Ingrid con el entrecejo fruncido caminaba de un lado a otro, miraba la hora en su reloj de pulso, no podía creer que Martin pudiera haberle hecho tal cosa a su amiga.
– ¿Cómo pudiste hacer algo así?, eres un imbécil, perdiste a una gran mujer por pendejo. Hablo entre sí.
Camino hacia la cocina y se sirvió un vaso con agua, sabía que tenía que estar preparada para la entrada de Martín...
Abigail al llegar a la casa donde se quedaban se alegro, ella esperaba que Helena la recibiera entre sus brazos pero al entrar la encontró vacía.
Su padre la cargo entre sus brazos, miró hacia la mesa de noche y noto que las cosas que Helena tenía puesta en ese lugar ya no estaban. Frunció el ceño y la llamó
– Helena, ¿Estás en el baño?. Dijo caminando – ¿Helena?, abrió la puerta y la encontró vacía.
Los productos que ella usaba tampoco estaban puestos en el mostrador del baño. Bajo a la niña y corrio hacia el clóset...
Valla sorpresa se llevó Martin, abrió sus ojos impresionado.
– ¿No es verdad?, no lo hiciste. Gritó fuerte el nombre de Ingrid.
Está al escucharlo salto de la silla donde estaba sentada.
Martin bajó corriendo las escaleras con Abigail en sus brazos. Al ver a Ingrid bajo a la niña y se acercó a ella.
Desesperado tomo a Ingrid de los hombros y la sacudió
– ¿Dónde está Ingrid?, ¿A dónde se fue Helena?. Gritó
– ¿Qué? ¡No lo sé!. Respondió – La dejé en su habitació ¿De que hablas?
– Helena no está, recogió sus cosas y se fue.
– Pues no sé, no me di cuenta, estuve con Julián no se a donde pudo haber ido
Martín caminaba de un lado a otro, la miraba con ira.
– ¡Más te vale que sea así!, Dijo en un tono de voz amenazante y salió disparado a caminar las calles de Acapulco a buscarla....
Adolfo miraba a Isabel con una sonrisa burlona en su rostro.
– ¿Que se siente que te desprecien?, Dijo en un tono burlón – Ahora que ya tuviste la oportunidad de verte con él, de conocer a tu hija la huérfana de madre ¿Que sentiste?, Se sentó en la mesa del restaurante donde ella estaba sentada, cruzó las piernas y se reposó su espalda en la silla.
Isabel se levantó molesta pero él la tomo del brazo con rapidez y la sentó a la fuerza
– Adolfo, ¡Déjame en paz!, Dijo molesta – ¿Que haces aquí?, ¡Porque no te largas!.
Él sonrió y la tomo del cuello acercándola a su rostro
– Isabel, Isabelita, parece que no entiendes, escúchame bien, porque esto no lo volveré a repetir, ¡Que sea la última vez que impones delante de tus padres o lo vas a lamentar. Dijo en tono de advertencia
– ¿Me estás amenazando? ¿Vas a matar a uno de mis padres?, Eso harás, ¿Eso intentas decir?
Adolfo sonrió, sosteniendo su nuca y habló cerca su boca
– ¿Quieres probarme?. La besó al ver que se acercaban sus padres – Vuelve hacerlo, házlo Isabel sigue mostrandote rebelde y lo lamentaras. Susurro cerca a sus labios...
– Adolfo, ¡Que sorpresa! ¿Cuando llegaste?, Dijo María
Su esposo Roberto no estaba nada alegre con su inesperada visita y en su rostro lo reflejó.
– ¡Pues como lo ve suegrita!, Me hacía falta mi carnita de noche.
María sonrió se saludaron con beso en la mejilla, y paso a darle la mano a Roberto.
– ¡Pues me alegro!, así me muestras que estás interesado en lo negocios de la familia Adolfo. Dijo Roberto
– ¿Y quién a dicho que no me interesa?, Tengo que velar por la fortuna de mi esposa, eso que esté interesada me agrada. Dijo mirándo a Isabel
– ¿Han visto a Eliécer? Pregunto Roberto algo extrañado
– No, respondió isabel – ¡Tampoco he conocido a su esposa!
– Es muy guapa, contesto su madre
Adolfo frunció un poco el ceño sintiendo algo de interés por conocer a la esposa de su fastidioso colega
– Eso si, es hermosa y tienen una niña muy bonita, apoyo Roberto, tenemos un pendiente Adolfo a lo mejor y bajarán más tarde, así vendrás con nosotros y verás las nuevas propuestas, sé que también te parecerán interesante
– Bueno suegro ¡No se diga más!, ¿Ya desayunaron?
– No aún no, respondió María – Estábamos dando una vuelta en la piscina, deberíamos de ir Isabel, ¿Que les parece?
– No tengo muchas ganas de ir mamá, respondió cavisbaja
– No seas así amor, ¡vallamos a la piscina con Sofía!, ¡se que le gustará!. Comento Adolfo
Isabel lo miro de reojo
– ¡Está bien!
– No es mala idea, comento su padre – Pasaremos un rato agradable.
María tomo su mano y sonrió
– Lllamemos al mesero, ordenemos de comer. Dijo Adolfo, tomó la mano de Isabel y la beso, siendo para ella algo desagradable – Sonríe querida mía. Susurró molesto.
Isabel mordió su mejilla interna y cambio su rostro al escucharlo.
– ¿Te gusta así?. Dijo sonriendo
– Me encanta. Respondió mirando sus labios...
Ana estaba bastante alterada con la inesperada presencia de Adolfo.
– Me asusté cuando lo ví ahí, a nuestro lado Eliécer, no puede ser. Negó – Definitivamente creo que lo mejor es irme y volver a casa. Dijo llevándose a la boca un sorbo de piña colada.
Recogió su cabello y reposó su espalda en la silla de la piscina para tomar un poco de sol, se había quitado el buzo, tampoco queria negarse la oportunidad de compartir este momento con su nueva pareja.
Eliécer frunció el ceño.
– ¿Estás segura Ana?, Su rostro se mostró tenso, no quería que se fuera, estaban ahí para pasar unos días agradables...
– No, no quisiera dejarte, pero es muy riesgoso Eliécer..., Dijo pensativa – No entiendo que vino hacer aquí. Bufó.
Martin Camino todo lo que pudo tratando de encontrarla y sin tener esperanza alguna, deseaba que algún desconocido se le acercara y le dijera dónde podía buscarla, pero no, estaba desesperado, su rostro mostraba frustración...
– ¿Dónde estás?, ¿A dónde fuiste Helena?. Estaba triste y destrozado.
Editado: 05.11.2024