La otra

Capitulo 2

María estaba sentada al lado de la cama de su hija. Preocupada la nana insistió

– ¿Quieres un té para calmar los nervios mi niña?

Maria tenía a una de las niñas cargada en sus brazos acariciando su carita

– Sería bueno. Respondió mirando con ternura a la bebé. Nana ¡No puedo creer que vallamos a separarlas! ¿Como Roberto puede tener ese corazón?

La nana le da orden a la joven del servicio para que le traiga el té, así podrá aprovechar para poder hablar a solas con ella

– Mi niña lo que tienes pensado hacer, es lo mejor.

María responde algo molesta por la situación

– No nana no es bueno, Martín no tiene como criar a esta niña. Quedo sin trabajo. ¿Que será de ellos?

– Pero es mejor que viva con su verdadero padre, ¿Te imaginas si se la hubieras entregado? ¿A quién se la hubiera dado, ¿ Que tan lejos la hubieran llevado?, Dijo molesta, la nana tocó su hombro. Yo iré a casa de Martín y hablaré con él.

María se sorprende, se pone en pie.

– ¿Lo harías nana, lo harías por mí?.

– ¡Claro que lo haría!. Ni más faltaba.

Maria toma la mano de su nana

– Por favor tráelo hasta la casa, que Roberto no se de cuenta. Mira con lástima a su hija. Que se vean así sea por última vez nana. Estaba decidida hacer algo por su hija.

– Entonces me iré enseguida. Iré hasta su rancho.

Josefa salio de la habitación y vió al capataz recostado en la pared del pasillo mordiendo un palillo

– Julián me llevarás a casa de Martín y no dirás ni una palabra. ¡Es lo mejor si quieres conservar tu trabajo!. Dijo tono de advertencia

– ¡Pos no diré nada! usted manda. Respondió con poco interés.

La nana se había ganado ciertos derechos por los años que llevaba trabajando para los Rosales de León.

64 años de edad bien vividos, llena de conocimiento y experiencia, en su juventud trato de concibir hijos pero tuvo problemas con su matriz, como se dice en algunas ocasiones "Matriz débil o algo así", así que entregó su vida a su empleo, seguido de un hermoso hogar que construyó junto a su esposo ya fallecido hace tiempo...

Primero trabajó con la familia de María, con sus padres ayudando en la crianza de ella y acompañando a la madre de Maria cuando ella era una bebé, hasta que se crecio y se casó con Roberto, María aún era joven cuando se casó, se debía ir con su esposo era lo que debía hacer, pero la hacienda de Roberto era lejos y ella no queria irse, pensar en la idea de estar todo el tiempo sola no le agradaba en lo más mínimo, hablo con sus padres y llegaron al acuerdo de que Josefa se fuera con ella, la conocía de toda su vida, estuvo con ella en todos sus momentos, el nacimiento de Isabel, hasta el día en que sus padres partieron de este mundo. María no pudo tener más hijos, tuvo a su hija con dificultades y cuidados, por lo tanto josefa tiene la confianza y autoridad de tomar algunas decisiones respecto a algunas cosas de la casa, aunque aveces su edad le da la ventaja de ser algo imponente y grotesca con su patrón, bien merecido se lo tiene.

Se abriga y se coloca una bufanda y sale con Julián el capataz de la hacienda hacia el rancho donde vive Martín...

Isabel después de un rato inconciente, vuelve en si, abre sus ojos viendo algo borroso.

– ¿Mamá... mamá?

– Aqui estoy Isabel. ¿Como te sientes?, Se acercó

– ¿y el bebé, donde está mi bebé?, Se alertó

María sonrió, acaricio su cabello tratando de calmarla.

– Hija, antes de que conozcas a tu bebé. Tengo que decirte algo primero.

Isabel se angustió

– ¿Que pasó madre, que hizo mi padre, donde está mi bebé?, Se desespero

– Tranquila hija. Da pasos hacia la cuna, toma a una de las recién nacidas, y se la da en sus manos. Es muy hermosa, se parecen a tí.

Mira a su madre sorprendida

– ¿Se parecen? ¿Como que se parecen?, Dijo extrañada

Su madre se acercó nuevamente a la cuna, cargo a la otra bebé

– Tuviste gemelas Isabel.

Su hija se asustó demasiado, no comprendió nada, solo pensaba en la reacción de su padre.

– Mamá ¿Que haré?, ¿Ya mi padre lo sabe?, ¡Ayúdame por favor!, Suplicó con lágrimas en su rostro, no dejes que nos separen mamá no lo permitas.

– ¡Tranquila hija por favor estas muy débil!, esto es inevitable tu padre no aceptará a las niñas. Respondió dolida por la decisión de su esposo

– Pero mamá, yo amo a Martín. Yo quiero estar con él, y formar mi familia con él. Ella amaba demasiado a ese hombre, con él conoció y vivió las mejores historias.

– Hija, ya sabes la situación, tu padre no aceptará esa relación, su única hija casada con el capataz de la hacienda él no lo aceptará, con él vivirás escasez. Es buena persona, te ama, tiene un hermoso corazón. Pero estas acostumbrada a otro estilo de vida.

– Mamá como puedes hablar de esa manera, de mi padre no es extraño pero de ti mamá. Dijo grotesca

– Te lo digo por la situación en la que te enfrentarás ahora. Me duele hija, no sabes cuánto, pero esto es lo mejor que pude hacer por ahora. Habló firme para brindarle algo de apoyo.

Isabel extrañada pregunto

– ¿De qué hablas? ¿Porque dices eso?

– Tu padre no aceptará a las niñas

Se alteró Isabel, estaba frágil, era lógico.

– ¿Qué dices mamá? ¿Que hará mi padre?, Gritó alterada.

Su padre entró molesto a la habitación alcanzando a oir las palabras de su hija.

– Lo que debía hacer desde un principio, ponerte reglas, enviarte a otra ciudad, ahora será a mi manera, gritó. Te casarás con el hijo mayor de los Rivera para que tapes tu falta de moralidad. Miró con asombro de lejos a las dos bebés, una que cargaba su hija y otro su esposa, ¿Gemelos?, Expresó con despotismo

Isabel negó

– Padre no, no me hagas eso, escuchame Po favor Perdóname padre. Lloraba desconsolada, su madre se posa a su lado para tratar de calmarla.

Maria lo miro con enojo

– ¿Como que la vas a casar?, Gritó, estamos en el siglo 21, los tiempos han cambiado ¿Porque tomaste esa decisión sin consultarme?




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