Nos sentamos en el somier destrozado de la habitación, y me preparé para contarle todo lo que había vivido en estos días, además de entregarle la carta de su padre. Me preguntaba si estaría lista para tanta información nueva.
—Anoche tuve uno de esos sueños que me revelan cosas —le expliqué, observando cómo sus expresiones cambiaban con cada palabra, notando el leve temblor en sus ojos, como si cada frase la golpeara un poco más—. Pero el de ayer fue el peor de todos. Vi cómo la oscuridad te consumía. No puedes imaginar lo que sentí… estabas completamente vacía, como si algo o alguien hubiera absorbido tu alma.
Me tomó de la mano, deteniéndome en medio de la frase. Su toque, aunque suave, tenía una firmeza que me reconfortaba un poco.
—Estoy bien, Lucas, y contigo sé que todo estará bien. Los sueños son solo eso… sueños. No deberías darles tanta importancia —dijo, intentando tranquilizarme, aunque su mirada delataba una sombra de preocupación que no lograba esconder.
—¡No! No son simples sueños, puedo revivir recuerdos de otras personas —repliqué con desesperación, mi voz rasgada por la urgencia—. Anoche reviví el recuerdo de Florencia, la esposa del anciano que maté ayer. Igual que las visiones que tuve con la niña o con Alicia. Sé que son reales, que intentan decirme algo, mostrarme algo importante. En el recuerdo de Florencia, viví lo que sucedió aquí cuando llegó el grupo de exploración anterior. Sentí lo que ella sintió y vi la verdad de lo que realmente ocurrió.
—Recuerdo que Melania dijo que la mujer mayor se suicidó, que estaba loca y acabó abriéndose el estómago —me contestó Sara, su tono aún buscando alguna lógica que aliviara el peso de mis palabras.
—Sí, eso fue lo que todos vieron, pero no fue la verdad completa. No niego que se convirtieron en asesinos caníbales, pero fue el sistema el verdadero culpable. La usaron como un ratón de laboratorio porque no podía quedarse embarazada, pero todo eso lo causó el sistema. Sabían perfectamente quiénes eran las mujeres que debían participar en ese experimento. Eran mujeres con probabilidades de tener gemelos, y luego, les quitaban uno de los bebés diciendo que había muerto al nacer, cuando en realidad se lo llevaban para continuar sus pruebas. Esos experimentos tenían efectos secundarios horribles: las mujeres se volvían dementes y agresivas. Pero Juan logró sacarla de aquel infierno y la trajo aquí para protegerla. Sin embargo, la demencia acabó por consumirla, y en un momento crítico, asesinó y devoró a personas.
Me detuve un segundo para poder respirar, viendo cómo Sara no podía creer lo que le estaba contando, sus ojos reflejando una mezcla de incredulidad y miedo.
—Después de eso, y tras varias muertes más, llegó el grupo de exploración. Descubrieron el cadáver de un niño de cinco años en el congelador, lo que los enfureció y los llevó a buscar a los responsables de aquella atrocidad. Entonces empecé a revivir el recuerdo. Me vi en la piel de Florencia en aquel balcón, observándolos a todos, incluso a Alicia, aunque la noté diferente, como si en su mirada hubiera algo oscuro y siniestro. Desde esa distancia, ella sacó una pistola y me disparó sin titubear. Caí al suelo, sintiendo el dolor del disparo en mi brazo, un dolor tan real que aún me quema —le decía mientras me tocaba el brazo, como si aún pudiera sentir el ardor de la herida—. En minutos, todos llegaron al balcón y me apuntaron, excepto Alicia; ella se limitaba a observarme, como si supiera perfectamente quién era y deseara verme sufrir. Entonces, de su espalda surgieron dos sombras que se lanzaron hacia mí, y fue como si algo me obligara a coger mi cuchillo y clavármelo, provocando mi propia muerte. Eso fue lo que el grupo de exploración reportó, pero la verdad es que fue Alicia quien asesinó a Florencia.
Sara parecía incapaz de procesar todo lo que le acababa de contar, y era comprensible; apenas llevábamos una semana fuera del refugio, y ya habíamos vivido demasiadas experiencias inquietantes. Cualquiera se quedaría en shock tras escuchar estas atrocidades.
—¿Entonces, Alicia es la niña? —me preguntó con evidente incertidumbre, su voz temblando un poco, como si las piezas del rompecabezas que intentaba armar no encajaran.
—Creo que no, porque en las visiones que he tenido, la niña no parecía mala, solo intentaba ayudarme. Es verdad que las sombras me atacaron, pero fue para que pudiera ver el sueño de la cabaña. La Alicia que vi en la visión no es la misma que yo conocía; algo le ha pasado en ese viaje que la ha cambiado por completo —respondí, dejando ver el tono derrotado de mi voz, como si las piezas de mi propia realidad comenzaran a desmoronarse.
—¿Y si te hubiera estado engañando desde el principio o si todo lo hizo por alguna razón que desconoces? —sus palabras sembraron aún más dudas en mi mente, como una pequeña grieta que comenzaba a expandirse en todo lo que pensaba que sabía.
—Después de esa visión, regresé a esta habitación. Román estaba conmigo; habíamos subido a investigar un ruido extraño, y en ese momento escuchamos gritos provenientes del piso de abajo. Corrimos, pero era demasiado tarde: estabas fría, tus ojos completamente en blanco, sin respirar y sin pulso. Sentí una tristeza inmensa; no entendía qué estaba sucediendo. De pronto, un sonido en el salón rompió el silencio. Lleno de rabia, me levanté y corrí hacia allá, decidido a acabar con quien te había hecho esto. Ni siquiera me percaté de lo que había pasado con Román o con Rosa. Cuando llegué, me encontré a Alicia sosteniendo a un bebé. Sentí un escalofrío al verla. Después de todo lo que vi, de las cosas que hizo, el terror y la confusión me paralizaron. Entonces, me dijo que ese bebé era nuestro y que no iba a permitir que desperdiciara mi vida con alguien como tú. Me acerqué a ella con repulsión; deseaba matarla por lo que te había hecho. Me entregó al bebé. Su nombre era Hugo, y apenas tenía unos meses, tan pequeño en mis manos. Luego, me dijo que cuando nos volviéramos a encontrar, seríamos una familia feliz y criaríamos juntos a ese niño. Le devolví al bebé y me quedé en silencio unos segundos. Entonces, sin pensarlo más, me lancé sobre ella con mi cuchillo, dispuesto a vengarte. Pero una sombra surgió del sofá y me detuvo en seco. Luego apareció otra sombra, y ambas acabaron conmigo. Fue entonces cuando desperté.
Editado: 19.12.2025