La otra

Capitulo 17

El desespero de María  se apoderó de ella, el aire parecía no llegar a sus pulmones, miró a todos su empleados 

– ¿¡Donde está Josefa!? Pregunto sin escuchar respuesta sólo miradas  de tristeza – ¡Contesten!, ¿¡Donde está mi nana?!, Gritó desesperada. 

Intentó dar pasos  hacia la habitación de ella pero Julián se interpuso en el camino 

– Patrona no, no la vea 

Los ojos de María se llenaron de lágrimas 

 –Julián ¿Que pasó?, ¿Que le pasó a mi nana?, Ella estaba bien. ¿Donde está, dónde está?. Su cuerpo empezó a temblar del miedo que estaba sintiendo, imaginaba lo peor. 

Julián trago en seco, frunció los labios antes de responder.

 –  Señora María, lamento decirle que... Josefa, murió.

 Sus palabras fueron  puñales para su corazón, María sintió desplomarse pero Julián fue ágil y la tomó entre sus brazos, la llevó hasta el sofá. 

– Trae el alcohol. Le ordenó Julián a Nacha.

 – ¡Llegó la ambulancia!. Anunció uno de los empleados. 

María empezo a llorar a cántaros y a gritar el nombre de su nana con dolor y desesperación. Julián la sostenía en un abrazo fuerte.

los paramédicos fueron llevados hasta la habitación de Josefa, aún no sabían cuál era el motivo de la muerte hasta que un paramédico vió con extrañes algo que se deslizó por el piso. Miró a su compañero y este  lo miro con extrañes. 

– Vamos a necesitar ayuda. Respondió 

– Levantemos  el cuerpo. Derrepente gritó – ¡Algo se movió debajo esa manta!, ¡Puta madre! Juro que ví algo. Cubrieron el cadáver con una manta blanca. 

 Julián llegó y noto tensión en ellos 

– ¿Pasa algo? Preguntó con el ceño fruncido. Tocó la mano de Josefa y resopló – Descansa viejita, se que tienes un lugar en el cielo. Susurró, notó algo en los dos hombres – ¿Que pasa?, Pregunto 

– Creí ver algo, pero creo que es mi pavor a...

Julián miro al piso y vió algo deslizarse hacia la manta que Josefa había tirado al piso.

–  ¡Hay algo hay!. ¡Es una serpiente! 

– ¡Puta madre!, Exclamó uno de los paramédicos que le tenía pavor al animal – Saquemos la camilla. Le dijo a su compañero.

La colocaron en el pasillo. 

– Espera aquí, yo entro y le tomo foto cuando la atrapemos, esa picadura fue lo que causó la muerte. Dijo su compañero. 

Julián alzo de un tiron la manta, se sorprendió al ver al animal 

– ¡Una serpiente!, ¡Una puta serpiente!. Tiro la manta para cubrirla y atraparla al tiempo. 

– Pobre señora, mi sentido pésame. Comentó el paramédico – Necesito tomarle foto al animal para que lo vea un médico y les de el diagnóstico. 

 – Hágale, dijo Julián sosteniendo la cabeza de la serpiente. 

Los dos paramédicos pasaban con la camilla, María hizo que se detuvieran. 

María se acercó de inmediato 

 – Por favor, quiero ver a mi nana. Despejó la sabana blanca para ver su rostro – Viejita me dejaste sola, lamentaba con dolor y llanto desgarrador,  besó su mano, su cuerpo estaba frío.

– Debemos llevarnos el cuerpo mi señora. 

Flor se acercó a María y la sostuvo 

– ¡Se fue Josefa! ¡Se llevan a Josefa!. Grito entre lágrimas y dolor.

 

Roberto llegó a la hacienda, miró con extrañes la ambulancia que estaba estacionada. Uno de sus empleados pasaba  y el lo detuvo 

 – ¿Que pasa?. El joven lo miro con un poco de tristeza – ¡Anda muchacho habla!. Dijo desesperado.

 – Patrón, Doña Josefa murió. 

Roberto abrió los ojos sorprendido 

– ¡Que fue lo que dijiste! 

– Lo lamento patrón 

– ¿Donde está  María?, ¿¡María!?, Dió pasos hacia la casa – ¿¡María?! 

Al entrar y ver la escena de su esposa partió su corazón, María estaba  arrodillada llorando sin cesar la muerte de la mujer que estuvo con ella desde que nació. Él se acercó a ella y se inclinó, la abrazó fuerte, ella se aferró a los brazos de su esposo, a Roberto le dolía ver a su esposa de esa manera el sólo hecho de pensar que María estaba sin su hija y ahora sin su nana, sabía que la soledad se apoderaria de su mujer...

 

Adolfo estaba sentado en la oficina de su amigo fumando un cigarrillo.

– Eso es todo lo que tengo que firmar. Le dijo  a su amigo y abogado Daniel.

– Sí, eso es todo, en orden como acordaste con él, aparte sé por medio una fuente cercana a él,  que quiere comprar un terreno de gran hectárea para empezar construcción. 

Adolfo frunció el ceño 

– ¿No te ha dicho nada aún?, dijo extrañado.

– No, pero  me hará saber sobre la compra, no creo que tú suegro  haga tanta inversión, por mucho que tenga para hacerlo, no lo creo. Dijo Daniel.

 – Más le vale, en fin cambiemos de tema, no me has dicho nada de tu familia ¿Como está tu esposa y tus hijos?

 – Están bien, Erick crece cada día más y leonel es cada día más rebelde. Afirmó algo irritado por la rebeldía de su hijo de 2 años.

 – Bueno, no te quejes algo tenía que sacar de ti. Dijo burlándose de su amigo 

– Y tú no me has dicho nada de Isabel, ¿Cómo va esa relación? 

Río divertido antes de responder 

– ¿Pues que creés?, Anda de chillona, una María Magdalena le queda pequeña, su hija es otra chillona, me irritan. 

– Aún no entiendo porque preferiste casarte con ella sabiendo que no te quería. Lo cuestionó 

Adolfo se recosto en el espaldar de la silla con un rostro malicioso y un tanto burlón, miró a Daniel

 – Es la pura ambición. Quiero adueñarme de todos esos terrenos, de su ganado, de sus propiedades, quiero todo aunque me toque pasar por encima de la ley. Hablo seguro y frío 

Su amigo asintio es respuesta y sonrió 

– Te deseo suerte querido Adolfo 

 Este sonrió antes de responder

– Gracias, pues tengo que irme ya tengo el boleto de la aerolínea. Se levantó de su asiento.

 – ¿Canto tiempo durarás en ciudad de México? Preguntó Daniel levantándose de su asiento y estrechando su mano.

 – No sabría decirte, pero querido y estimado amigo, vendré para bautizar a mi hija. 




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