La otra

Capitulo 29

 Helena se tomo su tiempo para empacar, se asomó por la ventana de la habitación y vio que Martín salía con su niña en brazos, dos lágrimas rodaron por sus mejillas, un sollozo inesperado se escapó de su boca. 

– ¿Que ilusa fui?, como me duele el corazón Dios, ¡Quitame este dolor que me lastima!. Susurró entre lágrimas. 

Ingrid entró a la habitación con el entrecejo fruncido se acercó a ella. 

– ¿Helena?, ¿Estás bien?. Ella negó – Martín salió con la niña, ¿A dónde crees que halla ido?

Helena sonrió 
 – ¡A dónde crees!, ¡A una iglesia!, obvio no, están juntos Ingrid, ¡Te das cuenta amiga!. No puedo seguir asi, no puedo. Exclamó entre lágrimas 

– Helena por favor, no te pongas así. Dijo Ingrid sentida por el dolor de su amiga 

–  ¿Y como quieres que me sienta?, Duele Ingrid, duele demasiado, no entiendo porque no me lo dijo, ¿Porque no me dijo que ella estaría aquí? ¿Porque jugar conmigo y engañarme de esta manera?, ¡Acaso me lo merezco!.
Su amiga la abrazaba fuerte al escucharla hablar de esa manera, en un momento desesperado por verla así le dijo.

– Termina de empacar tus cosas y vete, ve a mi cabaña, la que era  mi casa no quiero verte así amiga, me duele ver cómo sufres...

Helena así lo hizo, esté bien o esté mal su reacción no lo sabe, lo que vio fue suficiente para ella. Helena se sentía de más y no sería un  estorbo  entre ellos ese era su pensamiento...

– Perdóname por meterte en esto, de verdad no quería involucrarte. Dijo limpiando su rostro

– Lo sé, no hace falta que me lo digas no pienso dejarte sola

– No estamos pensando en la posibilidad de que me llegue a buscar alla. Dijo preocupada. 

Ingrid se molestó

– ¡Ya basta Helena!, no te buscará allá, tengo años que no piso esa cabaña por mis malos recuerdos, ¿Estás lista para lo que viene?, Helena asintio tratando de no llorar más – Hoy era nuestro último día aquí, tu te irás antes y llegarás de una, no irás a otro lugar porque sabemos que él si te buscará, cuando estés lista para hablar con él sólo búscalo, toma las llaves. Tomo su mano y se la puso en la palma – ¿Estás lista? 

– Sí, júrame que no dirás una palabra. Dijo lanzándose a los brazos de su amiga. 

Ingrid abrazo con fuerza a Helena 

– Te lo juro, te guardaré el secreto, yo iré a verte apenas pueda, cuídate mucho Helena. 

Ingrid estaba bastante afectada, salieron de la enorme casa, para ella fue lo mejor que pudo haber pasado en ese momento estar a solas con su amiga...


María acecho a su hija.

– ¡Te dije que no vendría!, dijo  algo molesta

– Ya párale  a tu sermón mamá, ¡Puedes dejarme sola por favor! Dijo algo sentida porque Martin no se había presentado – Deja a la niña conmigo.

– ¡Pero como se te ocurre! ¿Estás loca o qué te pasa? Cómo te voy a dejar la niña Isabel en ese estado, Isabel no se veía bien estaba llena de irá por la plantada que aparentemente Martin le había hecho, por lo tanto a su madre no le pareció preciso.

– ¡Mamá ya basta!, Dijo alterada, quiero estar sola con mi hija ¿Acaso es mucho pedir? ¿A dónde iría con Sofía?, Me quedaré en el restaurante.

Maria le dió a la pequeña quien se sentó en las piernas de su madre, Isabel no se sentía bien...

– Martin, ¿Porque no viniste?, Susurró en voz baja mirando a su pequeña, estaba  distraída sentada en una de las mesas del restaurante...
 

Martin vio a la madre sus hijas y se acercó. 

– Buenos días. Dijo en un tono de  voz varonil y un poco serio, por la situación 

Isabel se sorprendió al escucharlo, pensó que ya no llegaría, se giró para verle el rostro, quedó asombrada al verlo de pie miradolas...

– Martin pensé que no vendrías. Dijo sonriendo.

– Vine, por mis hijas Isabel. Contesto serio y cortante, pues él ya tenía sus ideas claras, solo quería verla y estar en frente de ella.

– Lo sé, ya estás aquí y eso es lo que me importa, dijo mirando con lágrimas a su hija Abigail. 

Se acercó para acariciarla pero la pequeña no dejo, se apego más al pecho de su padre, era normal su reacción nunca vio a esta mujer para ella es una extraña, a diferencia de Sofía que si se dejó tocar de su padre sin saberlo, Martin acaricio sus mejillas rosadas, tenerla ahí de frente después de tanto pensar, llorar e imaginarse como sería era un alivio para su corazón de padre estar con sus dos hijas, en ese momento no pensaba en otra cosa más que en ellas dos, instintivamente tomo a Sofía entre sus brazos dandole cariño y susurrando cuánto la amaba y pensaba en ella, pero Abigail no estaba gustosa, se notaba que a la pequeña niña no le gustaba ver qué su padre le daba cariños a otra, los celos de hija de hicieron presente, jalaba la camisa de su padre y lo llamaba para llamar su atención, Isabel intentaba acercarse.

– Ven pequeña, ven con mamá. 

Esquiva Abigail  se alejó

– No. Contesto tomando por sorpresa a su padre. Pero para Isabel era algo entendible su respuesta y su reacción...

Abigail era una niña inteligente, desde bebé las personas a su alrededor podían reconocer que sería de carácter fuerte e imponente por sus aptitudes que mostraba  cuando quería algo, aunque era muy consentida por su padre ya que habían quedado él sin el amor de la primera mujer que amó y la niña sin su amor de madre aunque no halla sido por gusto de ellos, para Martin era un lazo fuerte siempre estarían unidos así que en algunas ocasiones se dejaba manipular de su pequeña traviesa quien a diario encontraba quejas de sus travesuras.

Muy diferente a Sofía que era un amor, cariñosa, sociable, inteligente demasiado tierna, aún así Abigail estaba molesta no quería estar ahí. 

Balbuceo 
– Amos. ("Vamos") le decía a su padre. 

Era  unos de esos momentos que Martin anehalaba por mucho tiempo, parecía una década para él al querer tenerla cerca, se inclino a su hija Sofía, la pequeña sonrió, él se giro mirando a Abigail. 




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