Varios días después en el refugio…
—No puedo creer que vayas a ir a buscarla, Lucas —dijo Sara mientras organizaba mi habitación para dejarla vacía.
—Ya te he dicho que debo ir, es como una hermana. Ahora mismo estoy contigo, confía en mí, Sara —respondí, sujetándole las manos y mirándola a los ojos—. Yo te quiero a ti. Has entrado en mi vida como un huracán. Creí que estaría llorando por las esquinas lo que quedaba de curso, pero apareciste y cambiaste todos mis planes. Te prometo que iré a buscarla, me aseguraré de que esté a salvo y volveré a buscarte.
—¿Crees que no sé las normas? Soy la hija del director, Lucas. Sé perfectamente que si sales de la escuela no puedes volver, salvo que te acepten en el refugio. Y, por tu experiencia, eso será casi imposible —su tono era firme, pero en su rostro se reflejaba la molestia.
—Lo sé, pero si consigo encontrar al profesor, tendré un motivo de peso para regresar. Volveré contigo, Sara —dije intentando calmarla.
—No has pensado en mí, Lucas. Me vas a dejar aquí, sola. Uno de los motivos por los que intenté entrar en la escuela fue para pasar más tiempo contigo. Y ahora te vas. ¿Quién sabe si nos volveremos a ver? ¡Eres muy egoísta! —exclamó, con lágrimas llenándole los ojos.
—No me digas eso, Sara, por favor…
—Tengo que pensar. Ya hablaremos —dijo antes de salir de la habitación sin siquiera mirarme.
Me quedé allí, inmóvil, dándole vueltas a lo que había pasado, buscando algo que me permitiera justificarme, una razón para irme tranquilo, sin remordimientos. Pero era imposible. Sara tenía razón. Estábamos empezando algo hermoso, y yo lo estaba poniendo en peligro por Alicia. Entendía por qué estaba tan molesta. Decidí buscarla para pedirle perdón e intentar arreglar las cosas.
La busqué durante una hora. Revisé su habitación, las aulas, la enfermería, el comedor, el patio... pero no estaba. El último lugar que me quedaba por comprobar era el refugio. Fui hasta allí y pregunté a los guardias si la habían visto. Me dijeron que sí, que se había ido al lago, su refugio habitual cuando quería estar sola.
Crucé el túnel que llevaba al lago y la encontré, sentada en una roca, contemplando el agua. Me senté a su lado en silencio, dejando que fuera ella quien hablara primero. Observé el paisaje que tenía ante mí. Siempre que iba al lago, descubría algo nuevo. Esta vez me llamó la atención una pareja de patos. Había visto patos antes, pero nunca juntos. Jugaban, se salpicaban agua y buscaban peces en equipo.
—Es la primera vez desde que llegué al refugio que veo a esos patos juntos —dijo Sara, rompiendo el silencio—. Siempre estaban separados. Cuando uno cazaba, el otro se apartaba, y viceversa. Respetaban su espacio. Pero un día, durante una tormenta, se refugiaron en la cueva y pasaron la noche allí. Desde entonces son inseparables. Incluso van a tener crías.
—¿Qué me quieres decir con esto, Sara? —pregunté, sabiendo que sus palabras escondían un significado más profundo.
—Quiero que seamos como ellos. Durante mucho tiempo estuvimos separados, cada uno por su lado. Pero cuando llegaste al refugio, supe que estábamos destinados a estar juntos. Y ahora, cuando por fin lo estamos, decides irte sin siquiera consultármelo. Es como si volviéramos al principio, cada uno por su cuenta. Yo quiero que seamos un equipo, Lucas. Para mí, eso es una pareja: tomar decisiones juntos, no que mi opinión no importe... —Su voz se quebró, y las lágrimas volvieron a rodar por sus mejillas.
—Lo sé, Sara. He sido egoísta. Pero no tengo otra opción. Ella es la única familia que tengo. Ahora mismo sé que te quiero a ti, y lo que siento por Alicia es solo cariño. Es como una hermana para mí.
Me sentía derrotado. Ver cuánto daño le había hecho era un golpe más fuerte de lo que esperaba.
—¡No vayas, por favor! —suplicó, aferrándose a mi pecho mientras lloraba.
—No, Sara. No me hagas esto... —susurré, rodeándola con mis brazos, intentando consolarla.
—Tengo un mal presentimiento, Lucas. Si te vas, será la última vez que te vea. No sé por qué, pero lo siento. Algo malo pasará.
—No pasará nada, Sara. Te lo prometo. Iré con los mejores, con Melania. Estaré más seguro que aquí, y tú lo sabes —intenté tranquilizarla.
—Da igual, Lucas. No entiendes nada. Sigues pensando solo en ti. Vete, por favor, y déjame sola —dijo, apartando la mirada.
—Te dejaré respirar. Tengo que hablar con tu padre ahora. Luego volveré y seguiremos hablando, ¿vale? —le dije, esperando algún gesto de aceptación.
No respondió. Solo encogió los hombros, indiferente. Estaba furiosa conmigo, y no podía culparla. Pero, al mismo tiempo, no entendía por qué no veía que Alicia estaba en peligro y que yo debía ir a buscarla.
Llegué al despacho del director, donde Melania y Anmon estaban revisando perfiles de estudiantes de último curso para completar el equipo de la expedición. Parecían estar discutiendo acaloradamente sobre alguien en particular justo cuando entré.
—¡Ven, Lucas! Ayúdame a convencer a esta Melania de que tu amigo Paul debe ir en la expedición —dijo Anmon mientras me pasaba el informe de Paul.
Tomé el documento y lo examiné. Solo tenía comentarios positivos: una de las mejores notas de la clase, una calificación destacada en armas de distancia, aunque en combate cuerpo a cuerpo su promedio bajaba un poco. En general, su valoración era un notable alto.
Editado: 19.12.2025