La Oscuridad Que Sueñas

Capítulo 5 - Hasta que nos volvamos a ver

Esa mañana fue bastante normal. Fui a la clase de defensa, donde seguimos practicando técnicas de defensa personal y poniéndolas a prueba entre nosotros. La verdad, me sorprendí mucho: aprendo bastante rápido y ya puedo aguantar frente a un compañero de último curso.

Cuando terminó la clase, Melania me avisó de que tenía que ir a hablar con el director. La esperé, y fuimos juntos a la escalera que subía a la zona de los profesores. Estaba nervioso, nunca había subido antes y no sabía qué podía encontrarme.

Al llegar a la planta, vi un pasillo bastante largo. La primera sala era de descanso, con varias mesas, sofás, estanterías llenas de libros y algunos armarios. La sala contigua era la de profesores, con una mesa redonda donde, supongo, se reunían para hablar de cosas de su ámbito, pero de forma más formal.

Las demás salas eran habitaciones, y debo admitir que me dio muchísima envidia. Eran el doble de grandes que la mía, con vistas espectaculares desde sus ventanas y, lo mejor de todo, cada una tenía un baño privado. ¿Qué más se podía pedir?

Llegamos al final del pasillo, donde estaba la zona del director. Había dos puertas: una debía de ser su habitación y la otra, que estaba abierta, era el despacho.

Melania dio dos golpes en la puerta, y Anmon levantó la mirada del escritorio, haciéndonos un gesto para que entráramos. Pasamos al despacho y nos sentamos.

—Buenos días, Lucas. ¿Cómo fue la clase de hoy? —preguntó Anmon con tono cordial.

—Muy bien, cada día voy mejorando y estoy más motivado —respondí sinceramente. Sentía que estaba más cerca de poder salir de la escuela, aunque era consciente de que aún me quedaba mucho por aprender para sobrevivir fuera.

—Me alegro, esa es la actitud que queremos en los alumnos. Por cierto, me ha llegado información de que conociste a mi hija. Espero que la trataras bien —añadió, dejando escapar una leve sonrisa.

—¿Quién es tu hija? —pregunté, sorprendido.

—¿Ves, Melania? Para que luego digan que Sara no se parece a su padre —comentó Anmon, mirando a Melania, quien asintió con una ligera sonrisa.

—No lo sabía, pero me porté bien con ella. Aunque, siendo honesto, ayer fue ella quien me ayudó mucho —admití, con respeto. Ahora que sabía que era su hija, todo parecía tener más sentido.

—Sí, a Sara le gusta mucho ayudar a los demás; ha salido a su madre. Pero bueno, vayamos al asunto que nos ocupa. Cuéntame qué te ocurrió en el bosque, con todos los detalles —dijo, acomodándose en su silla y adoptando una postura más seria.

Entonces comencé a relatarle todo lo que ocurrió aquel día: cómo la niña me ayudó a encontrar el muñeco de la prueba y cómo, al final, me susurró algo al oído que, incluso ahora, no lograba entender del todo. Al terminar mi relato, Anmon se levantó de su silla con una expresión pensativa, casi grave.

—Lucas, ¿podrías repetir las palabras que te dijo la niña? —preguntó, fijando su mirada en mí con intensidad.

—Voy a intentarlo —respondí, aunque no estaba seguro de poder reproducirlas con exactitud—. Fue algo como: «moorft pin rakaste».

Anmon asintió lentamente, girándose hacia Melania.

—Melania, ¿te suena de algo?

Ella se cruzó de brazos y frunció el ceño, reflexionando.

—Podría ser uno de los idiomas perdidos de antes de la Gran Guerra. En la batalla del cabo escuché a algunos enemigos hablar algo parecido… pero no estoy segura. Es lo primero que se me viene a la cabeza —respondió, visiblemente dubitativa.

—Yo también pensé en algo similar. El único que podría ayudarnos era Heradio. A él le apasionaban los idiomas antiguos; sin duda habría sabido cuál es.

El ambiente en la habitación se tornó más denso, como si aquel enigma empezara a abrir puertas a secretos más profundos.

Se le notaba algo frustrado y decepcionado; quizás esperaba algo más revelador de mi encuentro con la niña. Sin embargo, yo estaba convencido de que ni siquiera él, siendo quien era, comprendía del todo lo que estaba ocurriendo, ni por qué precisamente yo estaba implicado.

—Bueno, tendremos que estudiarlo bien —dijo finalmente—. Y una cosa, Lucas, ¿cómo sigues con el tema de Elena?

—Mejor —respondí, intentando sonar más seguro de lo que realmente me sentía—. Anoche me costó dormir, pero al final recordé una frase que me dijo tu hija y se me pasó el remordimiento de desearle la muerte y de casi pegarle allí abajo.

—Hay gente que no se merece vivir en esta sociedad —interrumpió Anmon, recitando la frase con firmeza—. Es de su madre; la tiene tatuada a fuego.

—Sí, es una buena chica —admití—. Por cierto, ¿por qué no estaba en esta escuela desde el principio?

—Su madre quería que estuviera cerca de ella —explicó—. Pero luego pasaron cosas, y decidimos traerla aquí, conmigo. Su madre se quedó en la Estación.

—Conozco la historia; me la contó ayer —le comenté, sin pensar demasiado en mis palabras. Al instante, Anmon me miró con una expresión sorprendida, y por un momento me pregunté si había cometido un error.

—Interesante —dijo al fin, inclinándose ligeramente hacia mí—. No suele hablar de ese tema con nadie, y mucho menos con alguien que acaba de conocer. Eso significa que confía en ti —añadió, esbozando una media sonrisa.

—Una consulta —dije, titubeando—. Mañana se supone que sale el pelotón para buscar a Heradio, y Alicia también está en ese pelotón, pero, como pasó lo de Dante y Elena, ¿se puede quedar aquí?

Anmon suspiró, como si ya hubiera anticipado la pregunta.

—Lucas, lo hemos intentado, pero desde la Estación dijeron que no. Mañana partirá con los demás compañeros. Lo siento, sé que es importante para ti —me respondió con tono comprensivo. Aunque ya esperaba esa respuesta, no pude evitar sentirme decepcionado—. ¿Te puedo dar un consejo, Lucas? —preguntó tras unos segundos de silencio.

Asentí, aunque sin muchas ganas de escuchar nada que no fuera una solución para que Alicia se quedara.



#604 en Thriller
#266 en Misterio

En el texto hay: misterio, oscuridad, mental

Editado: 29.11.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.