La Orden De Ónofre - El Despertar

CAPITULO 13

Habían pasado unas horas desde que Robert, padre de los gemelos y doctor del Hospital del pueblo, me había examinado y dada de alta para volver a mi actual casa.

-Te preparé el cuarto de abajo – explica Beth – el tuyo está hecho un desastre y todavía no he conseguido dar con Dante para que me recomiende alguien para arreglarlo.

Y ahí estaba de nuevo, ese nombre que por alguna razón me disgustaba mucho.

- ¿Estas saliendo con el? – no quería sonar celosa, pero debía saberlo.

- No – y una cara de espanto se dibuja en mi madre – Emma... y se para a mitad del pasillo, justo en la puerta del que ahora sería mi actual dormitorio – Dante es tu tío, mi cuñado.

Puedo asegurar que casi se me salen los ojos de la cara. - ¡¿QUE?! – y me tapé la boca al mismo segundo que lo grité.

- No encontraba el momento justo para decírtelo, el fue quien me convenció de volver aquí. Dijo que estábamos seguros bajo su protección, pero veo que todavía hay fallas en la seguridad.

- ¿Así que preferías que piense que salías con tu cuñado antes de decirme quien era realmente? – no quería sonar molesta, pero la verdad que tantos secretos me estaban hartando.

- Lo siento. Ahora, dúchate que mientras preparo la cena. Mañana no te salvas de ir al Instituto – intenta sonar divertida, pero mi humor apesta.

Entro sin decir una palabra, con cara de póker y a regañadientes, obedezco, aunque honestamente, moría por darme un baño en este momento.

A diferencia de mi cuarto, este no tiene un baño dentro, sino que está al terminar el pasillo, aunque el lado positivo era que éste tenía una bañera. Así que la cargue de agua, una burbuja de jabón y me recosté en esta dejando que todos mis músculos se relajen.

Unos golpes en la puerta del lado de afuera me vuelven a la realidad.

-La comida ya está en la mesa, apúrate – me llama Beth.

Salgo envuelta en una toalla, camino a mi actual habitación, cuando quedo congelada a unos pasos de la puerta. Unos ojos verdes bien abiertos me observan e instintivamente imito su gesto.

- ¿Qué haces aquí? – pregunto dificultosamente ante la vergonzosa escena.

Jared levanta una ceja, aún sin dejar de observarme y sonríe de lado – Nada mal Emma.

Siento como un tono bordó sube por mis mejillas, esto era demasiado embarazoso.

-Con permiso – digo mientras coloco una mano sobre su pecho y lo aparto de la puerta para poder pasar.

Ya vestida, me seco el pelo y lo ato en un moño alto antes de salir hacia el comedor, pero apenas salgo fuera, un cuerpo me lo impide.

- ¿Cuál es tu problema? – le digo enojada. Parecía disfrutar ponerme de mal humor

- Ninguno princesa – y hace una falsa reverencia – Solo vengo a escoltarla.

Me ofrece su brazo para que lo acompañe, pero hago caso omiso y apresuro el paso hasta la mesa.

Me detengo en seco al ver a Dante sentado en ésta, ofreciéndome con una sonrisa sentarme a su lado.

-Querida Emma – en intenta abrazarme, pero lo evito sentándome justo frente a él. – Mi querida sobrina, ya que ahora lo sabes, déjame decirte que tienes los mismos ojos que tu padre – dijo como si eso le trajera viejos recuerdos.

Sonrío incómodamente y veo que Jared se acerca y se sienta a mi lado.

-Yo diría, Dante, que su sobrina tiene no sólo los ojos, sino también el cabello y el temperamento de su padre – su tono sonaba hipócrita. Al principio me molesté porque pensaba que estaba burlándose de mí, pero al ver como me guiñaba un ojo cuando mi tío no nos estaba observando, entendí que a él tampoco le caía bien.

La cena había sido un poco... incomoda, si. Esa es la palabra, incomoda. El ambiente parecía tenso todo el tiempo, ya que Jared y Dante no paraban de hacer comentarios, uno sobre la conversación del otro. Pareciera que cada uno quería marcar su territorio. Por otra parte, Beth estaba atenta a cada conversación, empeñándose en cambiarlas de rumbo cuando se "subían de tono". Yo solo me limitaba a comer en silencio, observar y escuchar a cada uno.

-Me caes bien – le digo una vez estuvimos solos. Mi madre había salido a despedir a Dante, y yo aproveché a que Jared estaba aún conmigo para evitar ir con ellos.

- ¿No lo hacía antes? – se lleva la mano al pecho dramáticamente.

Pongo los ojos en blanco antes de corregirme – Me caes mas o menos bien.

El sonríe y luego vuelve su semblante serio en dirección a la puerta de salida – No me cae nada bien tu tío. No es un hombre de fiar.

-No se cuales serán tus motivos, pero la sola mención de su nombre me desagrada – confieso. Vuelve su mirada a mi y ambos asentimos con la cabeza.

-En fin, ¿Por qué viniste a la cena? – esta vez, fue curiosidad.

- No me gusta que esté este tipo dando vueltas por aquí. Solo vine para vigilarlo. – su mirada seguía clavada en la espalda de Dante, como si intentara apuñalarlo con la mirada.

- ¿Vienes a ser como un espía o como un niñero? – digo divertida.



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En el texto hay: fantasia, misterio, romance

Editado: 30.01.2020

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