La Orden De Los Ocultos

Primeras impresiones

Despierto jadeante con un frío sudor bañando mi cuerpo.
Me levanto de la cama notando que el sol ya ha salido, doy traspiés al baño y llego hasta el lavabo observando mi agitada imagen en el espejo.

Entonces lo recordé todo; la figura escalofriante de ojos llamativos, su cuerpo sobre el mio, un inmenso placer y el...
—dolor —dijeron mis labios mirando mi rostro.
Casi como instinto abrí las llaves del lavabo haciendo brotar el agua.
La tome entre mis manos llevándola a mi cara repetidas veces tratando de ahogar los recuerdos de mi pesadilla.
Y cuando me fue suficiente me desvesti rápidamente entrando a la ducha.

Tome lo primero que encontré en "mi nuevo closet" y salí de mi habitación no sin antes confirmar por el estrecho de la puerta la soledad del pasillo.
Ya en el piso de abajo me guíe por el sonido de las voces que provenían de un lugar de la casa.
Camine acercandome poco a poco, vislumbrando el comedor. Al entrar, veo una incomoda escena.

Baltazar esta ahí delante de un joven castaño, miro la situación con curiosidad mientras platican algo que no llego a entender.
Hasta que caigo en cuenta que apenas llevo un día en esta casa y pareciera que los estoy espiando...me doy la vuelta avergonzada por mi comportamiento.
Hasta que detrás de mi, oigo la fuerte y clara voz de Baltazar.

—¿Emma? —dice el congelando mis músculos.

—Buenos días —contesto nerviosa acercandome un poco más, mientras las manos me sudan.

Entonces el chico se voltea.
El cabello castaño enmarca su rostro dulce, pero algo perverso emana de sus ojos al mirarme.

— Buenos días —dijo el joven con una sonrisa espléndida haciendo que mi corazón de un brinco—no hemos tenido la oportunidad de presentarnos, soy Cameron —prosigue el castaño aun sin dejar de mirarme y me tiende una mano.

Le sonrio con esfuerzo.

—Mucho gusto, soy Emma. —respondo estrechando su mano con la mía.

Sostiene mi mano con la suya por demasiado tiempo, inquietandome sin razón.

—¿Deseas desayunar Emma?—me pregunta Baltazar colocando la mano en el hombro del castaño.

Casi como instinto Cameron me soltó.

—Claro —Contesto tímida y espero que ellos también me sigan, pero en cambio no lo hacen...

— Tranquila come sin cuidado —añade Baltazar al ver mi expresión desconcertada. — ya desayunamos.

Asiento y doy media vuelta, encontrándome atrapada en unos ojos verdes intensos tan hipnóticos que me contemplan sin expresión alguna en el rostro. Su mirada sigue en la mía y yo tampoco no puedo, <no quiero> dejar de mirarlo, haciendo que mi corazón se acelere y el pulso se me agite.

—Peter, ella es Emma —añade Baltazar.

<Peter> susurro una voz en mi mente.

Sin embargo el chico no habla, solo me alza las cejas en señal de un frio saludo y pasa junto a mi, ignorandome.
Parpadeo confusa aun mas nerviosa.
—Bueno debemos irnos —Dice Cameron interrumpiendo la tensión antes hecha.
— ¿irse? —pregunte casi de inmediato presa del fisgoneo.
Siento la cara roja al darme cuenta de la velocidad de mi pregunta.
Pero Cameron me da otra sonrisa esplendida.

— Al instituto niñita —comenta Cameron en tono burlón haciendo que mi cara se sonroje a un mas y eso parece divertirle —pero tranquila Emma, pronto me
seguirás —añade el con tono duro, casi seductor.
Me quedo sin habla. Entretanto Baltazar adquiere una mirada felina hacia Cameron que parece importarle un reverendo cacahuate.
El hombre suspira fuerte y camina hacia el hall de la casa.

—¡Se les hará tarde! —exclama estricto Baltazar desde el otro lado de la residencia.
Cameron bufo y salio de el comedor casi a zancadas, sin en cambio Peter con calma impertumbable paso por mi lado. Pero cuando su hombro rozo el mio, algo me sacudió y por un segundo vi la imagen de mi misma acurrucada en el pecho del joven de cabello negro intenso.
Me estremeci ligeramente y por un momento, sentí a Peter quedarse quieto también, gire mi cabeza para verlo y sus ojos esmeralda me miraron confusos.
El muchacho sacudió la cabeza, miro hacia el frente y se dirigió hacia la salida, como si nada hubiese pasado.
Y el recuerdo de mas sucesos extraños llegaron a mi mente, acordandome de cuando la tierna y suave mano de la abuela tocaron la mejilla de una pequeña yo, mientras mis ojos la veían en un ataúd.
Sacudi la cabeza enseguida y aun perturbada me limite a desayunar tratando de olvidar mis deslices de locura.

Camino frustrada hacia las escaleras, han pasado varias horas y no se que hacer en esta vivienda grande y desconocida...
Quisiera estar en mi casa.
Bufo agotada y doy un paso firme en el primer escalón con el deseo de lamentarme a gusto en mi habitación, hasta que la figura de Baltazar me habla.
—Quería hablar contigo —me dice el hombre poniéndome nerviosa.
—¿Que paso? — pregunto tratando de mirarlo a los ojos.
Sin éxito. Bajo la mirada casi al instante, algo en el me da miedo.
— ¿Te gustaría estudiar en casa? —añade con semblante serio.
No puedo evitar abrir los ojos como platos con la boca entreabierta.
Un rotundo <NO> suena en mi cabeza de inmediato.
Y quedarme en esta casa sin tener la oportunidad de salir, no gracias no planeo ser una prisionera.
Trago saliva mientras los ojos del hombre no dejan de mirarme.
<Tal vez Cameron sacó de el ese odioso hábito> -pense.
—Baltazar ...—suspire fuerte en un intento de tomar valor—yo no creo que sea bueno para mi estudiar aquí.




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