La Orden De Los Ocultos

Disculpas

—¿Puedo hablar contigo entonces, Emma?— dijo Jay de nuevo, me sorprendí al darme cuenta que no me mostraba ninguna expresión en su rostro, pero intuí como sus ojos me miraban con...Tristeza.

Sentí a Peter ponerse tenso junto a mi, era tan extraño, como si su cuerpo desprendiera sus emociones. ¿O solo yo podía notarlo?.
Incómoda los mire ambos, colocandome inconscientemente entre ellos dos. Solo entonces me di cuenta, que la mirada del pelinegro estaba puesta en Jay.
Sus ojos se veían distantes y gélidos que casi me hacían querer salir de en medio. Después Peter alejo su mirada de el con desden.

—Te veré luego — me dijo Peter con voz suave. Se aparto de mi y su cuerpo se movió lentamente a mi lado, lo vi caminar con tanta elegancia que casi parecía flotar sobre el suelo, deje de mirarlo cuando se perdió por el pasillo.
Jay carraspeo.
Y cuando me percate de nuevo de su presencia el alzo las dos cejas a mi con una expresión que no pude descifrar.
Mire hacia el suelo avergonzada.

—Emma—alce la mirada hacia el— yo...no se por donde empezar para disculparme por lo que paso el sábado por la noche. -sus ojos cafés penetraron los mios.

—Jay, yo no quiero hablar de eso —escuche mi voz sonar cansada — se que no eras realmente tu, asi que...

—Emma — me interrumpió — Se justo todo lo que te dije y no me arrepiento.

Un escalofrío rondo mi cuerpo.
“Ellos vendrán pronto”, resonó en mi cabeza, no, no era posible, toda esa palabrería sin sentido no podía ser cierta. Jay estaba mal, estaba demasiado ebrio como para decir cosas coherentes.
En conclusión el en realidad no se acordaba de absolutamente nada.

—Solo me arrepiento de haber tratado de besarte de esa manera.

Okey, a lo mejor el si recordaba algunas cosas.

Lo mire atónita sin decir nada y sus ojos me miraron de una forma extraña, mi boca se entreabrio y luego la compuse cerrándola totalmente.

—Esta bien, no digas nada —su voz sonó suave, aunque la expresión de su rostro no lo era.

—Jay, yo —moví ansiosa las manos, con la mirada en el suelo y enrojeci.

—No te preocupes, no te pido que me correspondas, Emma — agrego el.

Yo solo lo observe. Mientras la campana volvía a resonar en las paredes taladrando mi cabeza.
El suspiro agotado.
—Nos vemos — dijo el, dio la vuelta sobre sus pies y avanzo unos pasos, pero se detuvo. Miro sobre su hombro y me sonrio tristemente.

Yo lo sabia muy dentro de mi, lisa lo había dicho al igual, Jay me lo había confirmado esa noche.
Y aunque el me agradaba, supe que no podía corresponderle de ninguna manera.

...

Me sentí terriblemente mal y culpable aun estando ya en casa.
El día en la escuela había ido bien, claro hasta que hable con Jay. Yo sabia que me lo tenia que encontrar, mas sin embargo todo había salido mas incómodo de lo que me había imaginado.

Suspire mientras subía perezosamente las escaleras, estaba agotada, incluso sentía la cabeza darme vueltas sin parar.
Di otro paso mas, subiendo otro peldaño y justo cuando iba subir otra vez, el cuerpo me tembló. Punzadas de dolor invadieron mi cabeza, tambaleante mi mano se soltó de la barra...

—Te tengo —dijo una voz tras de mi sorprendiendome.

Era extraño no lo había escuchado llegar...

Cameron me sostuvo tomando mi muñeca con fuerza y la coloco de nuevo en el pasamanos.
—¿Estas bien?—pregunto con genuina preocupación.
Asenti y pare un momento para darme un respiro. Cameron no se movió.
Descanse mi cuerpo sobre el barandal, pensando atentamente que nunca había sufrido de cosas como estas.
En palabras de mi madre yo siempre había sido una persona sana y ahora los episodios de mareos empezaban a fastidiarme incluso a preocuparme.

—Te puedo llevar en mis brazos si quieres —ofreció Cameron con supuesta inocencia.

Entrecerre los ojos.

—Creo que preferiría irme arrastras.

El negó con la cabeza aun reprimiendo una sonrisa.
Di media vuelta ya sintiéndome mejor y aproveche para subir los escalones lo mas pronto posible, aun asi el castaño siguió tras de mi.

—Lo lograste— dijo Cameron cuando pise segura la segunda planta.
Rodé los ojos.
Camine hacia mi habitación y escuche a el también moviéndose. Tome la perilla de la puerta y antes de abrirla gire para verlo.

—Gracias Cameron — le sonreí amablemente.
Después de unos segundos el también me sonrío.
—Cuando quieras, pequeña Emma.

Puse cara de molestia al escucharle de nuevo ese "Pequeña Emma", suspire profundo y entre a mi habitación.
Fruncí el ceño desconcertada. Nunca me había llevado asi con un chico antes. Ni siquiera sabia cuando empezó a agradarme Cameron. Pero no podía culparlo, tenia un cierto encanto el tipo ese.
Esa tarde decidí estudiar un poco, no podía concentrarme mucho, que no era poco común claro, pero aun asi no podía tomarle sentido a nada.
Enojada recogí mis cosas y me recoste sobre la cama con los brazos y las piernas estiradas, fue entonces cuando los hechos me abordaron.
Algo extraño parecía rondarme.




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