La Orden De Los Ocultos

Noche de Pesadilla

No podía dejar de pensar en lo abandonada que me sentía al tanto observaba sin ganas el paisaje frío y oscuro desde la ventanilla del taxi.
Esa acción pareció empeorar mas mi soledad.
Suspire en un intento de guardar la calma mientras el taxista volvía a mirarme desde el espejo retrovisor.

— ¿Es su primera vez aquí? —me pregunto con sus ojos llenos de curiosidad.
—si — dije muy apenas, pensando en la situación bochornosa que me esperaba.

Baltazar Lyforn.
Era sin duda, un completo desconocido al igual que sus dos sobrinos, asi que cuando la ley me ordeno vivir con ellos puse el grito en el cielo, no lo conocía, excepto por la foto borrosa de el y otras personas extrañas en mi antigua sala.
Sabia que no podía quejarme, a pesar de lo que había sucedido, ellos con su apellido rimbombante iban acoger a una total desconocida...
—Es aquí —me informó el hombre tras el volante.
Mire la extensa casa anonadada.
—¿Esta seguro?
Hice una mueca.
— Si, esta es la dirección —me contesto el hombre enseñando el pequeño papel arrugado que yo había tenido anteriormente.
Asenti no muy convencida mientras me bajaba del taxi.
El conductor encachuchado hizo lo mismo y abrió la cajuela bajando con amabilidad mi equipaje. Le pague lo indicado para después acercarme a las rejas de la casa y marchar hasta la puerta de entrada mientras el auto amarillo se iba a mis espaldas.
Tome una bocanada de aire al tanto mis manos viajaban temblorosas a la puerta, después de tres toques se abrió.
Cuando un chico paso a mi lado tan rapido que tan solo pude ver el movimiento de su cabello castaño, Mientras su cuerpo había dejado una brisa helada cerca de mi, ignorando totalmente mi existencia.

—¿A donde crees que vas? —se oyó una voz reprobatoria.
Gire mi cuerpo sobresaltandome, reconociendo al hombre frente a mi como Baltazar Lyforn, mi nuevo tutor legal.
Me sorprendió verlo idéntico a la foto de mis padres...
El joven lo ignoro, y siguió caminando hasta perderse en las sombras de la noche.
Baltazar bufo, y me miro con sus ojos avellana como si recordara que yo estuviera ahí.

—S-soy Emma Clark — Murmuré nerviosa.

—Baltazar Lyforn — se presento el hombre con voz resentida —creímos que llegarías en la mañana — añadió y se hizo a un lado para que yo pasara.

—Me retrase un poco —contesté distraída mientras miraba el inmenso hall de entrada.

—Estábamos preocupados por ti — dijo el y no pude evitar bajar la mirada, aunque la verdad dudaba de su comentario —¿Te apetece algo?

—No gracias, por ahora solo quisiera descansar.

—Entonces te llevare a tu habitación.— dijo el y tiro con tal fuerza de mi maleta que aun seguía en mi mano haciendo como consecuencia que casi caiga de bruces hacia el suelo.


Me guia a un lugar mas adelante mientras voy observando todo detalladamente:
Las escaleras cubiertas con terciopelo, las cortinas, el suelo de mármol y el retrato de dos jóvenes que no pude distinguir. Levanta mi equipaje sin esfuerzo y subo las escaleras junto a él.
Tenia que admitirlo, este lugar tenía clase.

—Siento lo de Cameron —dice el de repente volteando hacia otro lado con incomodidad. Lo mire confusa —mi sobrino —aclara al observarme.

—No se preocupe por eso —respondí encogiendome de hombros —estoy segura que ni siquiera noto que yo estaba ahí. —dije tratando de quitar la tensión.

Baltazar ya no hablo.

Ya arriba lo sigo de nuevo hasta un pasillo donde habré una puerta de par en par.
—Espero que te guste —me dice añadiendo un sonrisa de labios apretados. Aun asi la acción forzada no desencaja con su imagen atractiva.
Le devuelvo el gesto y entro a el cuarto observando las dimensiones del lugar mientras siento los pasos de Baltazar tras de mí.
Me estremeci de repente.
—Es muy linda —añadí con genuina amabilidad admirando la sencillez de mi nueva habitación.

El me mira satisfecho y deposita mi maleta en un rincón.

—Te dejare instalarte —me avisa mi tutor —te veré mañana en la mañana, que descanses, Emma —agrega el con cortesía dándome una mirada cargada de calidez.

—Hasta mañana Baltazar —respondo y el asiente dándose media vuelta, pero cuando esta a punto de cerrar la puerta, las palabras salen de mi boca sin frenarlas.
—Gracias por todo —susurre mirando sus ojos avellana sin tratar de prestar atención a lo duro e inexpresivo que lucía su rostro.
El bajo la mirada y salió de la habitación visiblemente incomodo por mis palabras.


Me siento sobre la cama desempacando con precaución las pocas cosas que habían en mi maleta debido al incendio que acabo con mi casa...y con mi vida.
Guarde todo en el pequeño closet del lugar, y observe todo con nostalgia, sabia que no podía mentirme, aunque me gustaba la habitación no se podía comparar al hogar que tenia.
Sacudi la cabeza para despejarme, tengo que dejar de pensar. Termine de arreglar mis cosas y me acosté entre las cobijas de la grande cama. Apague las luces de la lampara de noche, tome la foto enmarcada de mis padres y mire el techo sobre mí.




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