La otra

Capitulo 7

María estaba arrodillada, tenia su cabeza apoyada en el regazo de su querida  Nana, Josefa acariciaba su cabello  en muestra de cariño, ya que la noticia de que su hija no estaría  dejo a María con un desazón, sintiendose afligida por la forma en que su esposo a  decidido llevar la situación. 

  – Con Isabel, Martín y las niñas lejos. El señor Roberto no podrá decir ni hacer nada en contra de ellos. Dijo Josefa para hacerla sentir mejor.  

María no respondía sabía que su Nana tenía algo de razón en sus palabras. Escucharon ruidos de motor de carro  

– ¡Debe ser Julián!, dijo josefa emocionada, se levantaron y miraron por la ventana, se asombraron al ver que era Adolfo quien bajaba del auto con la bebé en sus brazos.

 – ¡Pero que es esto! ¿Que habrá pasado?, Dijo María mirando a su Nana sorprendida. 

Josefa no entendía, estaba impresionada al ver a Adolfo

  – ¡No sé, no sé que habrá pasado!. 

Salieron de la habitación... 

 

El señor Roberto también estaba de pie en la ventana de su habitación, había escuchado el mismo ruido y se levantó de su cama, miraba con extrañes a Adolfo quien se había percatado de que su suegro lo miraba con extrañes.

 – ¿Que hace adolfo con la hija de isabel?, Murmuró. decidió a bajar y saber que estaba  pasando.  

 

 Isabel despertó confundida... 

 

 – ¿Señor?, su mujer despertó. Dijo el capataz. 

Adolfo da pasos  hacia su carro abre la puerta y estruja varias veces a Isabel. Ella en su defensa lo manoteaba.

  – ¡Bajate, bajate Isabel!, la toma fuerte apretando sus mejillas, y en tono de advertencia le dice – Una palabra y te mueres.  

 Isabel lo miraba  aterrorizada, llora mirándolo con odio

 – ¡Asesino, eres un asesino!. Dijo con desdén

No le dió importancia a sus palabras,  la baja del auto de un fuerte jalón. La tenía tomada de la mano, ella se soltó de su agarre, al ver a su madre y a su Nana se lanzo a los brazos de Maria llorando desconsolada...

  – ¿Que pasa Isabel?, Pregunto su madre mirando a Adolfo              

 – ¿Que  esta pasando aquí?, Gritó Roberto molesto.  ¡Quiero una explicación Adolfo!. ¿Porque está llorando así mi hija?                                        

La Nana se acercó a Adolfo y le quitó a la bebé de sus brazos. Él la miro fijamente a los ojos,  ella sintió su mirada algo intimidante,  lo miró también de la misma manera. 

Julián llegó en la camioneta, Adolfo al verlo bajar lo miró a los ojos 

– ¡Hice una pregunta Adolfo!, ¿Que pasó?, Dijo Roberto

  – Su hija, se iba a escapar con Martín. Respondió

Roberto se impresionó al escucharlo 

 – ¡Que!,  ¿Es eso verdad Isabel?, La miró con ira. Ella no respondía  ante su padre, ¿Que podría decir?, no tenía nada que decir, al ver que su hija no contestaba se lleno de ira acercándose a ella – ¡Te hice una pregunta Isabel!, ¡Contesta!, gritó fuerte haciendo su cuerpo saltar. 

No respondió, Roberto  se lleno de impotencia y  la bofeteo fuerte haciendo que su hija cayera al piso María y Josefa se impresionaron, corrieron a ella 

 – ¡Como pudiste Roberto!, Gritó María consolando a su hija.

  – Señor  Roberto ¡hasta donde ha llegado su ira por ese muchacho!, ¡No tendrá perdón de Dios!, Dijo Josefa. 

 Enciegado de la ira acecha al capataz, quien estaba de pie fuera de la camioneta 

  – Tú, ¡Tú los ayudaste Julián!, le reclama molesto. 

Adolfo intervino

 – No señor Roberto, él me ayudo, Martín y su hija se las arreglaron para escapar sin ser visto. Dijo mirando a la Nana, le envío un mensaje con su forma de mirarla, ella fruncio el ceño, no le dió importancia. "Voy a mandarte al otro lado vieja sinvergüenza". Pensó entre sí.  

 Isabel tenía su mano en su mejilla, se acercó a él molesta, lo bofeteo, sintió que de esa manera se desquitaba la bofetada que le había dado su padre.         

   – Eres  una basura Adolfo, te odio con toda mi alma. Dijo con odio, sintiendo esas palabras en lo muy profundo

 Él cerró sus ojos tratando de mantener su ira oculta. Tenia las mismas ganas de voltearle  la cara igual o peor.

 – Vamos hija, vallamos a tu habitación. Dijo su madre en compañía de Josefa.   

– ¡En vista de que no me dejaste otra opción!, dijo su padre en voz alta, miró a Adolfo – ¡Mañana se casarán ni un día más ni uno menos!. 

Las tres mujeres se sorprendieron, no lo esperaban  

–  ¡Que!, ¿Pero que fue lo que dijiste Roberto? Gritó María desconsertada. 

– ¡No quiero oirte María!, Respondió cortante, – ¡No ahora!, ¡Ya me canse de todo esto! ¡vamos metanse a la casa todas ustedes!, y ¡callen el llanto a esa niña no quiero oírla!, Se refirió  al llanto de la recién nacida. Se acercó a Adolfo –  Habla con tu amigo el abogado, que el matrimonio sea por lo civil y  se haga en las horas de la tarde, ¡Ya me harté de  esta situación!. ¿Estas de acuerdo?.

 Adolfo Sonrío.

 – Sí es lo que quiere así será, respondió

 Roberto al escuchar su respuesta se alejó, era claro que Adolfo tenía muchos pensamientos  para esa hacienda,  al ver que se alejaba el padre de isabel, se acercó a Julián  quien esperaba la oportunidad para bajar los equipajes

  – ¡Me debes una Julián!, Lo miró  a los ojos, sus ojos azules parecían negros. Él capataz asiente sin responderle, con todo lo que había pasado está noche era suficiente para saber que Adolfo era un hombre cruel y de cuidados. – ¡Larguemosno de este lugar!, le dijo a su capataz. Muy pronto será mío, auque me toque ensuciarme las manos, dijo en voz baja... 

 

                                              

 – ¡Que ocurrencias las suyas! Exclama divertida Helena conversando con el padrino de Martín, quien estaba sentado en una mecedora  – Ya me tengo que ir son casi las 11, se acerca para darle un beso en mejilla, toma su bolso – Que descanse, mañana vendré a visitarlo ya que estará solito 




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