—Hola, me llamo Clara y tengo miedo a la oscuridad y a los espacios cerrados —así fue como me presenté ante el resto de mis compañeros. Esa era la forma de iniciar la terapia emocional de grupo del que desde hoy era integrante, explicando nuestros miedos.
Pero por supuesto que yo era algo más que una simple definición de mis temores, y si estaba aquí no era por otra cosa que por prescripción de mi antiguo psicólogo. Que necesitase un empujoncito no implicaba directamente que yo hubiese tirado la toalla con respecto a mi "recuperación", por lo menos no en este momento, aunque antes sí que me hubiese dado por vencida. Pero lo que hiciese en el pasado tampoco tenía porqué representarme en mi presente y si estaba aceptando esta ayuda era con la finalidad de vivir un futuro libre de esas cadenas que me tenían retenida y no me dejaban avanzar. No obstante, para hacerles entender mi presente tendría que desenmarañar mi pasado, y rebuscar entre los recuerdos sólo avivaba las cenizas que un día quedaron después de hacer arder mi corazón y mi alma.
Dos años antes...
Mi amiga y yo habíamos quedado en un pub a las afueras de la ciudad. Por aquel entonces yo era una niña de dieciséis años que se había descubierto a sí misma, o eso pensaba. Creía que era capaz de comerme el mundo con el solo contorneo de mis caderas, que se movían inocentemente al son de una música que lo único que hacía era elevar mi autoestima. Esa que me hacía dueña del "yo decido dónde, cuándo y con quién". Mi ondulada melena castaña danzaba al compás de mi cuerpo y mis ojos verde esmeralda reflejaban la felicidad del momento. Sin embargo, como si ese empoderamiento fuese acompañado de la música, cuando dejó de sonar fui privada de mi capacidad de decisión. O mejor dicho, alguien me privó de mi libertad...
¿Qué pasaría si esta noche no se acaba?
¿Qué pasaría si le doy otra calada?
Ay, madre mía, voy volando por la sala
Dime ¿Quién coño nos para?
Para-pa-para
Pero lo que tú tienes conmigo no para
Te arrepentirás, así que bebe y no pares
No te me enamore' que soy tóxica y cara
Tóxica y cara
Para-pa-para
Pero lo que tú tienes conmigo no para
Te arrepentirás, así que bebe y no pares
No te me enamore' que soy tóxica y cara
Tóxica y cara
—Ese tío no te quita los ojos de encima, Clara —trató de aprevenirme Ángela, mi mejor amiga.
—Déjalo que mire, total no tiene nada que hacer —me reí sintiéndome dueña de mí. Estaba claro que mi negativa no coincidía con lo que ese animal me tenía preparado. Y el término empleado se quedaba corto para lo que realmente era. Un monstruo, eso era.
—¡Esa es mi chica! Nunca dejes que nadie te diga lo que hacer —exclamó como si ella fuese la reina de los consejos, cuando siempre era yo la que intentaba hacerle entrar en razón para que no se liase con el primero de turno. Por supuesto que yo no la juzgaba por ello, pero pensaba que el tiempo solo debía invertirlo con alguien que mereciese la pena y no con un tío que buscaba un calentón.
—Lo sé, amiga, pero por una vez en la vida podrías seguir tu propio consejo... Porque que sigas los míos, ya lo he dado por imposible —le reprendí en busca de chincharle más que otra cosa, puesto que su decisión ya estaba tomada. Al fin y al cabo, cada una era libre de decidir y si Ángela quería aprovechar la oportunidad... ¡bienvenida era! Aunque eso supusiera dejarme tirada en mitad de la pista.
—Es que mira a ese rubio que está junto a la barra... ¡Voy a por una copa! —inquirió desobedeciendo mis súplicas y apuntándose a la ronda de chupitos que el camarero acababa de servir... Pero a quién quería engañar, no era eso lo que a ella realmente le apetecía.
Me apetece un beso cuando no tengo tu boca
Y ahora que tú quieres yo solo quiero otra copa
Me gustan la' flore' pero no hablo de la' rosa'
No soy solo tóxica, mi niña e' caprichosa
Yo sé que me gusta pero no voy a quererte
Siempre ando busy
Soy la novia de la muerte
Llevaba horas y horas bailando sin parar, ¡¿quién decía que había que beber para divertirse?! Seguramente mi querida Ángela ya estaría divirtiéndose de otra forma y con el mensaje que me había enviado horas antes, mi medio de transporte para volver a casa estaba ocupado. Mientras tanto, la noche aún era joven y mis caderas parecían ganar más y más espectadores. En fin, borrachos que intentaban seguir el movimiento de mi cuerpo pero sin mayores expectativas de tocarlo. Y en caso de que las tuviesen, ya estaba yo para disuadir esas ideas.
Ay, madre mía, son las cinco 'e la mañana
Y tú me miras, ya sabemos cómo acaba
Ay, madre mía, voy volando por la sala
Dime ¿Quién coño nos para?
Para-pa-para
Pero lo que tú tienes conmigo no para
Te arrepentirás, así que bebe y no pares
No te me enamore' que soy tóxica y cara
Tóxica y cara
Para-pa-para
Pero lo que tú tienes conmigo no para
Te arrepentirás, así que bebe y no pares
No te me enamore' que soy tóxica y cara
Tóxica y cara
"Tóxica y cara" era justamente lo antagónico a mí. Pero, ¿no era esa una simple excusa para quitarse a alguien de encima? Entonando la canción buscaba olvidarme de la intimidante mirada que llevaba acechándome toda la noche. Ese tipo no me daba buena espina y conforme lo vi acercarse en mi dirección, decidí cambiar de rumbo. Si bien el muy listillo pareció leerme el pensamiento y se desvió hasta donde yo me encontraba. Me susurró al oído el fragmento de la canción, como si esperase a que algo entre nosotros pudiese suceder...