La Oscuridad Que Sueñas

Capítulo 8 - El mundo exterior

Unas semanas atrás…

Me acerqué a su cabeza y junté nuestras frentes. Pude ver sus ojos llorosos, llenos de una tristeza que compartíamos. No quería irme, pero la hora había llegado, y me estaban esperando.

—Que nos volvamos a ver —le dije mientras me alejaba lentamente.

Al salir, el grupo ya estaba reunido fuera del refugio. Antes de unirme a ellos, me giré una última vez y vi a Lucas abrazado a Anmon. Sabía que él estaba sufriendo más que yo, pero no había nada que pudiera hacer.

El día estaba nublado a pesar de ser temprano. Cruzamos el bosque que rodeaba el refugio, un lugar familiar para mí, pues solía venir aquí para las prácticas de medicina. Durante la primera media hora, nadie habló. Cada uno había dejado atrás a alguien importante, y ese silencio parecía ser necesario para todos.

Finalmente, alguien rompió el hielo.

—Bueno, ya es suficiente tiempo de luto. Me presento: soy Hugo, y seré la persona al mando durante esta expedición. Mi trabajo es asegurar que ninguno de vosotros sufra daño y que logremos encontrar al profesor Heradio. Ahora, por favor, presentáos uno a uno para conocernos mejor.

—Hola, soy Raiden. Soy explorador, y mi especialidad es el rastreo. Creo que por eso me eligieron —dijo, riendo con ligereza.

—Yo soy Nora, también exploradora. Me ofrecí voluntaria para esta misión porque le debo todo al profesor Heradio. Me ayudó en un momento muy difícil y quiero devolverle el favor.

—Otra igual que yo. Soy Kevin, me ofrecí voluntario por la misma razón. Heradio es como un padre para mí. Intenté acompañarlo cuando partió, pero no me dejó —añadió con un tono serio.

—Yo me llamo Esmeralda, pero podéis llamarme Esme. Soy médica, especializada en operaciones, y estoy aquí por si ocurre algún contratiempo. Espero que no sea necesario —dijo con una leve sonrisa.

—¿Y tú? —preguntó Hugo, señalándome—. Has estado callada todo el camino.

—Ah, sí, yo soy Alicia. También soy médica, pero mi especialidad son las plantas. Me ofrecí voluntaria… por error. Quería alejarme de un amigo, pero al final él se declaró y lo dejé solo en el refugio.

—Sí, eres la novia de Lucas, ¿verdad? Es un buen chico. Tranquila, estará bien; además, tiene a Melania como profesora —comentó Raiden, caminando a mi lado.

—Gracias, Raiden.

—Bien, ahora que nos conocemos, estableceré unas reglas —intervino Hugo con autoridad—. Primera: nadie se separa del grupo sin avisar, y si alguien tiene que alejarse, debe ir acompañado. Segunda: todos llevaremos un arma encima, incluidas las médicas. Os enseñaremos a usarlas durante el camino. Tercera: todas las decisiones se tomarán por votación, y en caso de empate, mi voto valdrá por dos. ¿Alguna pregunta?

Negamos todos con la cabeza. Hugo sacó un mapa de su mochila y señaló una zona boscosa.

—Nuestra primera parada será una gasolinera a varios kilómetros de distancia. Tenemos dos opciones: cruzar un pueblo abandonado, conocido como La Cumbre, o rodearlo por el bosque. Cruzarlo nos ahorrará tiempo, pero podría haber riesgos. Rodearlo tomará más tiempo, pero sería más seguro.

—Creo que deberíamos cruzar el pueblo. Está abandonado, ¿qué puede pasar? Si hay animales salvajes, los cazamos y ya tenemos cena —propuso Kevin, confiado.

—Sí, pero los rebeldes suelen merodear cerca de los refugios grandes, buscando saquear rutas de provisiones —apuntó Nora, señalando posibles zonas de peligro en el mapa.

—Estoy de acuerdo con Nora. Tenemos provisiones y energía, así que podemos permitirnos rodearlo y evitar riesgos innecesarios —opiné.

—Votemos entonces —decidió Hugo, repartiéndonos monedas de plata—. Si queréis rodear el pueblo, poned la moneda a la derecha del mapa; si queréis cruzarlo, a la izquierda. Empiezo yo.

Uno a uno, colocamos nuestras monedas. Al terminar, Hugo anunció el resultado.

—Cuatro votos para rodear el pueblo, dos para cruzarlo. Rodearemos el pueblo. En marcha.

Mientras guardaba el mapa y retomábamos el camino, Nora me cogió del brazo y me apartó un poco del grupo.

—Gracias por apoyarme, Alicia. Tu explicación fue mucho mejor que la mía, y ver la cara de frustración de Kevin no tiene precio —dijo riendo.

—Sí, fue divertido, aunque su idea tampoco era tan mala. ¿Lo conoces mucho?

—Desde antes del refugio. Estuvimos en la estación muchos años en la misma clase, éramos vecinos. Es buen chico, pero con la adolescencia se puso competitivo. Si tienes algún problema con él, me lo dices y le aprieto las tuercas.

—Gracias. No puedo evitar sentirme tonta por haberme ofrecido voluntaria para escapar de mis sentimientos. Al final, Lucas se declaró y… lo dejé atrás.

—Es comprensible. A veces tomamos decisiones pensando que son lo mejor, aunque no lo sean. Pero ¿vosotros estabais juntos, no?

—Sí. Hablamos y decidimos disfrutar los últimos días antes de mi partida, y seguir adelante sin tristeza. Pero aquí estoy, lamentándome.

—Es normal. Saber que no puedes volver al refugio y que tu destino es incierto complica todo.

—Si me ves deprimida, te doy permiso para darme una torta —le dije entre risas.

—Está dicho, y soy de mano larga —respondió, riendo también.

Mientras avanzábamos por el bosque, fui conociendo mejor a mis compañeros. De alguna manera, me quedó claro que mi apoyo durante este viaje sería Nora. Había algo en su forma de ser que transmitía fuerza, pero también vulnerabilidad. Compartíamos ciertos aspectos de nuestro pasado, aunque su historia era mucho más desgarradora. No era huérfana como yo, pero había presenciado la muerte de sus padres a manos de rebeldes cuando tenía solo catorce años. La habían salvado escondiéndola en un falso suelo, y los exploradores la encontraron cuando revisaron la casa.

Era sorprendente cómo había salido adelante después de algo tan traumático. Ahora tenía veinte años y, aunque más fuerte, seguía lidiando con su propio dolor. Esta vez no era por la pérdida de su familia, sino por un mal de amores: un idiota que la había engañado con otra chica del refugio. No lo entendía. Nora era guapísima, con su cabello castaño, ojos marrones cálidos, labios prominentes y un físico que destacaba. Además, su metro setenta me hacía sentir pequeña junto a mi. Si me gustaran las mujeres, ella sería mi opción sin pensarlo dos veces.



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En el texto hay: misterio, oscuridad, mental

Editado: 29.11.2025

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