mire al espejo no muy convencida de lo que veía.
Los rizos del cabello se habían deshecho gracias a mi genética de melena lacia, el vestido que estaba portando no me gustaba en lo absoluto. No es que estuviera mal. Simplemente eran los gustos de Lisa y no los mios.
Camine hacia la cama tomando mi pequeña bolsa, la coloque sobre mi hombro y antes de salir, eche otra mirada al espejo.
Tenia que admitirlo, estaba nerviosa.
Salí de mi habitación hasta la planta de abajo, no sin antes despedirme de Baltazar, y ganarme una platica con él, sobre como debía cuidarme y que regresara pronto. Etc, etc.
Estaba empezando a creer que él si se preocupa por mi de verdad. Eso o era un buen actor.
Seguí hasta el hall de entrada y cruce la puerta hacia el patio delantero.
El auto de lisa ya estaba ahí.
—Se que es anticuado —dijo cuando me acerque hacia ella — Pero nos servirá esta noche.
Le sonreí amablemente y ella me imito.
Subí al auto sin prejuicios, y Lisa manejo por las calles mientras la corriente de aire se filtro por la ventanilla enredando mi cabello.
Deduje con simpleza durante el camino y el ver como se estacionaba, que manejar no era su fuerte. De hecho trataría de no volver a subirme a un auto con ella. Eso era un hecho.
Salimos del vehículo hacia la entrada del lugar. Del cual nunca había oído. Pero en palabras de lisa era el mejor sitio para unos jóvenes adolescentes que querían divertirse.
Lo primero que vislumbre al acercarnos fue la fisionomía de Jay recargado en una de las paredes con los brazos cruzados sobre su pecho.
Usaba una chaqueta negra de cuero, que lo hacia ver realmente... bien. A su lado observe a un chico rubio que miraba hacia un lado distraído, después esa imagen cambio cuando me di cuenta que lisa había abandonado su lugar junto a mi para acercarse al joven.
Me acerque con paso lento hacia ellos al tanto la morena los saludaba con entusiasmo.
Sentí la mirada de Jay sobre mí en cuanto mas me acercaba, se endereza alejándose de la pared con los ojos abiertos y sin dejar de mirarme. Cuando estoy frente a el, las comisuras de sus labios se levantan al tanto sus ojos me miran de una forma que no llego a descifrar.
...
ro la luz del lugar es tenue casi tamizada, el sonido de la musica es alto pero sin dejarte sordo, todo parece estar abarrotado. Ay jóvenes por todas partes, en las mesas, el billar, bailando provocativamente.
Definitivamente Lisa tenia razón.
Vamos hacia una mesa y nos sentamos los cuatro juntos, Jay no me habla solo se limita a mirarme, en cambio Lisa habla animadamente con Benjamín.
Este la mira sin perderla de vista, hasta que sus ojos de plata se centran en mí, me examina el rostro con curiosidad durante pocos instantes para luego girar la cabeza con expresión insatisfecha.
Fruncí el ceño confundida.
—Te ves muy bien —escuche a Jay decirme muy cerca.
Gire para verle y ambos sonreímos.
Después de poco tiempo el ambiente entre nosotros de destensa, nos la pasamos bebiendo y platicando.
Bueno, mas bien Lisa y Jay hablan animadamente, mientras que el rubio y yo, reímos como tontos de sus anécdotas.
—Ya hace hambre ¿No creen?—Pregunto Lisa batiendo las largas pestañas negras.
—Tienes razón, acompañame Jay —Dijo el rubio, y su pude evitar pensar en lo enigmática que era su voz.
Jay se levanto y los dos jóvenes se dirigieron la barra, donde ahí un mesero los abordo mientras nuestros acompañantes le informaban sus peticiones.
—¡Verdad que es lindo!—Chillo lisa.
Rodé los ojos.
—Si Lisa. —dije sin ganas mientras tamborileaba los dedos sobre la mesa.
Su ceño se fruncío.
—¡Enserio Emma! —dijo reprobatoria la morena— Jay solo esta esperando una señal de tu parte para caer rendido a tus pies y tu no lo notas.
Mis ojos se abrieron de par en par y la boca se me seco.
Lo reconocía, Jay me agradaba tanto como Lisa, el era amble, lindo y encantador, sin embargo nunca me había puesto a pensar en el de forma diferente.
Alca la vista casi con precaución, Lisa estaba con el ceño fruncido, pero después este desapareció lentamente y miro algo sobre mi. Apenas me di la vuelta para saber que la había intrigado, me quede estupefacta.
Cameron llego con una linda chica rubia colgada de su brazo que lo miraba atontada, y detrás de el, Peter entro con su estilo desenfadado que lo hacían ver demasiado atractivo para mis ojos.
Todas las chicas, incluyéndome a mi, los mirábamos absortas.
—¡La comida llego chicas!—exclamo Jay sentándose a mi lado tocandome ligeramente la espalda con una de sus manos, mientras el mesero dejaba un tazón de nachos.
Lisa exclamo feliz.
Cameron paso junto a mi con la hermosa desconocida y me alzo las cejas con una sonrisa petulante de tal manera que solo yo pude notarlo.
Imbécil.
Por otro lado los ojos embriagadores de Peter miraron la mesa en la que me encontraba con expresión desden. Me sorprendió el hueco que sentí en el pecho tras su reacción.
Empezaba a creer de manera real, que ellos si se hacían cargo de mi, tal y como había oído la conversación de Baltazar.
Ellos solo me cuidaban por orden de su terrorífico tío.
Y ahora me habían seguido hasta aquí.