Julián se molestó, sorprendido la acecho.
— ¡¿Porque lo hiciste?!, Pudo haberte hecho algo, pudo haberte matado, ese hombre es violento
— Lo hice para ver si lo dormía, pero no resultó
— ¡¿Que fue lo que te hizo?!, enseñame Marcela.
Ella se puso de pie cubriendo parte de su desnudez, dió la espalda y dejó caer la manta mostrando todas las marcas, Julián se acercó y tocó una de sus heridas, el contacto le ardió a su piel.
— Perdóname por haberte metido en esto. Susurro
— No tienes la culpa, nadien sabía lo que iba a ocurrir, se giró de frente — No sabes cuánto diera por estar en el puesto de Ingrid.
Julián se inclino, tomo la manta y cubrió su desnudez
— Iré por algo para hecharte en la espalda. Dió la vuelta y Marcela lo detuvo
— ¿Cuando me dejaste de amar?, ¿Tan pronto me olvidaste?
— No hablemos de eso Marcela, ahora vuelvo...
Isabel salía de la cocina con un café y pastillas efervescente
— Señora la llama Julián por teléfono. Dijo Flor
Isabel dejo la charola a un lado y corrió a atender la llamada
— ¿Que pasó? Dime qué está bien
— Le dió una droga para ver si lo dormía
— ¡Que! ¿Pero porque lo hizo?, ¿Ella está bien? ¿Que le paso?. Se alarmó
— La golpeó, está toda golpeada
— ¡Como fue a darle drogas!, ¡Santo Dios! ¿Necesitas un médico?, Puedo enviar uno ahora mismo Julián
— No creo que quiera ver a uno, iré a la farmacia por alguna pomada, o pastillas ¡No sé! Alguna cosa que le sirva
— Si necesitas algo no dudes en decírmelo por favor Julián
— Quiero hacerte una pregunta
Isabel trago en seco, sabía a donde quería llegar
— La que quieras
— ¿Adolfo te trata de la misma manera?
Aterrada negó
— No, no lo hace, es la primera vez que veo esto. Mintió si era violento, pero nunca había llegado tan lejos. Tampoco entendió el porque había mentido.
— Está bien. Será creerte. Colgó la llamada.
Isabel frunció sus labios, "¿Que estoy haciendo? ¡Soy una estúpida!, Se reprendio asi misma. Suspiró y camino hacia la habitación, dejo la charola en una mesa pequeña y entro al baño
— ¡Que carajos!, Corrió al ver Adolfo boca abajo en el piso — ¡Adolfo, Adolfo!. Lo giró sosteniendo su cabeza — ¡Me escuchas!. Lo llamaba deseperada.
— Ana, Ana. Susurraba el nombre de aquella mujer
Isabel frunció el ceño y lo golpeó en su pecho
— ¡¿Porque? ¿Porque? ¿Porque?! Sigues con lo mismo. El no reaccionaba, y ella lloraba de impotencia — ¡No puedo creerlo! ¿En qué momento me enamoré de tí?. Lloró sin consuelo, todo le podía pasar menos ese sentimiento.
Adolfo entre abrió los ojos, aún veía borroso, escuchó su llanto
— ¿Que te hicieron?. Su voz era débil
— Nada, tu nunca me haces nada. Cómo pudo lo sentó cerró la llave de la regadera y fue por el café — Tomate esto. Se inclino y se lo puso en la boca para que tomara.
Adolfo no estaba bien, aparte ella o estaba confundida o de verdad si estaba enamorada, ambos estaban mojados, ella le quitó la camisa y el suéter, se quedó de pie esperando que el efecto de la droga le pasará, no iba a llamar a un médico, no con su hija en la habitación de al lado, no permitiría que ella lo viera en ese estado...
María conversaba con nieta
— Entonces ¿Si los conocistes?. Pregunto mientras peinaba su cabello
— Si, ¿Abuela?
— Si, dime
— ¿Porque les pasó todo eso a mamá y, a. Bajo la cabeza.
María comprendió de que se trataba y respondió
— Tu abuelo era muy testarudo, tenía un carácter muy fuerte, cuidaba su apellido y el que dirán era algo que no quería ni pensar, por eso y muchas más cosas, no permitió que tu madre viviera con tu padre biológico.
— Yo quiero mucho a mi papá Adolfo
— Y el también te adora, eres su hija, ahora tendrás dos papás ¡Es genial! ¿No lo crees?
— No lo sé, porque Abigail. No estaba contenta
— Si lo estaba, solo que ella es. Un poco rebelde
— Y monta caballo
— Sí, es una buena jinete, su padre le enseño. Sofía bajo la cabeza nuevamente — Tu madre te puede enseñar.
— No, no quiero, recordó el susto por el que había pasado – Pero le dije a ella que si volvía me enseñara
— Eso es magnífico princesa, cuando regreses tendrán algo que hacer juntas
— El problema es que no sé cuándo volveré, ¿Tú te irás con nosotros a casa?
— Pero yo tendré que venir darle vuelta a la casa y a los negocios de tu abuelo, entonces vendrás conmigo.
Sofía asintio, su rostro cambio de inmediato
— Gracias abuela, María la abrazo...
Daniel tocó la puerta varias veces
— ¡Abre Karina, abre la puerta!. Su voz sonó a advertencia
— Ya voy, gritó...
Se acercó a la puerta y la abrió, Daniel estaba furioso, entro de inmediato y la tomo fuerte de la barbilla
— ¿Te gusta ese hombre?, Porque si es así te juro que
— ¡Estás loco!. Lo empujó, él la bofeteo dejándola en shock, ella frunció el ceño y le devolvió cachetada —No vuelvas a ponerme un dedo encima. Gritó fuerte y desafiante
Impactado la tomo del brazo y la sacudió
— No vuelvas a golpearme Karina, ¡Contesta, contesta maldita sea!, no vez que muero de celos, o te juro que
— No tienes que jurarme nada, eres un poco hombre, cometí el gran error de enamorarme de tí. Dijo llena de resentimiento
Daniel la soltó y la acercó a su cuerpo
— Te dije que no te enamoraras. Dijo en voz baja sentido por sus palabras — Fue lo primero que te dije
— ¿Porqué?, ¡Eres libre, no tienes hijos no tienes una esposa!, ¿Porque no podía enamorarme?, Solo me quieres para satisfacer tus necesidades. Se alejó de él — Soy estúpida, como no pude darme cuenta, ¡Lárgate, vete de aquí ahora mismo!.
Daniel cerró sus ojos, no soportaba cuando ella tenía ese comportamiento
— Yo. Guardo silencio
— ¿Yo que? ¿Yo que? Di lo que ibas a decir, gritaba, me usaste, eres una porquería, y renuncio a la empresa
Editado: 05.08.2025