Daniel se acercó a su esposa y susurro en su oído
– Finge ser una esposa feliz.
Ella suspiro cerró sus ojos y al ver a Adolfo sonrió como una esposa completamente feliz fingiendo una emoción que no sentía.
– ¡Compadre!, dijo Adolfo abrazando a su gran amigo Daniel – Bienvenido a esta también tu casa. Miró a Verónica – ¡Tuya también por supuesto!, le dijo, la beso en la mejilla – Hermosa como siempre, ¿como están los campeones?, saludó al niño más grandecito "Leonel" lo cargo y los invito a seguir a la casa...
Verónica miró con extrañes la pequeña cabaña alejada de la casa, Adolfo noto su mirada y sonrió...
– ¡Julia, Julia!, llamaba a la empleada
– Dígame señor, contestó mirando con asombro a los nuevos inquilinos.
Adolfo se acercó a ella
– ¡Como vez!, tenemos invitados y se quedarán un largo tiempo
– Sí, ya veo señor, ¡Y también más trabajo! Recalcó hastiada haciéndolo reír con su expresión
– Tranquila Julia no se preocupe por eso, buscaremos a otra persona para que la ayude, así que encarguese de eso y deje el berrinche, dijo algo rígido – Con mucho cuidado ¡Ojo Julia!, le Advirtió – Recoja las pocas cosas que dejo Ana en la cabaña y me lo guarda, ¿entiende? Ella asintió – Ahí se instalarán mis amigos.
Julia asintio y se retiró hacía la cabaña...
– ¡Más gente en esta casa!, se quejó – ¡Julia pa aquí Julia pa allá!, entró a la cabaña no había mucho que limpiar, ni muchas pertenencias de Ana.
Limpio rápido para poder atender en lo que fuera que necesitarán los amigos de su patrón, aparte de eso quería desocuparse para hablar con algunas de las empleadas de la colonia para que le recomienden a una muchacha ya que con más personas en casa no dará basto para tanto...
– Verónica Acompáñame a mi habitacion para acostar a tu hijo mientras...
– Sí por favor, lo interrumpió – Erick está rendido del sueño. Se levantaron del sofá y Adolfo la dirigió hasta el segundo piso.
Daniel se quedo solo con su otro hijo
–¿Te gusta, te gusta? Le dijo a su pequeño e inquieto niño quien caminaba de un lado a otro...
– Gracias Adolfo, dijo Verónica
– Sí quieres quédate un momento a descansar, te vez. Agotada.
– ¡Claro! me quedaré con Erick mientras duerme, dijo reparando la habitacion.
Adolfo noto en ella una tristeza, pero no opinaria en lo absoluto sobre el matrimonio de su amigo, salió de la habitacion dejándola sola, ella se acostó en la cama al lado de su hijo mirándolo con amor.
– Por ustedes soporto tanta desdicha, tocaba las manitos de su bebé – No me apartaras de mis hijos Daniel. Susurró resignada a vivir lo que sea que le toque vivir al lado de su esposo el padre de sus hijos...
– Y bien, ¿como está todo?, dijo Adolfo bajando las escaleras
– En lo cabe todo va bien, averigüe lo que me pediste y definitivamente si hubo cambios en su testamento.
Nada sorprendido sonrió con ironía
– Ese viejo decrépito me está sacando de mis casillas, ¿Quieres un trago? Pregunto sirviéndose uno
– Sirvelo, Leonel, ¡Hazte para acá!, reprendió a su hijo por estar tocando los adornos de una pequeña mesa.
– ¿Qué más averiguaste? Pregunto Adolfo curioso dandole el trago y sentandose en el sofá
– La asociación con él señor Collins no es cualquier cosa, ¡ya es hora de que te empapes con el negocio! Dijo como una advertencia
– ¡Muy bien!, entonces. ¿No se pudo averiguar cuál fue el cambio?
– Definitivamente no, ¿crees que le halla dejado una gran parte a Sofía? Digo, es una probabilidad.
– Es probable, pero es mucho, a lo mejor lo dividió entre las tres, Sofía, la bruja de mi suegra y mi amada esposa, ¡a Isabel se le dio por saber del negocio!, ¡¿Puedes creerlo!?,
– ¡Enserio! ¡valla que sorpresa!, Adolfo si te divorcias no obtendrías nada ¿como piensas manejar eso?
– Aunque no lo creas lo pensé toda la noche, ese viejo quiso tapar la cagada de su hija con el arrastrado del capataz, y yo fui su mejor postor para él bien mío.
– No entiendo a donde quieres llegar, dijo Daniel sin entender nada de lo que decía Adolfo
– Ese viejo se las sabe todas, firme una cláusula donde no me quedaré con nada si Isabel decide divorciarse
– ¡cosa que no creo que pase!, dijo sonriendo Daniel
–Eso nunca pasará, y me adelanté a los hechos y es donde entras tú. Dijo dejándolo confuso
– Haber espera, no entiendo, dijo extrañado – ¿A donde quieres llegar? ¿Que tengo que ver yo con todo esto?
– Si Sofía es la heredera y por casualidad llegase a quedar viudo, yo seré su albacea
– No no no, no estás siendo claro Adolfo, si llegas a quedar viudo, Sofía pueda de que reciba su herencia cuando sea adulta, ¿Como albacea? Ese testamento tiene que estar bien preparado tu suegro tuvo que haber colocado cláusulas si decidió cambiar el testamento y si quedas viudo tampoco creo que te quedes con parte de esa herencia. Este viejo sabe cómo defenderse.
– Por lo mismo, respondió relajado dejando a Daniel confuso
– ¡De verás que no entiendo nada!
– Sencillo compadre, Isabel muerta no es ganancia, pero si mi hija Sofía tiene a su lado a alguien que la domine y la manipule esa herencia está más de este lado que del otro.
Verónica escuchaba atentamente lo que alcanzaba a oír no era mucho pero estaba sorprendida
– ¡Así que están conspirando en contra de Isabel!, ¿Serían capaz de matarla?, Al ver que Adolfo se levantó a servir otro trago se asusto y se fue nuevamente a la habitación sin poder escuchar más de lo que planeaban.
– Aún no eres claro Adolfo
– No hay mucho que enteder, así como lo oyes, casaremos a Sofía para tenerla bajo control.
Daniel la miro extraño
– ¡Casarla! ¿Con quién la casarías?, Pregunto confundido.
Adolfo miro al niño y Daniel siguió su mirada, alzo una ceja, se miraron fijamente
Adolfo sonrió al ver el rostro de su amigo
– Con tu hijo Leonel...
Daniel estaba asombrado esperaba todo menos oír eso...
Editado: 05.11.2024