La otra

Capítulo 26

El padre de Isabel después de ver algunos buenos lugares para su inversión tomo como destino viajar y ver a su hija.

– ¡Padre me alegro tanto que estés aquí!. Exclamó Isabel  al ver a su padre. 

– Es bueno que me recibas con tal emoción Isabel. Respondió 

Se reunieron en la sala.
Adolfo miraba con molestia el reencuentro familiar

– ¡Me alegro tanto que estés aquí!, ñoña tonta. Refunfuñó molesto repitiendo las palabras de Isabel – Espero y no duren mucho. 

Se acercó a ellos para saludarlos. 

– ¿Adolfo?, querido ¿Como estás?. Dijo María

– Buenas noches bruja. Dijo entre sí – Buenas noches, querido suegro, bienvenido a nuestro hogar, dijo en tono sarcástico.

– Adolfo. Estrecho su mano – Necesitamos hablar. Dijo el padre de Isabel 

– ¡Su supieras que tengo otros planes para tí!. Murmuró entre sí – No se crea, estoy informado de todo. Contestó irónico con una sonrisa falsa.

– ¡hum! Ya veo, ¿Daniel?, supongo. Respondió 

– ¡Pues que te puedo decir!, contestó abriendo los brazos – Es muy bueno en su trabajo, además gana muy bien. 

– Sí, ya veo, con el dinero de mi hija. Contestó con reproche siendo un momento algo tenso para su hija y  esposa.

Adolfo quiso fusilarlo con la mirada, dio pasos a Roberto
– ¿Con el dinero de mi esposa?, sonrío sarcástico – Te recuerdo Roberto, qué también inverti. 

– Estas tomado. Bufó Roberto al sentir su aliento a alcohol – Mejor hablamos mañana. Dijo tratando de no entrar en discusión con él.

– Señora Isabel ya está lista la habitacion. Diijo Julia.

– ¡Muy bien, gracias! sube la maleta de mi padre por favor. Dijo algo acelerada – Mamá, papá acompañenme a la habitación, ¿Tienes hambre papá? Dijo tomandolo del brazo mirando con molestia a Adolfo.

– No hija, ya cené donde estuve, es muy hermoso María ¿Quieres ir conmigo mañana?. Caminaban juntos los tres hacia las escaleras 

– ¡Hasta mañana! ¡Que descansen suegros! Dijo Adolfo en tono sarcástico  

Roberto lo miró y adolfo alzó su mano con una sonrisa.

– Vamos Roberto estoy cansada. Intervino María para evitar cualquier disgusto entre ellos
 

Isabel lo miró con irá, Adolfo le hizo mofa seguido le lanzó un beso.

– ¡Julia, Julia!. La llamaba a gritos 

– ¡Dígame señor! 

– Quiero hielo y llevalo a mi oficina. Dijo con molestia 

– Enseguida señor. Respondió 


Helena arrullaba a la niña
– Eres hermosa Abigail, dijo acariciando el rostro de la pequeña mientras dormía. 

Martín la miraba con ternura desde la puerta de la habitación.

– Ea un Ángel, traviesa pero un ángel. Dijo 

Helena sonrió al escucharlo 

– Son cosas de niños, explora todo a su alrededor, ¿Recuerdas cuando nos escapabamos de la  escuela?. Dijo haciéndolo reír 

– Sí, ¡Me daban bien duro!.

Helena río 
– Eras travieso Martín, te robabas las gallinas y te las hacían devolver. Ambos rieron 

Helena dejo una lámpara encendida para que alumbrara a la pequeña, tomo la mano de Martín y salieron de la habitacion, entraron a la de ellos que estaba justo al lado.

– ¿Como te sientes? Pregunto Martín 

– Mejor. Respondió recogiendo su cabello. 

El sonrío se acercó a ella y la rodeó con sus manos alrededor de su cintura. 

– Te amo Helena 

– Yo también Martín. Acunó su rostro y lo besó – Parece un sueño que estés conmigo 

– Pero no lo es, tocame para que veas que no es un sueño, Helena, quiero que estés segura de mi amor por ti. Acuno su rostro y beso su frente abrazandola fuerte – Te ganaste mi corazón Helena, llenaste el vacío que me quedó. 

Helena sonrió, apoyo su cabeza en su pecho 
– No me falles Martín

– Nunca lo haré. Respondió 

Ingrid estaba en el jardin.

– ¿Qué haces aquí sola? Pregunto Julián viendo a Ingrid sentada con las piernas dentro de la piscina

Ella sonrió al verlo

– Viendo la noche, está hermosa,  las estrellas iluminan toda esa oscuridad. Respondió mirando al cielo. 
Julián alzó la vista. 

– Pues sí. Apoyo sentándose a su lado.

Miraban el cielo juntos...
Ingrid bajo su rostro y lo miró 

– ¿Tenes novia Julián? Pregunto dejandolo sorprendido

El sonrió 

– Ni novia ni esposa. 

Ella sonrió al escuchar su respuesta, se sintió libre de hablar abiertamente con él 

– Me alegra oír eso. Respondió 

– ¿Sí?, ¡Me alegra que te alegres!. Río divertido – ¿Y tu tienes novio? 

– No. Respondió 

Julian titubeó 
– Ingrid, ¿Quisiera conocerte un poco más? 

Ella sonrió y miró su rostro 

– ¿Conocerme Julián?. Repicó 

– Perdóname si te ofendí

– ¿Si me ofendiste Julián? ¡Que raro eres! 

– Perdón no entiendo

– ¿Conocerme? ¿Es enserio?, por si no lo ves, ya nos estamos conociendo Julián 

– Ingrid. Dijo su nombre con cierto deseo – Perdoname pero no puedo aguatarme. 

Sin ella esperarlo la besó, un beso inesperado la atrapó dejándose llevar... 

– Julián. Dijo casi sin aire, apoyó su frente en su boca – Ya, para, puedo hacer una locura y no quiero. 

– Hazlo Ingrid, has la locura que quieras. Dijo también casi sin aire. 

– Basta, está bien. 

– Lo que digas. Beso su frente y la abrazó. 

– Me gustó ese beso Julián. Dijo sonrojada. 
Sus ojos brillaban

– Le había dicho a mi compadre cuanto me importabas. 

– Tenemos eso en común. Dijo entre risas. 

– Eres hermosa mujer, tienes una alegría que ilumina el espacio en el que estés 

– Por dios Julián, me sonrojas 

– ¿Es bueno o es malo? 

– Es bueno, respondió. Apoyo su cabeza en su hombro y ambos miraban el cielo... 

 




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