La Orden De Ónofre - El Despertar

CAPITULO 20

En la mesa ya nos estaban esperando los gemelos que conversaban animadamente con Asli, mientras Rafael estaba de brazos cruzados y el ceño fruncido mirando en nuestra dirección. Al sentarnos, Luna quedó enfrente de él, haciendo que los presentes, incluida, los miramos expectantes.

Si las miradas actuaran, la rubia tendría dos rayos láser atravesándola, aunque solo lo ignoraba mirando su comida, sin levantar la vista de su plato. Por más que intentáramos sacar temas de conversación para alivianar el ambiente, la tensión era tanta, que podría ser cortada por una hoja de papel; Y para empeorar las cosas, Salvador miraba con malicia hacia nuestra mesa, dirigiéndose directamente a un asiento vacío delante de mí.

Todos quedamos callados, con la comida a medio masticar o la cuchara frente a las bocas.

– Hola – su sonrisa podría engañar a cualquiera, menos a mí y por lo visto, tampoco a Jared, quien lo miraba fijamente. – Me llamo Salvador, era compañero de Emma en la otra escuela – me señala – ¿No es cierto?

Trago con mucha dificultad y asiento con la cabeza. Disimuladamente, bajo las manos de arriba de la mesa, para ocultarla entre mis piernas, ya que comenzaban a temblarme.

Los chicos, enseguida sintieron curiosidad y, como si fuese a formar parte del grupo, inmediatamente comenzaron a hablar con él, sin notar siquiera lo nerviosa que estaba por su presencia.

- ¿Y tienes novia? – pregunta Lenny

– Si, tenía – me mira de reojo – Emma la conocía bastante, de hecho, era su mejor amiga – comenta con la boca llena apuntándome.

– ¿De veras? ¿Cómo se llamaba? – Asli se dirigía a mí.

– Leila – apenas logro nombrarla. – Disculpen chicos, me olvidé que tenía que buscar un libro en la biblioteca, mejor nos vemos al rato – me levanto del asiento tomando la bandeja de comida entre mis manos para poder desecharla.

– Te acompaño si quieres – se levanta Salvador e intenta llegar a mi lado, pero Jared lo detiene.

– No hace falta, yo debo buscar uno también. – Lo toma del hombro con una sonrisa fingida – ¿Vamos? – me indica con la mano.

Asiento, agradecida. Nos dirigimos a la salida, no sin antes espiar por el rabillo del ojo a Salvador, quien de mala gana se sienta nuevamente con el resto.

Llegamos en silencio a la biblioteca, cuando siento sus manos sobre mis hombros, llevándome hacia un pasillo alejado del resto

- ¿Qué estas haciendo? – demando

– Necesito que aclaremos un par de cosas, camina – me ordena.

De mala gana lo hago. Cuando llegamos al final del pasillo, este me da vuelta para verle a la cara.

- Ahora bien, vas a decirme exactamente que hace Salvador, sentado en nuestra mesa, conversando con nosotros, como si fuese lo más normal del mundo.

- Es un conocido, ya lo dijo. – mi voz tiembla.

- Mientes. Quiero saber que paso entre ustedes y porqué te pones tan nerviosa ante su presencia.

- Eso no es de tu incumbencia – estaba molesta. ¿Quién se piensa que es, para venir a exigirme explicaciones?

- Si lo es, por algo te estoy preguntando - estaba comenzando a perder la paciencia.

- ¿Disculpa? Primero no tengo la obligación de decirte nada y segundo, no me estas preguntando, estas exigiéndome, que son dos cosas distintas.

– Tienes razón. No tienes la obligación de decirme nada, es verdad. Pero si es de mi incumbencia si este imbécil intenta meterse con alguno de nosotros, además claro, que me gustaría saber que carajos pasa, si tengo que cubrirte el culo de nuevo cuando te esté acorralando, amenazando e incluso ahorcando.

Mis ojos se abren enormemente sorprendidos. Jared vio y escuchó todo, aquella vez.

– Bien. Primero que nada, gracias por lo que hiciste. Segundo – lo miro directo a los ojos –solo por el hecho de que me hayas ayudado, no significa que te deba algo. Sin embargo, tienes un punto.

- ¿A si? ¿Cuál? – enarca una ceja, mientras se cruza de brazos.

- No me gusta que esté entre nosotros, no me fío para nada de él y lo que salga de su boca.

- Continúa – se mostraba interesado.

Suspiro profundo antes de admitirlo - Creo que es necesario, que al menos uno de ustedes sepa la verdad y ya que insistes... te lo voy a contar. Sin embargo, no será aquí. Luego, después de clases, en la casa del campo.

Jared asolo asiente y se hace a un lado, dándome espacio para pasar.

- Te espero en el estacionamiento, a la salida.

- Ahí estaré – giro la cabeza para verlo a mis espaldas y luego sigo mi camino.

El timbre suena nuevamente, indicando el inicio de otra materia, la que, muy a pesar, detesto... Matemáticas.

Al entrar al salón, casi todos los asientos estaban ocupados. Reconozco en la distancia una cara familiar y me siento a su lado. Éste me mira extrañado.

– No esperas a nadie ¿verdad? – señalo el lugar. Mueve la cabeza en negación y me siento.

– Rafa, ¿te importa si te pido los apun...tes de la clase pasada? – Evan baja la voz al notarme. Yo lo miro igual de sorprendida, pero disimulo quitando mi cuadernillo de la mochila.



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En el texto hay: fantasia, misterio, romance

Editado: 30.01.2020

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