La otra

Capitulo 3

Martin buscaba la salida por la cocina, Josefa lo ve y lo detiene al llamarlo

– Martín espera un momento, él dudó. Debes llevarte las cosas de la bebé.

Él suspiró, sentía su corazón oprimido del dolor al no saber que hacer, miles de cosas pasaban por su cabeza, su amor por Isabel estaba siendo arrancado de su pecho, el nacimiento de sus hijas, estaban siendo separadas a horas de nacidad. Estaba muerto en vida. Asiente ante la insistencia de la nana

– Esta bien, respondió apagado.

La nana se dirigió a su habitación ya tenía lista una pañalera, había mandado a unas de las empleadas a comprar lo que necesitaban las bebés...

Se acercó a él...

– Mañana iré a verla, ¿Puedo?, Lo miró con algo de lastima, esperaba su respuesta, él sólo asintio.

– Julián lleva a Martín a su casa. Josefa le dió una orden al nuevo capataz quién era el nuevo remplazo de él.

Martin en su defensa por no querer sentir lastima de otros hablo tajante

– No hace falta Josefa

Josefa negó

– Insisto Martín, no puedes llevártela, esta muy pequeña para enfrentarse a este clima aún hay tiempo de lluvia, Llevalo Julián, ordenó nuevamente.

El capataz no era tan amigable sólo asentía al si de la nana y a la negativa de Martín, le daba lo mismo llevarlo o no.

Martín ante las palabras de ella se molestó aún más

– Se enfrentó al frío de su abuelo, mi pequeña aún no tiene horas de nacida y ya se enfrentó al el despreció, de su abuelo, recalcó recordándole lo que él padre de Isabel estaba haciendo. – No tendrá perdón de Díos, afirmó.

Entristecida por la palabras tan reales de Martín asintio, sabía que era verdad todo lo que él decía, aún así ellas no podían hacer más por ayudarlos.

– Lamento mucho toda esta situación, la vida nunca es justa. Te prometo que siempre buscaré la manera de que veas a Isabel y a tu otra hija. Le da un fraterno beso en la frente, que Dios te acompañe Martín y te de fortaleza para enfrentarte a tu nuevo destino.

Martin solo la miro, prefirió guardar silencio, sabía que en parte también tenían razón...

AL DIA SIGUIENTE

En la mañana muy temprano Josefa atendía a Sofía dándole la mamila

Algo distraída pensaba entre sí "¿Como estará la otra niña?, ¿Cómo habrá pasado la noche?", Estaba preocupada.

Miró a Isabel, aún dormía, le dió pequeños toques en la espalda a la bebé.

– Iré a verla antes que todos despierten. Susurro, Acostó a la pequeña en la cuna.

Tomo algunas cosas para llevarle a Martín, paños más ropa, leche, entre más cosas seria mucho mejor mientras Martin buscaba un nuevo trabajo está ayuda no estaría de más

La nana bajaba las escaleras, vió al señor Roberto fumar tabaco, él la miró con desdén notando que llevaba bolsas, lo supo de inmediato ya sabía para quien sería.

– Así que madrugaste para ver al otro bebé

Ella le torció los ojos, un gesto grosero muy bueno.

– ¡Son niñas!, Señor Roberto y no, no se equivoca iré a verla, Martín es un hombre sólo no sabrá como atender a la niña que por cierto se llama Abigail. Así que disculpe me tengo que ir. Habló con ironía

Él hizo gesto en su rostro, estaba arto con la aptitud de Josefa siempre quisquillosa a la defensa de Isabel y de María su esposa.

– Haber si también lo despides, ya que en unos días se casará Isabel con Adolfo Rivera y adoptará a la niña como su hija.

Josefa lo miró fijamente a los ojos

– ¡Pues bien por usted!, Y lástima por el joven Adolfo quien tendrá que lidiar con una mujer que no lo ama y una hija que no es de su sangre. Con su permiso.

El sólo la miro molesto, su respuesta no le fue de gracia, aparte de que sintió dudas por lo que dijo respecto al hijo mayor de los Rivera.

Salió de la hacienda sintiéndose satisfecha y a la vez algo preocupada por lo que acaba de decirle al señor Roberto, se quejó

– ¿Como mi niña pudo enamorarse de semejante especie humana sin corazón?, Cómo ah cambiado el señor Roberto ¡Quien lo diría!...

María se asomó a la habitación de su hija, vió a Isabel dormir, se acercó a la cuna y se alegro al ver a la bebé dormir como un Ángel. Pero su rostro cambió al pensar en la otra niña.

Sale de la habitación cerrando la puerta con cuidado.

Quería un poco de café como era su costumbre, su nana es una mujer muy madrugadora así que no se imaginaba que café no encontraría, bajando las escaleras escucho como su esposo sonó su garganta para llamar su atención

– ¿Qué haces despierto a esta hora Roberto? ¿La conciencia no te dejo dormir?. Dijo molesta.

– ¡No empiezes María!, Ya tuve suficiente con tu nana.

Nada sorprendida sonrió lasciva, josefa siempre fue su defensora, una señora de caracter fuerte. Nadien le ganaba en cuestión de discusión

– ¿Salió?, ¡Tan temprano!, dijo extrañada.

Roberto respondió sin tener algo de remordimento

– Sí. Fue a ver a tu otra nieta, despeto

Nada gustosa con la expresión

– ¡Nuestra nieta Roberto!, Recalcó, aunque lo ocultes como mejor te parezca para quedar bien ante la sociedad, alzó un poco la voz. Nunca te perdonaré lo que hiciste con mi hija, y mucho menos con esas niñas que no tienen la culpa de nada.

Fastidiado ya del tema la acechó

– ya ya María, no quiero escucharte más, Isabel se casará y punto. Afirmó

– ¿Cuál es el trato?, más tierras, más ganado que pretendes con que se casen. Ese joven está de acuerdo, ¿Tan bajo caerá?. Habló agresiva

– Él siempre a estado enamorado de Isabel, pero no, ella se fijo en lo peor que conoció, para eso quiso venir de vacaciones sola para tener la libertad de estar con ese Martín. Se casará. La familia Rivera y los Rosales de León se unirán no quiero oir más, en esta casa se hace yo le yo diga y no habrá marcha atrás. ( Estaba enceguesido, no veía más allá, no pensaba que podía perjudicar a su propia hija)




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