La otra

Capitulo 60

Abigail estaba en compañía de Mateo tomados de las manos, miraba la entrada de su casa, pensaba en hacerlo, sabía que encontraria nuevamente a su padre en el mismo estado de siempre.

 - Anda princesa, entra a casa 

Ella asíntio en respuesta, Mateo beso la coronilla de su cabeza 

 - Me llamas apenas llegues 

 - Lo haré, le afirmó... 

Lo vio alejarse en su automóvil, suspiro y exhaló.

 - Lo mismo de siempre, susurro en voz baja... 

 

Entro a casa y no vio a su padre, frunció el ceño 

 - ¿África?, ¿Papá? ¿Dónde estás?. 

Escucho un sollozo y camino hacia la habitación, encontró a su padre llorando con una fotografía de Helena y en la otra una botella de ron...

 - Papá, ¿Cuando la dejaras descansar en paz?, Dijo en voz baja, se acercó a él - ¿Hasta cuándo piensas seguir así? ¿Cuando dejaras de tomar así papá?, ¡Por Díos! Mírate mírame, yo no debería de estar cuidando tus borracheras y África mucho menos 

 - Entonces larguense y déjenme solo, grito, se puso de pie y casi cae al piso, no podía sostenerse. Abigail se acercó para ayudarlo y él la hizo a un lado molesto  - Déjame, yo puedo solo, dijo dando pasos, se tropezaba con lo que había en el camino. 

 - No creo que Helena, mi madre estuviera feliz de ver en lo que te has convertido 

 - Ya cállate, no quiero oírte, ¿Tu qué sabes? No sabes nada. 

Abigail abrió la boca sorprendida por lo que dijo 

 - ¡Me cae!, No puedo creer lo que acabas de decir 

África llegó agitada venía corriendo 

 - Perdón, me distraje hermana 

 - Da igual, ignora todo lo que diga como siempre él tiene la razón 

 - ¿Porque mejor no me dejan solo? Quiero estar solo, salgan de aquí, las tomo del brazo y las sacó. Fuera de aquí, quiero estar solo con mi Helena. Dijo entre lágrimas, Martin no podía superar la muerte de su difunta esposa, la tenía presente día y noche...

Abigail pasó sus manos por sus rostro, miró a su hermana y la atrajo a su pecho. 

  - No te preocupes, esperemos que se duerma como siempre, ¿Comiste algo en el río? 

África frunció el ceño 

 - ¿Cómo lo supiste si no te dije? 

 - Sergio llegó a la tienda de ropa 

La chica asintio 

 - Abigail, escuché decir a algunas personas en el mercado mientras yo pasaba, que, papá podía morir si, si seguía tomando así como lo hace ¿Crees que papá muera?  

Abigail se enojo 

 - Mañana iremos hacer el mercado, y pobre del el que escuche susurrando a mis espaldas hablando de mi padre, le romperé la boca en pedazos 

África bajo la mirada y Abigail beso su frente 

 - No quisiera que eso fuera verdad 

 - No lo será, papá está pasando por una crisis que pronto pasará... 

 

 

 

Erick se miraba en el espejo, hay que admitir que este hijo de satán tenía un cuerpo trabajado, era guapo, no tenía la misma altura de su hermano pero si estaba muy bueno el condenado, tenía un tatuaje que empezaba desde su hombro hasta su codo, era especie de tribales, camino a su closet y escogió una camisa blanca, arreglo su cabello y sonrió. Se acercó a una de las cómodas y saco una caja roja...

 

 

 Daniel conversaba con Adolfo en su oficina

 - No debió ser mi reacción, pero ¿Que harías tú si vieras a tu hija en ese momento? 

 - Te entiendo Adolfo, lo entiendo perfectamente, pero que vamos hacer, son novios, se quieren, Sofía lo quiere, para dar un paso como entregarse es porque si lo siente, respondió Daniel 

 - Supongo que sí 

 - Y, ¿Isabel que ha dicho? 

 - Ya sabes cómo es 

 - ¿Y Sofía? ¿Todo está bien con ella? 

 - No ha salido de su habitación en todo el día, ni siquiera ah comido 

 La chica del servicio tocó la puerta 

 - Disculpe señor Adolfo, el joven Erick quiere hablar con usted 

Daniel frunció el ceño y se encontró con la mirada acusadora de Adolfo 

 - Vamos a ver qué quiere tu hijo ahora... 

 

Isabel bajaba las escaleras en compañía de su madre 

 - ¿Que haces aquí Erick?, Lo acechó 

 - Vine hablar con ustedes, respondió 

 - ¿Y que vienes a decir muchacho?, Solo espero que hallan tenido precauciónes, apoyo Adolfo la pregunta de Isabel. 

El silencio de Erick les dió a pensar que no lo habían tenido, y es que este joven quería a esa chica de cualquier forma, su obsesión era enorme, no media las consecuencias ni tenía en cuenta que ella no lo quería. 

Todos se miraron sorprendidos, María apretó la mano de su hija en forma de apoyo. 

 - ¿Que quieres Erick? Pregunto Adolfo 

Antes de responder miró a su padre... 

 - Vengo a pedir la mano de Sofía, dijo al tiempo que saco la caja roja mostrando un anillo de compromiso.

Todos se sorprendieron, Isabel miró a Adolfo recordando todo lo que ella vivió con él. Adolfo pudo leer su pensamiento. 

 - Isabel ven a mi oficina. 

Ella miró con molestia al joven mientras que María se lamentaba internamente... 

 

 - No pensarás en aceptarlo Adolfo ¿O sí?, Isabel lo increpo 

 - Yo no estoy haciendo lo que tú padre hizo, esto lo decidirás tú 

Isabel se sorprendió  

 - ¿Que? 

 - Es mi hija porque la crié, no es de mi sangre, por lo tanto está situación te compete a tí Isabel

 - Esto se está saliendo de control Adolfo, yo no tengo el porque decidir algo así 

 - Entonces que lo haga ella Isabel, yo tampoco tomaré una decisión que no me toca, está suficientemente adulta para saber que quiere, si tuvo las agallas de meter a su novio bajo este techo y acostarse con él quien sabe cuántas veces, que tenga el valor de aceptar o de negarse a lo que él vino hacer aquí 

Isabel no sabía que hacer, su hija no tuvo el carácter suficiente para decir toda la verdad, todos desconocían que estaba pasando en esa relación, la única que lo sabía era su hermana y estaba muy lejos para enfrentarlo y defenderla de él. 




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