Ivana se bajó del auto y tiro la puerta mostrándose molesta.
– ¡Mamá!. Llamaba a su madre molesta – De verdad tengo que andar todo el tiempo con gorilas. Se quejó.
Ana estaba en la sala de confecciones donde trabajaban en la nueva tendencia de la temporada.
– ¿Que es ese modo de hablar Ivana?, Y si, acostumbrate, tu padre lo ah dicho muchas veces, ¡Cuál es tu quejadera!
– ¡Que no lo soporto!, y no me gusta nada. Respondió cruzando los brazos
Ana respiro profundo, Ivana era una niña un poco difícil y todo era culpa de Eliécer que la consentía demasiado...
– Haber Ivana, ya lo hemos hablado muchas veces, si le ves tanto problema consúltalo con tu padre haber que dice.
– ¡Ay mamá!, Sabes que él va decir ¡No!. Volteo los ojos en blanco.
– ¡Entonces! Porque me atacas a mí, más bien, ven acércate, mira la línea infantil, ¿Te gusta?, Le mostró la nueva creación
– No sería mala idea que Ivana fuera quien usará estos diseños. Comento una de las confeccionista, muy amiga de Ana.
A Ivana le gustó la idea y sonrió
– Hablaré con tu padre primero. Se apresuró en decir Ana, también le gustó la idea.
Se alejó para poder hablar con Eliécer. ¡Quien más que su hija para esta línea infantil!
– Son modelos modernos, pero no dejan de ser infantil. Le dijo la amiga de Ana, Claudia a Ivana – ¿Te gustan?
– Pues si la verdad son muy bonitos, respondió Ivana emocionada – Además son mi estiló..., ¿Hablaste con papá? ¿Que dijo?, Pregunto al ver que su madre se acercaba
– Pues le gustó la idea, así no estarás diciéndo que andas aburrida, tendrás algo en qué distraerte. ¿Cuando será el lanzamiento? Le pregunto a su Amiga
– En tres días. Respondió su amiga
– Tiempo suficiente para terminar con todo..., Te verás hermosa hija, ¿Si te gusta la idea?
– Pues si mamá, ¡Me encanta!, Respondió dichosa...
Martin salió hacia el corral dónde estaba Abigail dándole de comer a los paticos y a los pollos...
– Abigail, ¡ven un momento!, ¿Quieres hablar?
Ella lo miro y frunció sus labios...
– Lamento mi forma de reaccionar contigo esta tarde. Dijo Martin
– Fuiste muy duro conmigo papá.
– ¿Fui muy duro?. Dijo sorprendido – ¿Y tú?, No te comportas como una niña, todo el tiempo es lo mismo, en la escuela, en la calle, ¿Porque eres así Abigail? No entiendo
– Yo tampoco me entiendo pa, ¡no sé!, no soporto que otros se salgan con la suya. Respondió triste.
Martin se acercó y la abrazó
– Eres lo que más amo ¿Lo sabes verdad?
Abigail asintio
– No hace falta pa, yo lo sé. Gruñó
– Solo quiero que dejes de pelear, cualquier día de esto un niño te puede dar un mal golpe y se hará un problema más grande si le llegan hacer algo a mi princesa
– ¡Que se atrevan!, Contesto al tiempo que hacía muestra de puños.
Martin sonrió, su hija era la niña problemas.
– ¿No vas a cambiar verdad?, Ella negó – Estaré en serios problemas, ¡Vallamos a cenar!.
Se tomaron de la mano y caminaron juntos hasta la casa donde Helena, su hermana, y el señor Abel los estaban esperando para comer...
Isabel Adolfo y Sofía cenaban juntos...
La niña estaba algo callada no había probado bocado.
Isabel la miro con extrañes.
– ¿Cómo te fue en la escuela? Pregunto
– Bien mamá... Papá escuché que se mudarian los padres de Erick y Leonel
– Sí mi amor, necesitan un hogar más grande, más espacioso para ellos, tener privacidad.
La tristeza de Sofía era notable, los extrañaría mucho, incluso más a Leonel.
Adolfo noto la tristeza de ella
– No iran lejos, los tendrás aquí al frente, puedes ir cuando quieras. Agregó Adolfo.
El rostro de Sofía cambio por completo y fue notable para sus padres.
Pues empezó a comer su comida.
A Isabel no le agradaba para nada que su pequeña tuviera cierto interés por Leonel, siempre fue un niño agresivo y en ocasiones lo era con Sofía cuando eran pequeños, algo que ella no olvidaría. Sabía que su hija sentía algo por él, lo había notado hace tiempo.
– Adolfo, tenemos años que no viajamos a la hacienda. Inquirió Isabel.
No había cambiado mucho estaba igual de joven y hermosa.
Adolfo la miro arqueando una ceja, pensando en las palabras que Isabel dijo, asintio
– Estás en todo lo cierto, pues iremos, así Sofía conoce la hacienda. Se llevó el vaso a la boca "La herencia de los Rosales pasará a ser mía". Pensó entre sí.
Isabel sonrió, no imagino que el aceptara tan rápido, sonrió, muy pocas veces sonreía se noto su alegría, Adolfo bajo su rostro al ver su cambio, la relación no cambio en todos estos años siguió siendo igual, ella hacia lo que él ordenaba, aún seguía siendo el mismo hombre frío, calculador. Solo era diferente con Sofía era la única que lo dominaba a su antojo pero para bien.
– No sabía que teníamos una hacienda. Dijo la niña
– Es de tus abuelos. Respondió Adolfo
– ¿Y es bonita?, Pregunto Sofía
– Es hermosa. Respondió Isabel
– Conocerás a tus abuelos. Dijo Adolfo mirando a Isabel – A mis padres.
Isabel trago en seco y bajo mirada.
– ¡Que emoción papá!, ¿Cuando nos iremos?
Adolfo hizo su plato a un lado
– Este fin de semana. Miro a Isabel – ¿Que te parece?
Ella sonrió y asintió
– Bien, gracias por esto. Respondió
El asintio y sonrió lascivamente, se levantó del comedor y beso la frente la sofia
– Estaré en la oficina. Informó...
Sentado en su sillon esperaba que atendieran su llamada...
– ¿Que has averiguado?. Pregunto
Daniel respondió
– Te tengo buenas y malas noticias.
– Dame la mala. Dijo irritado
– El abogado de tu suegro murió de un infarto
Adolfo se sorprendió pero no fue de a mucho su sorpresa
– ¿Entonces?. Repicó
Daniel río
– Amigo, con el nuevo sucesor que es de su entera confianza, me las arreglé para entrar a la oficina y pude ojear el testamento de tu querido suegro, ¡No me las vas a creer!
Editado: 05.11.2024