La Otra

Capítulo 8

—¿Estás segura Carolina que Samanta estaba contigo? —pregunto sin esperar respuesta ya que salio del cuarto dando un portazo.

Me quedé sorprendida observando la puerta por un largo rato hasta que entendí que esa noche por primera vez en un año mi esposo dormiría en otro cuarto.

Y así pasaron los días sin ver a Rubén en ningún momento, se levantaba al amanecer para irse al trabajo y llegaba en la madrugada, así que hablé con Thomas de que no tenía sentido que me enviara mensajes o ir a su departamento por el momento, ya que Rubén ni se enteraría.

Me mire en el espejo del baño y observé las ojeras bien marcadas que tenia, ya todo esta situación estaba acabando conmigo.

Suspire al escuchar que Ana tocaba la puerta del baño.

—Niña

—Dime Ana —mojando mi rostro.

—La Señora Agatha esta aquí

Justo hoy tenía que aparecer mi madre, solté el aire, volví a observarme en el espejo y sabía que mi amada madre no le gustaría lo que vería.

Salí del baño y vi un poco de tristeza en el rostro de Ana, ella conocía bien a mi madre y sabía que no saldría bien librada de esta situación.

Ana salió del cuarto, despacio pase las manos por mi vestido suelto de tirantes y observe mis sandalias abiertas y planas, enderece mis hombros y camine despacio como los condenados lo debieron hacer a la horca.

Vi a mi madre sentada como toda la dama que era, su cabello rubio bien peinado, su rostro tan hermoso bien maquillado y sus ojos reflejaban toda la altivez que caracterizaba a mi madre.

Sus fríos ojos me recorrieron de pies y cabeza por la mueca que hizo supe que no le agradaba del todo mi atuendo, termine de bajar los escalones y me acerque a ella a saludarla con un impersonal beso ya que no eramos como las madres e hijas normales, siempre pensé que si de mi madre hubiese dependido hubiera alquilado un vientre para no andar otro ser vivo dentro de ella, pero como mi padre jamás lo hubiese permitido no le quedo de otra que andarme ella.

—Madre —sentándome un poco alejada de ella.

—Carolina, me sorprende tu despreocupación por tu imagen —tomando su taza de café.

Enarque una ceja ya que ni me dejó sentarme para lanzarme sus típicas críticas

 —Es una sorpresa tu visita madre – murmure entre dientes.

Hizo una mueca parecida a una sonrisa

—Hable con Rubén – cruzando sus piernas.

—¿Ah sí? – murmuré – Pensé que tu y Rubén no se llevaban bien.

—Imaginaciones tuya Carolina, tu esposo es un hombre muy exitoso, el mejor abogado en divorcios y no olvidemos que es dueño de la firma más reconocida de esta ciudad.

—Desde que eramos novios ha sido todo eso querida madre, pero te daba igual – enterrando mis uñas en las palmas de mi mano.

—Rubén tiene razón, estas insolente Carolina – sus ojos me taladraban —Me ha comentado el día de ayer que me invitó a almorzar que estas actuando extraño Carolina, llegando tarde a casa, saliendo a cenas inexistentes – apoyando su rostro en la palma de su mano.

—Madre no sabía que tu y Rubén ahora hasta salen a almorzar, cuando yo siendo su esposa tengo meses de no salir con él ni siquiera a tomar un café – levantándome y parándome en la ventana para observar el jardín.

—¿Haces tanto escándalo porque me invitó a almorzar? Tu esposo está preocupado por tu actitud.

—¿Mi actitud? ¡Rubén me es infiel, esta con Otra! y aún el sale a llorar a tus faldas madre. – girándome con violencia para observar el rostro de mi madre.

Mi madre ni se sorprendió con lo que le acababa de decir.

—Carolina eso es algo normal en un hombre, siempre se buscan una amante, tener experiencias nuevas. – encogiéndose de hombres.

—¿Normal? La infidelidad no es algo normal, es una gran falta a la persona que amas —agarrándome la cabeza— Mi padre jamás te fue infiel madre.

Mi madre me observó detenidamente

— ¿Y la mujer con la que se casó qué es Carolina? – cruzándose de brazos

Le sonreí con ironía

—La conoció después que te dejó por infiel madre, lo sé todo, se que tú le fuiste infiel a mi padre y que él nunca supo quién era él, pero no soportó tu engaño, tu frialdad hacia él y hacia tu hija. – respiraba con dificultad, al fin estaba encarando a Agatha.

Suspiró e hizo un ademán con la mano de no darle importancia a lo que yo sabía.

—Bien Carolina, no vine a hablar del pasado, si no de tu manera de comportarte con tu esposo.

—Madre te dije que mi esposo es infiel y tu lo ves como lo más normal, aunque claro ambos hicieron lo mismo en su matrimonio, creo por eso se llevan bien—la mire con dureza.

—Solo deja de reclamarle, entretente con lo que haces en tu trabajo y espera que se le pase la novedad— encogiéndose de hombros.

La observé con furia como se le ocurría decirme todas esas estupideces, además yo trabajaba no iba a jugar a la casita.

—¿Y si no la deja madre, según tú que debo hacer? – cruzándome de brazos.

Me observo y me sonrió mostrándome los perfectos dientes.

—Entonces mi querida hija miras hacia otro lado, dado que tu tendrás lo que nadie más y es su apellido, solo te haces a la idea de compartirlo con la otra.

 

 




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