Me levanté de la cama estrepitosamente, tragando una gran bocanada de aire. Luna corre a mi lado y me retiene.
- ¿Cómo te sientes? – se coloca detrás para poder apoyarme sobre ella.
-Me duele mucho la cabeza – masajeo mi sin – Siento que todo me da vueltas – cierro los ojos. La luz me daba de lleno y me estaba encandilando.
-Tranquila, recuéstate mejor – se para y me vuelve a colocar en la cama.
Poco a poco, empiezo a acostumbrarme a la luz y al abrir los ojos, rodeo la habitación. A mi alrededor se encontraban únicamente Rafael y Luna, pero no era mi habitación.
- ¿Dónde estamos?
- La casa de campo – dice Rafael mientras se acerca hacia el borde de la cama, al lado de Luna. Solo asiento.
- ¿Hace cuánto tiempo estoy así? – intercambiaba la mirada de uno a otro.
- Depende – dice la rubia, y traga fuerte – Si preguntas de dormida, solo llevas unas horas.
- ¿Qué quieres decir con dormida? ¿No estuve dormida todo este tiempo? - Mi cara se va desfigurando. ¿Acaso estuve siete meses en coma?
- ¿Siete meses? – pregunta Luna confundida y desvía la mirada a Rafael.
- El tiempo trascurre distinto en transe – le explica.
- No entiendo – aclaro lo obvio. – ¿Transe? ¿No estuve en coma entonces? – esta vez la pregunta fue para Rafael.
- Podría decirse que es lo mismo. Los médicos podrían haber dicho que entraste en un estado “comatoso”, pero realmente solo estabas en un trance – se agarra su mentón, como intentando buscar una explicación que entendiera – Digamos que el trance es un estado de hipnosis.
-O sea, que estuve hechizada por…. ¿Cuánto tiempo exactamente?
- Es hipnotizada en todo caso – me corrige Rafael – y fueron solo dos días.
¡Dos días! ¡Mi madre enloquecería! Hablando de eso… - ¿Y mi madre? ¿Dónde está? – intento sentarme en la cama, pero gimo de dolor.
-Cálmate, debes estarte quieta y en reposo – Luna apoya sus manos en mis hombros intentando tranquilizarme – Jared fue a buscarla ahora. Ella ha estado viniendo a verte, pero por cuestiones de seguridad, no se queda mucho tiempo – explica.
- Okey – relajo mis hombros, que antes estaba tensando y vuelvo a recostarme. -¿Y los demás? – pregunto tras unos minutos de silencio incómodo.
-Asli esta fuera vigilando, Leo fue a buscar a su padre y Lenny acompaño a Jared. – explicó la rubia. - ¿Quieres agua? – señaló una mesita en un costado, donde se encontraba una Jarra y un vaso. Asiento con la cabeza y se levanta a buscar. Me alcanza el mismo y su celular empieza a sonar, excusándose y dejándome sola con Rafael.
-Así que…. ¿De quién es esta casa? – intento sacar un tema de conversación.
- ¿No la recuerdas? – se asombra ante mi pregunta
- ¿Debería? – dudo – No recuerdo haber estado aquí – le comento.
- Quizá porque eras demasiado chica – una voz femenina inunda la habitación y sonrío al verla. Beth estaba entrando con Jared. Se acerca dándome un cálido abrazo y un beso en la frente para luego sentarse junto a mí. – Esto me trae muchos recuerdos – mira los alrededores con una pizca de tristeza en su mirada. Imito su gesto, viendo si algo me resultaba familiar, pero no había nada. -Este fue tu cuarto de chica – me explica.
- ¿Por qué no recuerdo nada? – frunzo el ceño.
- Porque… - se para y camina hacia la ventana, generando – me gustaría contarte, pero quiero estar A SOLAS con ella – recalca, mientras asevera su mirada a Jared.
Éste hace una seña a los demás con la cabeza y cierran la puerta. Mi madre camina hacia ésta y coloca su mano en ella, mientras susurraba algo. Luego vuelve hacia mí y me explica – Es un conjuro, para que no puedan escuchar nuestra conversación.
- Así que ahora, ¿qué somos? ¿brujas? – esto sonaba tan… irreal - ¿No se suponía que “al cumplir los 16 despertarán mis poderes”? – imposto una voz macabra.
-Emma – me regaña – esto es serio hija. Siempre tuviste tus habilidades, solo que nunca las usaste.
Mi boca se abrió del asombro. Tenía poderes, ¡Wow! - ¿Que poderes tengo? - pregunté emocionada.
- No lo sé – confiesa algo incomoda – el que se encargaba de guiarte era tu padre y…
- ¡Espera, espera! – la interrumpo poniendo una mano en el aire - ¿Cómo que padre? ¿No era acaso que nos abandonó apenas enterarse que estabas embarazada? – ahora si estaba confundida y un tanto molesta.
-Te mentí – confiesa – Te mentí como esto y muchas otras cosas, pero lo hice para protegerte – intenta justificarse.
- ¿Dónde está? – mi pregunta sonó más fría de lo que tenía intención sonar.
- ¿Tu padre? – yo asiento con la cabeza y ella suspira – falleció – comenta mientras cruza sus manos por delante, apoyando su cuerpo en un viejo ropero.