Lina una de las agentes de la inmobiliaria antes de llamar a su Jefe se llevó a su boca un vaso de agua...
– ¿Como le va señor Collins?, Quería decirle que ya hice la llamada como me lo había pedido señor, ¿Desea algo más de mi parte?
– Gracias Lina, no te preocupes por eso, yo me encargo personalmente de la documentación. Corto la llamada, se sentó en su silla y se deslizó, cerro los ojos y sonrió – Ana serás mía aunque sea lo último que haga
Hablo entre sí, se sintió seguro, le gustó esa chica y haría lo que fuera para estar cerca de ella.
Tomo su chaqueta azul oscuro, vestia con traje elegante y lo combinaba perfecto, salío de su espaciosa y elegante oficina...
– Necesito una documentamentacion para la venta de una propiedad que estaba en alquiler. Le ordenó a su secretaria – Encargarte de eso que yo hago el resto.
La chica asintió y sonrió
– De inmediato señor Eliécer. Respondió...
Martín le hablaba a su bebé.
– Duerme mi niña, ¿Porque no quieres dormir eh?, Cierra los ojitos, duerme duerme, ahora viene Papito, ira a buscar trabajo, cierra los ojitos.
– ¡Ayyy muchacho!, Déjala déjala, ni está de chillona horita ya se duerme. Dijo el señor Abel.
Martin sonrió al escucharlo
– Volveré más tarde mi sol. Mientras se despedía, tocó la cadena que usaba Abigail, la miró con ternura – Que tu camino siempre sea iluminado, y que algún día el destino las una. Sello sus palabras con un beso en la frente de la pequeña.
No había duda que también pensaba en su otra hija. Ya sentía perder las esperanzas por Isabel, su amor era grande pero los días pasaban y no había razón alguna de ellas dos.
– Padrino vuelvo al atardecer, no olvides estar pendiente de Abigail deje todo preparado.
– No te preocupes muchacho, ve, ve con calma yo cuido de la pequeña. Contestó su padrino.
Martín asintió y salió de su rancho, sacudió el sombrero que había tomado de uno de los asientos de afuera. Subió en su camioneta y espero a Julián en la plaza donde habían quedado.
– Chale, se está demorando. Minutos después llegó Julián – Pensé que no vendrías.
– Como dices Martín, ¡yo tengo palabra de honor!, eso no lo dudes, vallamos a la plaza de mercado hay tengo un amigo que necesita un ayudante. Dijo dando pequeños golpes a su hombro en forma de agradecimiento por aceptar su ayuda.
Caminaban juntos, Martín dudoso carraspeó su garganta, quería saber algo y era notorio.
Julián sonrió
– Anda pregunta Yo se que quieres saber. Le dijo
– ¿Que has sabido de Isabel?. Preguntó sin dudar, se detuvo para escuchar la respuesta.
Julián el capataz de la hacienda de los Rosales se detuvo también, colocó su mano en el hombro de Martín.
– Martín, en realidad no sabría si es verdad o mentira lo que dicen las muchachas. Vio como el rostro de Martín cambio de inmediato – Dicen que está bien, que tú otra niña es hermosa, que Adolfo las trata bien. Pero no sé que tan cierto sea. Hizo un gesto de compasión por él – ¡Viejo, la vida sigue! Y mujeres por montón. Pasaba una joven de unos 23 años bonita de rostro y cuerpo distrayendo a Julián – ¡Como esa por ejemplo!. Hizo reír a martin – Anda compadre, no se agüite vamos a ver qué es lo es. Dijo en modo de apoyo.
Adolfo lleva a Ana casi arrastras
Ana sentía su sangre hervir
– ¡Eres una poca cosa!. Vociferó
Adolfo la ignoró, la llevaba del brazo hasta llegar a la puerta de la cabaña, inhalo aire cerrando sus ojos
– Tan solo cálmate Ana
– ¡Te odio!
Ella agarro su maleta y tiro la puerta en su cara.
Adolfo exhaló cansado de lidiar con la rebeldía de ella así que prefirió no molestarla y entrar a la casa...
– ¡Pensé que te demorarias más Adolfo! ¡Te hubieras quedado?. Lo acecho Isabel molesta – ¿Trajiste la medicina?.
– Sí, le entregó una bolsa de papel..
– Y ya vi con quien viniste Adolfo, eres un cínico ¡es enserio! Vivir con las dos aquí mismo. No entiendo que mierda quieres conmigo si quieres a otra. Hablaba furiosa, el sólo escuchaba – ¡No puedo creerlo! Eres un poco hombre... ¿No dirás nada?. Termino por decir esperando alguna respuesta.
El sólo camino al segundo piso desde esa distancia sólo le gritó
– ¡Mañana vendrá una señora para ayudarte!, saldré, pero no creas que estarás mucho tiempo sola.
– ¿Te irás de viaje? Pregunto extrañada.
Río antes de responderle
– Ya quisieras ¿No?.
Isabel volteo los ojos en blanco...
Al día siguiente Adolfo se levantó a las 5 de la mañana con un pequeño bolso de equipaje, sólo llevaba dos mudas de prendas para vestir, su destino era el pueblo San Pablo, salió con cuidado, llego a la cabaña y metió por debajo de la puerta una nota para Ana...
Horas después...
Se encontraron los dos amigos
– ¡Amigo!, Dijo Daniel.
Adolfo saludo con un abrazo a su compadre quien lo fue a recoger al aeropuerto...
Daniel lo puso al corriente de todo lo que había hasta ahora, Adolfo lo escuchaba y sonreía mientras su amigo conducía...
– Entonces así ah sido la cosa. Dijo Adolfo – Quien lo diría, siempre ha sido una vieja metida, más bien querido amigo llevame al lugar dónde íbamos de pequeños.
Daniel lo miro y ambos sonrieron maliciosamente...
– ¿Entonces está es la más venenosa?. Preguntó Adolfo curioso por saber.
El hombre que le enseñaba la serpiente asintio en respuesta.
– Sí, si la quiere de mascota tenga mucho cuidado que no salga de la caja de cristal. Dijo en tono de advertencia – Tengo otras si le interesa.
– No, así está bien, pero tendré en cuenta su advertencia, gracias.
Se retiró del lugar con el animal en una mochila especial de color negro. Entro al auto de su amigo
– ¿Que hacías con el indio Talin? Pregunto Daniel con el ceño fruncido.
Editado: 05.11.2024