La otra

Capítulo 23

Adolfo sonrió al escucharlo 

 – No sé si decir que mal por ti o qué bien por ella, pero te necesito acá, así que vente lo más pronto posible, te estaré esperando. 

 – Bien, allá estaré. Corto la llamada,  al girarse se encontró con  la mirada acusadora de su mujer.

– ¿Daniel? 

– ¡¿Que haces ahí  de pie escuchando mi conversaciones?! Dijo en tono molesto 

 – ¿A donde irás? ¿Con quién hablabas Daniel? Habló histérica 

 – Bajale a tu humor. Advirtió, dió pasos y lanzo el celular a la cama – Era Adolfo, nos iremos a ciudad de  México. Respondió  quitando su camisa. 

Su esposa frunció el ceño  confundida.

– ¿Como que a México? ¿Que haremos allá? ¡Estas loco! Daba pasos acercándose a él molesta – ¡Que vamos hacer a México!

– Sí no quieres ir pues quedarte, da lo mismo si estas o no. Dijo molesto dirigiéndose al baño. 

Ella quedó pensativa,  saco su celular del bolsillo trasero de su jean y marco un número...

– Tenemos que vernos ahora mismo. Dijo saliendo de la habitacion.

Daniel tenia sus manos puesta en la pared del baño mientras le caia agua quitando el poco barro que tenia mientras pensaba en lo que quiso hacer y no pudo...

 

Por otra parte Helena lloraba sentada en el piso del baño, no había salido desde que había entrado. 

 – ¡Buenas noches!,  Dijo Martín mirando los rostros trágicos de la abuela de Helena y de su padrino.

– Buenas noches. Contestaron unánime mirándose a los ojos.

– ¿Que pasa? ¿Por qué están así?. Pregunto mirándolos con el ceño fruncido – ¿Le pasó algo a mi hija? ¿Donde está Helena? Habló  ansioso al ver que no recibías respuestas se alteró – ¿Que pasó? ¡Hablen!, padrino ¿Que pasó? 

El Sr Abel miró a la abuela de Helena, está asintió tocando su mano, el señor Abel se  puso de pié, ese gesto hizo que  Martín pensara lo peor, su cara de horror era notable 

 – Hijo, estuvo a punto de pasar una tragedia. Esas palabras hicieron que Martín llamará a gritos a su esposa.

– ¡Helena, Helena!. ¿donde está padrino? Habla, ¡Estoy hecho bolas habla de una buena vez!. Gritó 

 – Martín un hombre entró y por poco casi viola a tu mujer. Dijo finalmente 

Martin sintió su corazón destrozado, pasó sus manos por su cabeza  y cayó arrodillado 

 – ¿Donde está Helena?, Pregunto desesperado

 – En el baño, contestó la abuela. 

Sintió su sangre hervir de la ira que le provocó saber que su reciente esposa por poco y vivía una de las peores experiencias. 

– ¿No saben quien fue? Pregunto

– No, tampoco ella alcanzó a verlo. Contestó su padrino. 

 

Martín camino hacía el baño...

Al entrar la vió en el piso sentada, cerró sus ojos alver a su esposa  destrozada, Helena levantó  su rostro, Martín al ver los  golpes se descontroló, golpeó la pared varias veces al mismo tiempo que gritaba, dos  lágrimas rodaron por sus mejillas, Helena al ver a su esposo de esa manera lloraba aún más... 

Martín se agachó, acaricio su cabello.

– Perdón por dejarte sola, perdóname. Susurró mientras la abrazaba. 

Cerró la llave de la regadera, tomo una toalla cubriendo su desnudez y la cargo entre sus brazos llevándola hacía la habitacion de ellos... 

 – Lamento tanto todo esto mi amor. Dijo en un tono de voz quebrantada, al igual que ella también estaba destrozado. 

 Helena no respondía sólo lloraba por lo vivido, Martín se acercó con algodón y alcohol para curar sus heridas...

– No las volveré a dejar solas, te lo juro. Aseguró dando un beso en la coronilla de su cabeza. 

 

María acechaba a su esposo.

– ¿Crees que esa inversión sea buena? ¡Digo no es que desconfíe de tu destreza para los negocios!  ¡Pero no lo conoces!, ¿¡Ni si quiera sabes quién es ese hombre!?. Le dijo, se llevó una cuchara de yogurt con cereales a la boca – ¡Luego no digas que no te lo advertí!. Termino por decir 

– ¡María!, ¡Por Dios mujer!, Él señor también es un buen negociante si pudieras venir conmigo y ver los proyectos, ¡Sería  increíble! Deberías de venir así aprovechas y visitas a Isabel. Comentó tratando de convencerla.

 – No lo sé, es que. Contestó dudosa.

 – ¡Anda María!, todo el tiempo andas deprimida, vamos. Insistió 

 – Esta bien, ¿Cuando nos iremos?, Pregunto limpiando su boca con una servilleta. 

 – El  nuevo socio viajará hoy por la tarde, no sé si viaje sólo, tampoco sé si tenga esposa y la lleve con él. Pero el no sabe que estaré presente lo decidí a última hora 

 – Es normal en tí, además. No es de importancia con quién valla, yo iré con Isabel.

 – Me alegra que vengas conmigo. Dijo alegre.

 

Eliécer entro a la habitación que compartía con Ana 

 – ¿Tenes todo listo muñeca? Preguntó 

 – Sí, me faltan algunas cosas de Ivana ¿Crees que nos dará tiempo de ir a comprar? 

 – ¡Claro! El vuelo sale en la tarde, tenemos el tiempo suficiente.

 – ¡Que bien! iré a la farmacia y luego al centro comercial.

 – ¿Te llevo? 

 – ¡Pues claro cariño! Esperame en el auto iré por Ivana...

 

 Adolfo salió del baño secando su cabello con una toalla de mano 

– ¿Te sientes mejor? Le pregunto 

 – Me duele todo el cuerpo, no sé ni que es lo que tengo. Contesto Isabel sintiéndo  malestar 

 – Ok, entonces me pondré ropa a menos que me quieras bajos tus sábanas. Alardeó 

– ¡Ay Adolfo!, No estoy de humor para tus bromas. Gruñó 

– ¡Tu te lo pierdes!, El sexo es la mejor medicina. Isabel volteo los ojos en blanco – ¡Está bien está bien!, Saldré a llevar unos papeles que me pidió tu papá de paso me bajaré  en alguna farmacia y te traeré algo ¿Te parece?  Dijo quitándose la toalla mostrando su desnudes. 

Isabel trago en seco y asintio en respuesta 

 – Ah, sí, sólo no te demores.  

 Sonrió pícaro

– No, claro que no, no me demorare iré a la oficina del nuevo inversionista, dijo en tono irritado. Se vestía al mismo tiempo que escribía un mensaje de texto.




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