Luego de caminar como catorce cuadras, divisé un Bar en una esquina y me dispuse a entrar. El ambiente dentro era cálido, una música suave sonaba de fondo, mientras que la poca gente que había alrededor ocupaba casi la mitad de las mesas. Algunas eran parejas, otras eran familias, pero la mayoría estaba ocupada por adolescentes reunidos en grupos, tomando y comiendo.
A lo lejos, en el fondo y de lado a la vidriera, había una pequeña mesa vacía, así que caminé y me senté allí.
- ¿Qué desea tomar señorita? – dijo el camarero apenas me vio.
- Una taza de café – le dije algo cansada.
- Enseguida – respondió.
Mientras esperaba, tomé mi celular y me puse a escribir “No creo que pueda ir hoy, la verdad es que no estoy de humor. Tuve una pelea con mi madre y ahora estoy en un bar esperando un café ¡Ja!” y se lo envié a Luna.
La verdad es que no me había escapado para ir a esa fiesta. Me escapé porque pese a que no me cae bien ese tal Dante, no merecía recibir una dosis de mi enojo. Por otor lado, Beth realmente se estaba comportando totalmente diferente a como es ella misma delante de él. Otra razón más por la cual no me caía bien el susodicho.
- Aquí tienes – me sorprendió aquel hombre, mientras dejaba la taza frente a mí y un pequeño plato con una porción de trata de chocolate. Lo miré extrañada, yo no había pedido eso – Invita la casa – dijo nuevamente, regalándome una sonrisa antes de irse.
Sonreí antes lo irónico que se veía todo esto. Tarta de chocolate. Eso era lo que estaba preparando hacía no más de unas horas antes.
Tomo la taza entre mis manos, con la mirada aún aquella porción, cuando siento una voz conocida a mi lado hablarme.
- ¿Puedo? – y sin esperar mi respuesta se sentó en el banco del frente.
- Claro, toma asiento – dije sarcásticamente.
Se produjo un momento incomodo, no diría que de silencio, porque en el fondo aún sonaba una balada estilo romántica, hasta que empezó a hablar.
- Se que no te he preguntado nada, pero tampoco creo que tenga que pedirte permiso para decidir que personas invitar o no a la casa.
Chasqueé la lengua - ¿A que viniste entonces? ¿A seguir peleando? Te aviso que no tengo ningún reparo de hacerlo en un lugar público – dirigí mi mirada hacia ella duramente.
- No vengo a pelear Emma, vengo a explicarte el porqué no me parece correcto que te vayas precisamente hoy de la cena, aunque bueno – dice sosteniendo su cabeza sobre su mano – esto ya se salió de control – suspira algo cansada.
- Ya me lo dejaste bastante en claro el porque NO – enfaticé – Pero lo que mas me molesta es que sabiendo lo que me cuesta interactuar con las chicas de mi edad, y más a sabiendas de lo que paso en el otro colegio – tragué duro al notar un nudo en mi garganta – no me dejes juntarme con ellas, y en cambio tenga que hacer sociales con una persona que honestamente no me interesa porque no me cae bien, y no tengo la menor intención de cambiar eso.
Quedó sorprendida ante mis palabras, lo pude notar al verla con los ojos totalmente abiertos de par en par y la boca abierta, mientras procesaba mis palabras.
- Yo no…. Lo siento. – dijo finalmente. – No lo vi de esa manera, yo solamente quería que conocieras a Dante, no pensé que te caería mal.
Bebí otro trago más del café y la observé, suavizando mi mirada. Asentí con la cabeza a manera de aceptar su disculpa. Otra actitud rara de ella. Por lo general no era de las que te seguían hasta un bar para hablar serenamente, sino más bien de las que te llevaban a casa y te daban un buen castigo. Ni que hablar de disculparse, eso es algo totalmente nuevo viniendo de ella.
-¿Qué pasó con la cena al final? ¿Está Dante – le menciono de forma burlona – en la casa esperando que volvamos? – esa pregunta era riesgosa, podría costarme un castigo
- Sigue en casa, pero sabe que necesitaba un espacio para que hablemos. Si quieres volvemos juntas y después…
-¿Emma? – Interrumpe una voz detrás de mi madre haciendo que ésta gire la cabeza.
Sonrío al verla y las presento -Luna, mi madre Beth- las señalo a ambas.
Luego de saludarse, la rubia vuelve la mirada a mi y me pregunta – ¿Estas ocupada más tarde? – me guiña un ojo cuando mi madre no la ve. Así que le sigo el juego y la miro a Beth esperando una respuesta. Al ver que asiente con la mirada, le respondo – Más tarde… ¿Cómo a que hora?
- A las diez. Asli, mi amiga, va a dar una fiesta por su cumpleaños y me dijo que estaría encantada de conocerte – habla rápido de la emosión – Además sería genial – y esta vez se dirige a mi madre – de esa manera el lunes no sentirá la presión de sentirse “la nueva” – hace el signo con sus dedos a los lados de su cabeza.
- Como quieras hija, lo que si no vuelvas tarde.
- ¡Genial! – exclama Luna – Pásame tu dirección por mensaje así te recojo – sonríe de oreja a oreja y yo también.