo al trono.

Sinceramente nunca ambicioné el trono, a diferencia de lo que cree mucha gente. No soy hijo siquiera de una concubina, nací del resultado de una aventura entre el Emperador y una mujer de origen desconocido que murió al dar a luz. Igualmente fui reconocido como  hijo legítimo del monarca, más allá de la confirmación por una prueba de ADN, soy idéntico a mi padre físicamente. Fui criado, en teoría, como príncipe como el resto de mis hermanos y hermanas. Con la diferencia que soy el último en la línea de sucesión al trono y no tengo títulos nobiliarios ni tierras, por un acuerdo al que llegó mi padre con el parlamento y la Emperatriz a cambio de poder pertenecer a la familia Real. Debido a eso entré en la milicia.

El General Brohn, cabeza del ejército, se ofreció a ser mi mentor, el Emperador no pudo rechazar esa petición, era una buena forma de mantenerme lejos de la capital, de la corona y así tranquilizar los nervios de su esposa. Arthur Brohn ha me ha cuidado como a un hijo, velado por mis estudios académicos y preparado como militar y hombre. Eso no significa que mi carrera fue sencilla, comencé como cualquier recluta y me gané mi derecho de piso con sacrificio y esfuerzo. Actualmente pertenezco a la división de espionaje, como General de mi propia brigada. Estoy al servicio del Imperio, siempre y cuando no se me exija ir contra de mis principios aunque eso me cueste el cargo o la cabeza. Y espero ser una fuente de apoyo para mi hermano en un futuro.

-Taramis, ven.- Runar me sacó de mis pensamientos, apoyado en el marco de la abertura.

-¿Qué sucede?

-Iker encontró algo más.

-Ya voy.- deje el mapa estelar en la mesa, me puse de pie y tomé el mismo camino por donde vino mi segundo al mando.

-Alteza tiene que ver esto.

-Dime - me agache por sobre su hombro para ver la pantalla que apuntaba con el dedo.- ¿Qué más hallaste? 

-Coordenadas… no se bien de donde específicamente, pero mostrándole a Runar los libros de contabilidad encontramos como unos símbolos anotados al final de ciertas compras, como una huella de agua digital, buscamos un patrón y creo haber descubierto algo. Sospecho, como decía que se trata de coordenadas, del destino de cada compra, por ejemplo lo que es metales pesados, material de ensamblaje y algunos radioactivos tienen los mismos símbolos, mientras que el de granos o medicamentos tienen otros símbolos. Solo que no los reconozco, no estoy seguro de a qué idioma o dialecto pertenecen.

-Esto es gigante, podríamos descubrir la ubicación de las fábricas de armas.-

-Lo es Thaiel. Tenemos que manejar esta información con cautela. Por lo pronto necesitamos buscar lo que significan los símbolos.

-Seguro en la base cuentan con los contactos de algún lingüista.

-No, Xima, no podemos avisar a los superiores de esto.- largué en casi un suspiro 

-¿Sigues sospechando que se filtra información?- me cuestionó Thaiel

-No es una sospecha, estoy convencido, solo que no tengo pruebas para presentarle a las altas esferas y tampoco estoy seguro de hasta dónde está contaminado el personal.

-¿Entonces como procedemos?- Xima se mostraba tan preocupado como el resto.

-Mandaremos un informe sobre que encontramos libros de contabilidad, una copia superficial de la información. Lo demás lo mantendremos confidencial hasta que me pueda encontrar personalmente con el General Brohn.- suspiré, me dolía la cabeza.- debemos solucionar lo de la lingüista, sin llamar la atención de los superiores.

-Ya sé dónde encontrar una buena lingüista.- exclamó Iker y captó nuestra atención.

-Por favor, que no sea en otro burdel…- rogó Xima

-No me sorprendería que así fuera, no sería la primera vez.- se tocó el puente de la nariz Runar.

-Mis contactos en los burdeles han sido muy útiles, les recuerdo. Pero esta vez no, donde estudié en Ajandría hay una profesora de lingüística. Quizás ella pueda ayudarnos.




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