La otra

Capítulo 22

Ana golpeó el volante del auto. 

– ¡Que mierda fue esto!, Grito sacando la impotencia que sentía – ¡No puedo creerlo!, Estuvo tan cerca, tan cerca de mí. Adolfo. 

Su celular vibró, se detuvo en el semáforo en rojo y leyó el mensaje de Eliécer 
"Tengo una sorpresa ¿Que te parece 3 días en acapulco? Hablamos al llegar a casa..." 

Suspiró y cerró los ojos, exhaló

– Esto es lo mejor que me ah pasado, ¡Claro que nos iremos! Miró a su hija por unos segundos – No permitiré que se te acerqué Ivana. Le dijo a su pequeña – No lo permitiré, ¡Porque ahora! ¡maldita sea! ¿porqué, porqué?. Gritó 

Al cambiar verde el semáforo ella siguió conduciendo....


Adolfo se acostó boca abajo en su cama,  Isabel le daba un masaje a su espalda, el cerró sus ojos al sentirse relajado. Entonces a la nada se vino a su mente lo decidido en el centro comercial. 

– ¿Será que era ella? ¿La estaré confundiendo?. ¿Porque huyó si no lo era? ¿y esa bebé?. Se preguntaba así mismo, no sabía que sentía en esos momentos, ver a esa mujer tan parecida, era una confusión que no entendía.
 

Por otra parte Isabel también estaba ida.
 

– ¿Que será de Martín? ¿Como estará mi hija? Se preguntaba Isabel distraída haciéndole masajes a Adolfo. 

Cada uno estaba perdido en su mente sin demostrarselo al otro, se inclinó y vio rendido adolfo, se quito la levantadora, dio pasos para apagar una de las lámparas cuando el móvil de Adolfo se iluminó por un mensaje que llegó, miró de reojo a Adolfo y tomo el celular, vio que era un mensaje de Daniel así que lo abrió, su rostro cambio por completo, no leyó las conversaciones se enfocó en la imágenes.

 Eran las fotos del matrimonio de Martín con su amiga, se destrozo su alma, aún guardaba una pequeña esperanza, aparte, por primera vez vio su hija, era tan parecida a Sofía, amplio la foto y noto que la niña llevaba puesta su cadena, sus lágrimas no tenían contención, Martín había sido su primer hombre,  verlo rehacer su vida con otra mujer fue algo impactante para ella. 

Acaricio el rostro de su hija en la pantalla de ese celular.

– Eres tan hermosa Abigail, tan parecida a tu hermana Sofía, como dos gotas de agua. Susurró sorprendida. Al ver Adolfo sentado en la cama se espanto pero lo acecho mirándolo molesta – ¿Desde cuando lo sabes Adolfo? Preguntó 

Adolfo frunció el ceño 

– ¿Qué? ¿De qué hablas?. Dijo haciendose el que no sabía 
 

– De mi hija Adolfo, de Abigail, mi otra hija. Dijo molesta.

– ¿De tu hija?, ¿O de  Martín?. Dijo mirándola a los ojos 

Se sorprendió al escucharlo, era obvio lo que él veía, su estado no era por ver a su hija, era por descubrir que Martin ya estaba haciendo una vida. Pero ella no lo demostraría. 

– De mi hija. Mi hija. Repitió, sus lágrimas salieron no podía ocultarlo. 

Isabel quería tapar ese hecho, pero Adolfo sabía que esas fotos la  habían afectado y no era precisamente por su hija, no quería entrar en discusión estaba en un momento igual o peor que ella, se acercó y la abrazó.  
–  Olvídate de esa niña, ya son una familia igual que la nuestra. Le dijo 

Isabel se molestó, se negó aceptar tal cosa y lo acechó.

– ¡Como puedes decirme eso Adolfo! Es mi hija también. Dijo llorando – Son dos hijas las que tuve, dos niñas las que traje a este mundo.

– Isabel, ya son una familia y no tienes nada que decir o pelear, el padre de tus hijas se casó con otra mujer, y te recuerdo que  Sofía es mi hija, yo soy su padre aunque  otro la halla engendrado, yo la tengo y las estoy criando, es mi hija y eso no me lo va a quitar nadien.  Dijo firme y seguro de sus palabras. 


– Adolfo... Intento responder pero no tenía nada que decir. 

Un silencio los abrigo... 

– No quiero entrar en discordia contigo Isabel, Martín es tu pasado aunque tengan dos hijas, algún día la conocerás, tu presente soy yo Isabel. Levantó su barbilla y la beso – Tu presente y tú esposo soy yo. Isabel. Su voz fue suave. 

 

Ana estaba sentada en el tocador limpiando su rostro del maquillaje mientras Eliécer la hacía cariños a Ivana.
– ¿De qué se trata el viaje? Pregunto Ana.

– Una reunión de negocios, pero como no conoces Acapulco decidí llevarte ¿Que te parece? 

– Genial, me gusta esa propuesta, dijo levantándose de la silla, se acercó a él y le dio un beso. 

– ¿No me has dicho como te fue en la primera salida juntas? Pregunto sonriendo. 

– ¡Ahhh! Pues buen, cierra los ojos te tengo un regalo. Se regresó a el tocador. 

Eliécer cerró los ojos, ella recogió su cabello y se acercó a él 
– ¿Te acordaste de mí?, Pregunto algo incrédulo 

– ¿Porque no me acordaría?, Dijo dándole la caja en sus manos. 

Eliécer parecía sorprendido.
– Valla Ana, es muy bonito, gracias. Le había gustado el detalle que Ana le había dado, pero fruncio el ceño al ver el cambio de ella en su rostro – ¿Que pasa? Pregunto 

– No quería decirte, quería ocultarlo, pero no puedo, sería egoísta de mi parte, además el tiempo me dio la oportunidad de quererte y siento que sería traicionarte con todo lo que has hecho por mi. Empezó a caminar de un lado a otro. 

– ¡Para para! Calmate Ana, dijo levantándose de la cama y acercándose a ella –  ¿Que pasó hoy?

– Nos vio. Respondió  con la mirada perdida

– ¿Quien las vio? ¿De  que hablas Ana? Sus brazos fuertes la arroparon. 

Ella sintió un apoyo en ese acto y correspondió al abrazo de él.

– Adolfo, nos vio hoy en el centro comercial. Dijo finalmente


Eliécer se sorprendió

– ¿Te  reconoció?. Pregunto preocupado 

Ella negó indecisa 

– No lo sé, a lo mejor si porque corrió a seguirme, pero no lo sé, he cambiado mi aspecto, para la imagen que el tiene de mí, no debió reconocerme, dijo un poco triste – Finalmente temí por a que  esto llegara a pasar.

– Yo sé lo que te preocupa, pero eso no pasará mi amor, dijo acunando su rostro – No permitiré que haga algo que te afecte. Aseguró 

– No quiero que se acerque a Ivana. Comentó en un tono de voz triste.

– No quiero preocuparte, pero al estar dentro de la empresa y  asociados con ellos es una probabilidad. Dijo siendo eso una realidad 

– Entonces no habrá ningún evento al que me presente, siempre sacaras una excusa para evitar mi presencia. Dijo dando pasos alrededor.

– Ya está bien, no te preocupes, dijo acercándose a ella rodeando su cintura con sus brazos – Haremos lo que sea para que eso no pase, olvidemos esto por hoy ¿Estamos?. 




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