La otra

Capitulo 39

Sofía se acostó en la cama con su abuelo

– Estoy feliz de verte nuevamente princesa. Dijo besando su frente

– Yo también abuelo. Respondió Sofía

– Iré a montar a Luna. Dijo Isabel tomando la mano de su madre – Hacia tiempo que no lo hacía y quiero recordar aquellos días.

– Yo te acompaño. Dijo Adolfo entrando a la habitación.

El ambiente cambio un poco tornándose tenso, Roberto lo miro con desaprobación

– ¿Cómo está suegro?, No había tenido la oportunidad de verlo, ¿Ya se siente mejor?. Su tono de voz no era creíble era todo lo contrario.

– Más que eso Adolfo, ahora más que nunca me siento con vida. Respondió tajante.

Adolfo sonrió lascivo

– ¡Cuánta alegría!, me alegro, hierba mala nunca muere. Endureció su expresión clavando su mirada en él

– Vayamos a montar Adolfo. Interrumpió Isabel tomándolo de la mano, gesto que a su padre le extraño.

Adolfo noto que a su suegro le sorprendió ese gesto de su hija, asintio en respuesta apretando la mano de Isabel.

– Voy a complacer a mi mujer, con permiso. Le dio un beso frente a ellos y salieron de la habitación tomados de la mano...

Isabel daba pasos a prisa, estaba furiosa

– Eres tan, tan...

– Tan, tan, buen yerno. La interrumpió, Isabel estaba molesta por la forma en la que se trató con su padre – Espera Isabel, tu padre ahora me odia y fue él, el que me metió en este rollo, ¡Muy bonito, muy bonito!.

– No quiero hablar de eso. Bufó

Adolfo la tomo de la mano y la adentró a uno de los baños del corredor del segundo piso.

– ¿Que haces?. Pregunto extrañada

– ¿Que creés?. Metió su mano bajo su falda

– ¡Adolfo!, podrías detenerte, no es un buen momento. Dijo haciéndolo a un lado.

Él la tomo del brazo y la arrecosto a la pared

– No Isabel, quiero hacerlo ahora, estoy excitado. Le dijo en su oído – Tenemos un trato. Le recordó

– Pero...

– Pero nada. Bajo la cremallera de su falda y la cargo – Eres mi esposa y te debes a mí cuando yo lo desee. Mordió el lóbulo de su oreja haciéndola gemir.

Isabel cerró los ojos

– Ah, Adolfo. Susurró su nombre.

Flor, la mujer del servicio estaba sorprendida con lo que había visto, se acercó más para llegar a la habitación de su patrón pasando por el baño donde ellos entraron escuchando así el gemido de ella o de él, o de los dos. Sonrió burlona y siguió su camino...

Helena estaba muy feliz, sentía que su pecho se había liberado por una parte, para las personas del el pueblo ella era la madre de Abigail, y así lo prefería Martin que pensaran que esa hija era de ellos dos. Observaban a Abigail jugar con su caballo...

– Quiero dar una vuelta por los alrededores, ¿Puedo?, Dijo haciendo un puchero.

Su padre se negó pero Helena intervino.

– Déjala, ya sabe montar muy bien, no seas tan sobreprotector

Martin la miró no muy convencido

– Esta bien, solo no vallas lejos, da la vuelta por los alrededores y con mucho cuidado Abigail. Advirtió.

La niña se alegro mucho, corrió a ellos y los abrazó, subió a su caballo como toda una jinete, Helena se emocionó y aplaudió al verla hacerlo

– ¡Siiii!, ¡Bravo Abigail!, mira es mejor que tú amor. Dijo muy emocionada

Martin sonrió y se sintió orgulloso

– Valla, se ve tan hermosa mi niña, tiene a quien salir ¿No crees?.

– Claro que sí, tiene a quién salir. Se tomaron de las manos y Martín beso la palma de su mano.

– ¿Dónde está África?

– Dormida, el compartir con sus amiguitos la dejo cansada

– Eso quiere decir que estamos prácticamente solos. Dijo acercándola a él.

Helena sonrió

– No creo que sea buen momento, sabes que Abigail puede regresar y la niña puede despertar

Su boca se curvo

– Jum, no creo, pero en la noche no te me escapas.

Helena sonrió, lo beso y asintió

– No me escaparé, terminemos de recoger, faltan cosas por guardar y por lavar

– Este será el cobro por ya tu sabes

Helena río a carcajadas

– Sí, efectivamente

Martin negó sonriendo

– ¡Mujeres!. Susurró en voz baja...

Leonel no dejaba de mirar a Ivana, la invitó a una heladería que estaba cerca de su casa

– ¿Te sientes mejor?. Pregunto preocupado

– No mucho pero, estoy distraída. Me haces bien. Sonrió.

A ella le gustaba este chico, él era más grandecito que ella y eso le llamo mucho más la atención, sus miradas se cruzaban por momentos. Leonel estaba enamorado de Sofía pero saber que a su hermano siempre le a gustado ella prefiere poner sus ojos en alguien más para evitar ese sentimiento amargo de no estar con quién quieres.

– ¿Iras el lunes al colegio?. Pregunto Leonel

– No lo creo, más bien no sé

Él no podía dejar de mirar sus ojos, su boca, el movimiento que hacía con sus manos para sujetar el mechón de cabello que la brisa agitaba. Ivana estaba despitada en ese momento, no caía en cuenta de la forma en la que Leonel la miraba. ¿De verdad le gustaba ella?. Sus miradas se encontraron, los dos se miraron fijamente, ella no podía evitar sentir lo que ese chico le ocasionaba en su estómago.

Abrió un poco su boca, intento decir algo pero no sabía qué decir sus mejillas se sonrojaron. Leonel bajo la mirada y sonrió supo de inmediato que ella estaba nerviosa, este era su momento, no sabía si era igual o más hermosa que Sofía pero intentaría hacer algo más.

Se acercó un poco a ella, Ivana al verlo tan cerca su rostro abrió sus ojos sorprendida, lo más bonito y tierno fue el beso tan simple que le dió, ella cerró sus ojos al sentir sus labios cerca a los de ella...

Algo tan inocente no podía ser más grande, Leonel apoyo su frente en la de ella.

– Ivana, ¿Quieres ser mi novia?. Le preguntó.

Era algo tan extraño en estos tiempos, ya muy poco se usa esa pregunta.

Ella no se lo esperaba, estaba tan apenada, simplemente asintió en respuesta diciendo sí.

Leonel se puso de pie y tendió su mano




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