– ¿Estás bien?. Pregunto Adolfo mirándo los ojos de Isabel
– Sí. Respondió sintiendo su cuerpo cansado, veía borroso.
Adolfo examinaba su rostro y la tomo entre sus brazos antes de que cayera al piso
– ¡¿Isabel?!. Gritó desesperada su madre — Llévala a la casa Adolfo por favor — ¡Llama un médico!. Le pidió a uno de los empleados que pasaba con uno de los caballos.
– Enseguida patrona. Respondió el hombre
Adolfo la llevaba casi corriendo a su habitación...
El médico examinaba a Isabel, después de hacerlo dijo.
– Solo fue un desmayo, nada de que preocuparse. Respondió él ante la preocupación de su madre – Fue a causa del al estrés, aunque podría mandar exámenes de rutina en caso de que quieran descartar algo más.
– No, estoy bien doctor. Se apresuró en decir Isabel – Yo me siento bien, no hace falta, ¿Dónde está Sofía?
– La ha pasado casi todo el día con las muchachas, sigue insistiendo en que la lleven al pueblo. Respondió su madre
– ¡Pues bien!, Fue un placer volverte a verte Isabel, tengo que atender a otros pacientes, ¡Ya saben! ¡Cualquier cosa me llaman!. Comentó el doctor
– Te agradezco José, muchas gracias. Respondió María – Te acompaño.
– Descansa Isabel. Le sugirió el doctor antes de salir...
Adolfo al verlos salir entro a la habitación...
– ¿Te sientes mejor?. Pregunto preocupado por ella
– Si, ¿Sofía?
– No te preocupes, las del servicio no dejaron que escuchara la algarabia del ranchero
– Adolfo. Lo reprendió – Hay que solucionar todo esto
– ¿Solucionar?, ¿Solucionar Isabel?. La acechó – ¡Eres una debilucha!, tuviste un pequeño encuentro con el ranchero, y mira.
–¿Crees que es fácil?, Mi padre no pudo haber escogido a otra persona para castigarte Adolfo. Respondió tajante
– ¿A mí?, Era su conciencia la que lo hizo llevarlo a ese nivel, ¿Ahora dime? ¿Que piensas hacer?
– ¿Que voy hacer?, no hay nada que hacer, no lo sé, no sé, hay demasiadas cláusulas, y lo sé porque conozco a papá, ni siquiera soy capaz de entender ¿Que harán cuando sean mayor de edad?, Esto es demasiada responsabilidad para Abigail
– El abogado será un buen albacea, y Martin un buen cuidador, hará que lo plantado sea cumplido, además esto es tu problema. ¡Así que arreglalo!, o déjalo así, regresé para saber de ti y porque había olvidado mi celular, pero algo si te digo Isabel, ten cuidado en llevar a Sofía al lado de Martin. Advirtió – Creo que venir aquí fue lo peor que pude haber hecho. Dijo sin ninguna clase de remordimiento.
Martin sentía impotencia, caminaba de un lado a otro
– ¡Por favor Martin!, Ya debes calmarte, debes estar sereno para poder entender todo lo que está pasando
– ¿Tú crees que con calmarme se me va a pasar lo que tengo? ¿De verdad lo crees?. Mi hija tan solo es una niña, si me niego los bienes se irán a una fundación dejando así a Sofía y a su madre sin nada. Gritó – ¿Y los empleados?, es obvio que quedarán en la calle. ¡¿Dónde tenía la cabeza ese hombre?!. Después de todo lo que hizo esto es aberrante.
– ¡Ya basta!. Gritó Helena irritada – Ten en el cuenta que el señor te dijo, que necesitaba hablar contigo no como abogado, si no como un amigo del señor Roberto, ¡Yo te entiendo!, pero tan solo Abigail decidirá cuando sea una mujer mayor de edad, no está en tus manos, ni en las de Isabel, ni en las del abogado, ¡¿Porque le ocultan la verdad a las niñas? No es justo Martin!
– ¿Crees que no me duele verla de lejos?. Ese infeliz se cree con derechos que no le corresponde
– ¿A quién piensas culpar?.
– ¿Que quieres decir con eso?. La acechó
– A qué el culpable está muerto y enterrado, y alguna razón fuerte tuvo para tomar una decisión de esa magnitud, ¿Acaso creés que lo habría tenido fácil?
Martin negó
– No puedo aceptarlo. Susurro
– Tampoco estás en posición de hacerlo, solo cuando Abigail cumpla la mayoría de edad decidirá, y no creo que cuando se entere que tiene una hermana, valla dejarla en la calle.
Martin bajo la cabeza y se apoyó en el espaldar de la silla.
– Ese señor, tuvo bastante tiempo para redactar muy bien ese testamento. Dijo cabizbajo.
Helena se acercó y lo abrazo
– Yo entiendo que tienes una herida irremediable, hay que borrar el pasado, tienes que pensar muy bien lo que vas hacer, tienes que hablar con el abogado como segundo paso
Martin miraba perdido los ojos de Helena
– ¿Porque eres tan buena?. Dijo mirándola con amor.
–¿Es malo que piense diferente a otros?
El frunció el ceño y negó
– Es malo que no hubiera puesto mis ojos en tí, no entiendo cómo le haces para calmarme
– De eso se trata el matrimonio, lo estipuló Dios en la biblia, la mujer edifica su hogar
Martin sonrió, se levantó de su asiento y la abrazo
– Sin duda tu abuela hizo un buen trabajo contigo
– ¡Grácias!, Ahora que dices así, voy a visitarla, te amo Martin. Susurró con un tono de voz lleno de amor, alzo su vista y vio a Isabel mirándolos, Helena carraspeo – Los dejaré solos para que puedan hablar.
Martín fruncio el ceño y giro encontrándose con la mirada de Isabel
– Esta bien, la saludas de mi parte y no tardes.
Helena dio pasos hacia la puerta de entrada, su mirada se encontró con la de Isabel
– Bienvenida
– Gracias
Se fue dejándolos solos
Martin se acercó a ella.
– Puedes entrar si así lo deseas. Dijo en un tono de voz seco.
Isabel miraba todo el rancho, todo lo que había cambiado, era tan diferente al lugar al que ella visitaba para verse con él a escondidas
– Ah cambiado la casa Martin
– Sí, ya no son de tablas y ladrillos cómo estaba anteriormente, lo hice con mucho esfuerzo, para darle un mejor vivir a la niña.
La mirada de Isabel era triste, parece que estaba reviviendo las veces que llegaba cuando se escapaba para estar con él, en aquel tiempo cuando eran unos jóvenes.
Editado: 09.06.2025