La impresión de Martín era tanta que estaba mudo, tenerla en frente era algo que nunca había imaginado, tan hermosa como solía serlo, pero muy distinta, ya su rostro no era el de la chica inocente que el había conoció, su mirada era otra, y como no cambiar si con Adolfo a su lado se intoxico de la malicia, su mirada era distinta, ella ya no veía en Martin el amor de su adolescencia, ella veía un hombre pasional, dió pasos a él, Martin retrocedió no sabía que sentía había muchas cosas en su cabeza...
– Por favor Martin, por favor. Suplicó – Déjame tocarte. Dijo con lágrimas en sus mejillas, se acercó nuevamente, acaricio su rostro con lagrimas en sus ojos – Nunca te he podido olvidar Martin, siempre estuviste presente. Se abalanzó a él abrazándolo fuerte – ¡No puedo creer que te tenga así tan cerca y tan lejos a la vez!.
Sentido por sus palabras no pudo retener sus lágrimas, cedió a abrazarla sintiendo algo que pensó que había desaparecido.
– Isabel yo estoy...
– No me lo digas por favor. Lo interrumpió – Perdóname por no haber podido hacer lo imposible por estar a tu lado.
Sus palabras eran clavos, se sentía debatido, un amor que pensó que había olvidado y otro que había sido su regocijó.
Tocaron la puerta del baño.
– ¿Hay alguien? Preguntó un hombre
Martin la tomo de la mano, abrió la puerta, el joven en compañía de otros dos frunció el ceño al ver la pareja encerrada, Martin caminaba delante sin soltar su mano buscando un lugar donde nadien los viera...
Salieron de la Discoteca Bar hacia una especie de callejón oscuro, un silencio los invadió...
– Se está demorando Martin, ¿No crees?. Dijo Helena en el oído de Ingrid.
– No te preocupes, ah de estar la fila larga en el baño. Le respondió en su oído por la música tan alta
– Iré por él, no me demoro. Dijo en voz alta
Ana la miró con extrañes
– ¿A dónde va?. Pregunto
– Va a buscar a Martín. Respondió Ingrid
Ingrid le hizo seña con su dedo pulgar (Bien)...
Helena llegó al baño de hombres y escucho algo de risas y burlas abrió un poco la puerta para poder escuchar y ver si estaba ahí pues obvio no podía entrar.
– ¡No manches wey! Le dañaste el plan a la pareja, eres un pinche cabron. Dijo en voz alta uno de los chicos.
Se sorprendió al escuchar esas palabras, su corazón latia muy rápido.
– No wey no sabía que iban hacer sus cosasitas aquí. Respondió el otro.
Helena dintió ánimo y abrió la puerta
– Perdón, disculpen busco a un muchacho. Dijo con los ojos cerrados.
– Perdón muñeca solo estamos nosotros tres. Contesto uno de ellos, mirandose confundidos y burlones.
Helena fingió haberse ido quedándose ahí nuevamente.
– ¡¿Será la novia del tipo?!, Dijo uno de ellos
– ¡Ese wey es un monstruo papá!, Estar con las dos aquí en el mismo lugar, ¡Lo mejor!
Helena no soporto mucho cuando sus lágrimas empezaron a correr
–¿No puedes ser tu?, Tú no eres así Martin yo sé que no eres tú. Dijo en voz baja, con su mirada recorría todo el establecimiento buscándolo...
Martin aún no despertaba de su estado de shock
– ¿Cómo está Sofía? Pregunto algo frío y distante, más bien perocupado por la situación en la que se encontraba.
– La traje conmigo, respondió mirando sus ojos – ¿La amas? Pregunto sintiendo un puñal en su pecho.
– ¿Sabes cuánto sufrí por ti? ¿Tienes idea de lo que llore?, Dijo en un tono de voz algo hostil. – No dormía, no comía, sentía que la vida se me desmoronaba Isabel. Dio la espalda y golpeaba la pared – ¡Pensaba en ustedes día a día!, sentía que moría lentamente.
Isabel lloraba con dolor al escuchar sus palabras
– ¡Perdóname!, sabes que no podía hacer nada, ¿Que podía hacer Martin?, Mi padre decidió por mí, intenten hacerlo, intenté huir pero no pude. Callo arrodilla llorando, Martin seguía de espalda – Al igual que tú también llore y sufrí Martin, no te imaginas cuánto.
El se giro y al verla así, le dió su mano y ella la tomo levantándose, se acercó a él
– Yo nunca pude sacarte de aquí. Señaló su pecho seguido acaricio el rostro de él – No fue fácil pero tampoco es difícil. Dijo acercándose a su rostro...
Helena al no encontrarlo camino hacia la salida y al ver al hombre de seguridad se le acercó
– Disculpe, hola, ¿Ha visto a un hombre de jean y suéter rojo con rayas blancas y negras?
– No sé si sea el mismo, ví a uno tomar esa dirección, señalando la parte diagonal del Bar.
Ella sonrió y camino hacia allá...
– ¿De que hablas Isabel? Pregunto confuso
– Martin... ¿Aún me amas? Sus ojos brillaban, Martin quedó sorprendido, no sabía que sentía, Isabel se acercó más, cerca a sus labios – ¡Por favor! Dime qué si, que nunca me olvidaste, que aún sigo siendo el amor tú vida.
Sus labios rozaban los de él, sintió tanto el deseo de besarlo, coloco sus manos rodeándo su cuello.
El beso fue algo inocente, tierno y lento, Martin estaba algo duro, no quería corresponder al beso de Isabel, pero se dejó llevar segundos después.
Helena al ver esa escena sentía que su mundo se acababa, que su corazón se partía por pedazos, un dolor nunca antes experimentado, su respiración era difícil de manejar, sus lágrimas eran fuertes lluvias que quería detener pero no podía, una corría tras de otra, se oculto detrás de la pared tocando su pecho.
– Me amas, aún me amas Martin, me lo acabas de demostrar. Dijo sin soltar su labio inferior.
Martin se sentía confuso, pensó que esa parte había sido olvidada, no esperaba que ese beso lo volviera a su pasado, Isabel se aferró a su cuerpo como si fuera lo único de este mundo, mientras el se sentía confuso entre Helena y Isabel.
Helena estaba tirada en el suelo, la calle a esta hora de la noche no era muy transitada, con su corazón destrozado se asomó viéndolos nuevamente, estaban abrazados.
– No la olvidaste Martin, y no puedo hacer más nada en este caso. Dijo llorando, camino hacia el Bar limpiando sus lágrimas tratando de mantener compostura...
Editado: 05.11.2024