La Orden De Ónofre - El Despertar

CAPITULO 8

El despertador del celular sonaba por enésima vez, pero estaba demasiado cansada como para levantarme. Me había pasado el resto de la noche, inclusive parte de la madrugada pensando, procesando y asimilando todo.

En el momento en que se habían dado todos aquellos acontecimientos, todo, absolutamente todo parecía tan irreal, hasta la manera en que me lo tomaba. Al principio me plantee haber sido drogada por algún estupefaciente alucinógeno, después empecé a dudar de mi salud mental, luego pensé que podría tratarse de una broma de mal gusto que creí completamente, hasta que perdí la cuenta de cuantas posibilidades más podrían existir, antes de creer que esto realmente estaba sucediendo, porque caí profundamente dormida.

Otra vez la irritable alarma del celular volvió a sonar, obligándome de muy mal humor a despertarme para apagarla y seguir durmiendo, pero nuevamente las imágenes de la noche anterior volvían a moverse dentro de mi cabeza como pequeños engranajes, aumentando ahora la cantidad de preguntas sin respuestas que tenía delante de mí.

Tomé el celular en mis manos y vi que tenía varios mensajes. El primero era de Beth “Tuve que salir más temprano, un cliente pidió verme con urgencia.”. Genial, ahora tenía que esperar a la noche para poder preguntarle a ella lo que Jared no me quiso decir. Pero pensándolo bien, tengo tiempo de sobra para pensar de que manera puedo sacar la conversación sin que me tome como loca. De hecho, ahora que recuerdo, Beth pensaba que aquellas sombras eran simples personas que querían robarnos, aunque quizá… solo trataba de convencerse, o convencernos a ambas.

Doy clic al segundo mensaje, número desconocido “¡Hola Emma, soy Lenny! Espero que no te moleste, le robe tu número a Luna, jejeje. P.D. Leo también te manda saludos” sonreí a la pantalla, seguramente Lenny fue el que me abrazó ayer. Tenía que buscar la manera de identificarlos, eran como fotocopias. Le contesto un “No hay problema, saludos a Leo también”. Era bastante tosca a la hora de socializar con las personas, pero solo al principio, una vez que tenía suficiente confianza era por demás de sociable.

Deslizo el dedo sobre el siguiente mensaje, esta vez era de Luna “¡Emma, por favor dime que estas bien! Lo releí un par de veces. No sabía si preguntaba por lo de ayer, o porque debería de preocuparme por otra cosa. Pero el siguiente mensaje que envió me puso en alerta “¡Emma por favor contesta! ¡Si estas dentro de la casa salte inmediatamente!”. Di al siguiente mensaje ¡Emma, CORRE! Seguí al último mensaje de mi casilla, pero era un número desconocido “Si sabes lo que te conviene, más te vale que no huyas”.

De un salto me levante de la cama, tomé un pantalón de gimnasia, me quité la remera del pijama y la reemplacé por una de mangas largas y un buzo por arriba de ésta, me puse las zapatillas lo más rápido que pude y tomé el celular conmigo.

Estaba a punto de salir de abrir la puerta para salir, cuando sentí ruido en la planta baja. El frio se hizo presente, ese mismo frio; Pero esta vez era más intenso, sentía como quemaba mi piel, estaba contendiendo la respiración, al tiempo en que un cosquilleo subía por mi espina dorsal. De pronto largué todo el aire que estaba conteniendo en forma de vapor. Paralizada, sin saber qué hacer, intenté, aunque vanamente, escaparme por la ventana. Pero la puerta se abrió de golpe, y podía sentirlos a mis espaldas. Tenía que verlos, necesitaba comprobarlo. Y allí estaban, esperando a que me volteara. No dijeron nada, solo se abalanzaron hacia mí en cuestión de segundos. Cerrar los ojos mientras cubría mi cara con mis manos inconsientemente para protegerme, pero fue inútil.

Sentí un viento arrasador cubrirme por completo y luego nada. Abrí poco a poco los ojos, pero no veía nada, todo estaba oscuro. Grité pidiendo ayuda, pataleé, refregué mis ojos porque pensaba que me habían dejado ciega, pero también debía de ser sorda, porque no escuchaba nada, solamente mi voz. Desesperadamente, entre chillidos pidiendo ayuda y luego que me dejasen en paz, las lágrimas caían a mares por mis ojos. Me tiré de rodillas al suelo que no podía ver y empecé a gritar más fuerte, hasta quedarme sin voz.

Sentía un dolor desgarrador en mi garganta cuando intentaba tragar. Me quede quieta, hecha una bolita, sollozando, aferrada a lo único que podía sentir; mi cuerpo.

En momentos de cordura, trataba de tomar conciencia de mi entorno. Me levantaba y buscaba de algo a que aferrarme, pero no había nada, ni siquiera paredes de las cuales sostenerme. Parecía un pozo sin fin, con solamente un piso por el cual poder caminar, pero me estaba mareando, todo me estaba dando vueltas, tenía el estómago cual lavarropas andando, la boca seca, la garganta hecha un fuego, mis piernas empezaban a perder su fuerza, al igual que mis brazos, los pelos caían por mi cara, mojando mi frente. Y aunque pareciera imposible, dentro de este hueco congelado, sentía calor, mucho calor, un calor abrazador.

El tiempo pasaba, y aún sin tener manera de saberlo, estaba casi segura que ya estaba anocheciendo y yo aún seguía aquí, en esta prisión, sin ser capaz de ver y escuchar otra cosa que no sea el sonido de mi ahora quebrantable y fino hilo de voz y me respiración. Fue ahí que me acordé de las palabras de Jared. Ellos creaban un clima de dolor y desesperación, para poder penetrar en los recuerdos. Otras lágrimas comenzaron a mojar mi rostro. Estaba totalmente perdida, no tenía escapatoria. Si me negaba a cooperar, podría incluso no despertar más. ¿Quién sabe? Quizá ahora mismo esté en un coma muy profundo, lejos ya del vasto mundo que conozco, aunque mi conciencia siga viva, pero en otro plano.



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En el texto hay: fantasia, misterio, romance

Editado: 30.01.2020

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