La Otra

Capítulo 7

Lo fulmine con la mirada.

—¿Crees que si no lo quisiera, estuviera tejiendo toda esta red de locura para recuperarlo? —ahora era yo la que se paseaba por la terraza como gata enjaulada

—Olvídalo Lina, lamento haberte preguntado eso —dijo sin apartar sus ojos de las luces que se apreciaban de la ciudad.

—¿Te sientes incómodo por lo que te pedí? Si ese es el caso puedo pasar de ti y los días que tenía planeado venir aquí puedo pasarlos en algún restaurante, no sé, tal vez el cine —dije estrujando mis manos y esperando su respuesta.

— No me molesta Lina —sus ojos seguían perdidos en la vista.

Vi mi reloj y me sorprendí ya era demasiado tarde, el tiempo paso sin darnos cuenta.

—Debo marcharme Thomas, es tardísimo— dirigiéndome a la sala a buscar mi bolso.

—Yo te llevo Lina, no me sentiría bien que andes a estas horas en taxi – tomando sus llaves.

—Gracias Thomas, sé que lo que te he pedido no es algo fácil, estoy desordenando tu vida y cambiando tus planes – murmure

—No te preocupes Lina para eso estamos los amigos para ayudarnos aun en las locuras más grandes— sonrió.

Cuando llegamos a mi casa me sorprendió ver el coche de Rubén ya que eran las doce de la noche no era su hora habitual de llegar.

Suspire y con mucho cuidado me bajé del coche de Thomas.

—Gracias por esta velada Lina – sonrió.

—Gracias a ti por ser mi cómplice – él me hizo un ademán con la mano de despedida arrancando su coche.

Saque mis llaves y trate de no hacer ruido, una vez adentro me quite los zapatos de tacón llevándolos en la mano para que no repiquetearan por la casa, sonreí al sentirme como una adolescente tratando de que mamá no me escuchara llegar tarde y así evitar los castigos.

Con mucho cuidado abrí la puerta del cuarto no quería despertar a Rubén, solté el aire al ver a mi flamante esposo sentado en la cama con su móvil en la mano y con una cara de muy pocos amigos.

" Ay mamacita que me agarren persignada, ah no, olvidé que mi madre ni a la iglesia va, ya perdí en este pleito"

—Vaya la Señora de León al fin llegó – tirando su móvil

" ¡Oh no!, me llamo por mi apellido de casada, esto será una gran pelea"

—Buenas noches Rubencito, pensé no habías llegado de tus cenas de negocio, siempre llegas más tarde – sonreí, pero sentía un tic en el ojo que parecía que le hacía ojito a Rubén.

—¿Dónde estabas Carolina?—levantándose de la cama

"¿Y si me hago la loca? mejor no, a mi madre no le resultó, mi padre la metió al psiquiátrico por un mes y por eso lo odia a muerte¨.

—Te dije que iría a una cena de negocios Rubencito – Dios no aguantaba el tic en el ojo se abría y se cerraba a su gusto y antojo.

—¿Cena?— su risa era irónica –Tú no sales a cenas Carolina, lo hace el inútil de tu jefe —acercándoseme.

—Estamos tratando con un escritor nuevo que ha revolucionado con su libro y queremos una entrevista exclusiva para el nuevo ejemplar de la revista— tapándome el ojo que no dejaba de hacerle ojitos a Rubén, por suerte en su rabia no veía a mi traidor ojo.

—Así que la revista que trata de moda y aconseja a las mujeres de que color combinar el bolso con el labial, el zapato con el vestido y  todas las locuras que se les ocurre a las mujeres, ahora va a combinar un libro con los ¿zapatos? —declaro mordaz

Me di una palmada mental tenía que haber dicho un diseñador de ropa, lo dije, por culpa de la irreverente de mi madre que no iba a la iglesia ningún angelito se iba a apiadar de mí y me iba a ayudar en este pleito.

—Eh, la revista está evolucionando Rubencito – me senté en la esquina de la cama observando a un muy enojado Rubén en bóxer, observándome como a un bicho desde un microscopio.

—¿Quién más fue de la revista en busca del escritor? – sus ojos eran dos témpanos de hielo.

—Eh, Samanta ¿quién más iba a ir? Somos las editoras jefes —sentía las manos sudadas.

—¿Estás segura Carolina que Samanta estaba contigo?



 




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