La Orden De Los Ocultos

El acercamiento

—¡Rayos! —susurré mientras dejaba el cuchillo para examinar la herida.

Tenía un corte en el dedo índice y pulgar, no había estado a punto de cortarme el dedo yo misma, obviamente, pero aun asi me salía bastante sangre. Siempre me había pasado así.

Limpie la sangre a los lados de mi ropa, mientras me apretaba los dedos con la mano libre.
Subí mi vista y entonces note como los dos chicos me miraban aun sin parpadear.
La expresión de sus rostros era ilegible, en el lugar reinaba el famoso silencio incomodo. Y justo cuando iba a hablar la puerta de la casa se oyó.

Tenia que ser Baltazar.

Espere a que los dos reaccionaran, pero no lo hicieron, tal vez eran de esos tipos que no soportaban la sangre aunque en mi cerebro la idea parecía una broma para unos chicos tan masculinos como ellos.

—¿Chicos?—se escucho la voz de Baltazar mientras cruzaba la cocina.
Los tres giramos para verlo.
—¿Que te paso?—preguntó mi tutor pasando por en medio de los hermanos hacia mi.

—No fue nada, solo un corte —respondí sintiéndome tonta. Los dos jóvenes dejaron de mirarme.

—El botiquín está en un armario de la sala de estar, —dijo Baltazar con voz suave.— Cameron traerá comida, para todos—agregó el hombre, al ver los alimentos a mi lado.

Asentí rápidamente y mire sobre su hombro pero los hermanos ya no estaban. Salí de ahí hasta la sala de estar y observe por el rabillo del ojo como Cameron salía de la casa.
Abrí el dichoso armario que Baltazar había dicho y rebusque en la repisa de en medio.
Viendo cajas y cajas y luego nada.
Suspire frustrada dejando caer los brazos a mis lados.

—Ahí no esta—dijo Peter solo a unos pasos de mi. Voltee hacia el.

—No veo nada —conteste excusandome apenada.

El se acerco hacia el armario justo a un lado de mi.
Su aroma golpeó mi nariz, huele tan bien que podría embriagarme. Sus brazos se estiraron muy arriba palpando con facilidad una caja de plástico que no había visto antes.

—A veces debes de ver más allá —dijo con simpleza clavando sus ojos en los mios.

Lo miré avergonzada por mi falta de atención.¿Por que cada vez que se acercaba a mi tenia que ponerme tan nerviosa.? Al parecer tenía una muy mala racha cuando Peter decidía hablarme.
Lo vi dirigirse a un sillón de la sala, dejando a un lado el botiquín. Sus cejas se alzaron hacia mí. ¿Acaso ...?
Oh no.
Me acerque hacia él con el corazón agitado.
Me senté y Peter abrió la caja. Estiró su mano hacia mi y yo le ofrecí mis dedos lastimados tratando de no temblar por los nervios.
Estaba frío.
Mis dedos reaccionaron a su temperatura, alejándose. Sus ojos verdes desviaron la vista.
De nuevo me acerque y el rocío algo sobre mi piel, colocó cuidadosamente una bandita sobre mi dedo. Mis ojos no lo perdieron de vista, observando su cara más de cerca. Me sorprendí cuando me di cuenta que su piel estaba intacta, sin manchas, lunares y pecas. 
Confundida fruncí el ceño.
El y su hermano parecían perfectos.

...

—¡Tu en verdad quisiste matarme!—gritó lisa acusandome con el dedo índice. Baje la mirada y me acerque, sentándome en una de las bancas afuera del instituto, mientras todos los jóvenes entraban.
—¿Cameron no te aviso?—Pregunte ceñuda.
Me las iba a pagar el mentiroso.

—¡Claro que me aviso!¡ese es el problema!—me miró efusiva—-fue tan difícil tenerlo cerca y luego, Ben había ido al baño y estábamos solos ¡Dios Cameron Lyforn estaba hablando conmigo! —agregó con mirada soñadora.

Sonreí mientras negaba con la cabeza. Lisa solo pensaba en chicos.

—En fin —suspiró ella—Creí que te habías ido con Jay —la sonrisa se me borro de la cara.

Mire a mi alrededor en busca de ayuda y luego lo noté, la entrada estaba desierta. Solo significaba una cosa: todos ya habían entrado a clase.
Me sobresalte alterada.
—Lisa, lisa —tire de su brazo —Ya es tarde.

Ella no se movió y miró hacia el suelo.

—No iré a clase —declaró.

—¿!Qué!?—inquirí en voz alta.

Ella jugó con sus manos nerviosa. 
Oh no conocía esa mirada.

—Ben y yo nos saltaremos las clases.

¡Lo sabia!

—¿es enserio Lisa?—pregunte reprobatoria.

Lisa asintió. Suspire. Ella no tenía remedio.

—Cuídate entonces, ya me voy —me despedí de ella con una mano mientras me dirigía a la escuela.
Los pasillos que siempre eran un caos total ahora estaban totalmente vacíos.
Mire la hora en mi teléfono, hace 10 minutos que debería estar en clase y
Me tocaba matemáticas, rayos.
Me acerque hacia el salón y toque tres veces con desesperación la puerta.
El hombre calvo con barba que solía ser el profesor me miró altanero con los brazos cruzados.
Después de los segundos más vergonzosos de mi vida, se apartó dándome el paso.
Al fin.
Le eche un vistazo a todos los lugares de la clase y me senté al fondo en el único asiento disponible. Si junto a Peter.
No sabía porque él había cambiado sus clases, debido a eso nos estábamos encontrando muy seguido durante la escuela. Claro eso no me molestaba en lo absoluto.
Camine hacia el sintiendo mis manos sudar, y justo antes de llegar el subió sus ojos hacia mí. Casi me congelo en el andar. 
Tambaleante me acerque hacia el pupitre. 




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