El plan de Alex, impulsado por su dolor y frustración, comenzó como un grito desesperado, una venganza contra el mundo que le había arrebatado todo lo que amaba. Pero ahora, las consecuencias de sus acciones se despliegan como una tragedia en cámara lenta.
Las agujas afiladas que colocó en los teléfonos públicos, símbolos de comunicación y conexión humana, se convierten en instrumentos de sufrimiento y enfermedad. Las personas inocentes, desprevenidas, son víctimas de su furia desatada. El dolor se propaga como un veneno, infectando cada rincón de la comunidad.
Alex observa impotente el caos que ha desencadenado, una tormenta que arrastra todo a su paso. Se siente atrapado en una telaraña de culpa y desesperación. Cada grito, cada lágrima, es un eco de su propia condena. La ira y el rechazo de la sociedad se abalanzan sobre él como una marea furiosa, mientras su alma se sumerge en un abismo de soledad.
A medida que el tiempo avanza, Alex se desvanece lentamente en cuerpo y espíritu. La culpa y el remordimiento se aferran a él como un lastre insuperable. Sus intentos desesperados por enmendar sus errores solo parecen alimentar el fuego que ha encendido. Juicios y consecuencias legales acechan a su puerta, una muestra amarga de la justicia que espera.
En su aislamiento y deterioro, Alex se enfrenta a su propia oscuridad interna. Cada noche se convierte en un calvario interminable de pensamientos sombríos y preguntas sin respuesta. ¿Cómo llegó a este punto? ¿Cuándo se perdió a sí mismo en el laberinto de la justicia, mi justicia?
Finalmente, consumido por la culpa y el desespero, Alex se encontró solo en un abismo oscuro y sin esperanza. La enfermedad avanzaba sin piedad, devorando su cuerpo y su espíritu. En su último aliento, cuando la muerte se acercaba como un amante frío y eterno, comprendió la magnitud de sus errores.
El eco de las vidas destrozadas resonaba en su mente, mientras se preguntaba si alguna vez tuvo la oportunidad de encontrar su propio final feliz. Pero ya era demasiado tarde. Las lágrimas se confundieron con la lluvia que caía del cielo, y en la oscuridad, Alex se perdió para siempre, dejando atrás un legado de dolor y arrepentimiento.
Moraleja: No seas como Alex.